Tras más de 70 días de bombardeos continuos y una escalofriante cifra de muertos, nos cuesta encontrar las palabras para describir la situación en Gaza. Hemos hablado de emergencia, crisis y catástrofe humanitaria sin precedentes. Pero todas las palabras se quedan cortas para explicar la realidad en Gaza. Quizás la única que remotamente se acerca es infierno. Gaza es un infierno.

La mayor parte de la población gazatí ha sido desplazada forzosamente a la zona sur de la Franja, donde se les prometió una seguridad que no han encontrado. Ahora mismo, el 85% de la población se encuentra desplazada en menos de un tercio del territorio. Un territorio que, recordemos, ya se encontraba entre las zonas más densamente pobladas del planeta. Eso significa que Rafah, en el sur, donde se concentran la mayoría de los desplazados, ha cuadruplicado su número de habitantes de la noche a la mañana. Esta zona ya se encontraba además entre las más pobres y carece de la infraestructura y los recursos necesarios para mantener a semejante población. No es un lugar para acoger a más de un millón de personas y aún menos a toda la franja de Gaza. 

No tienen ningún lugar a dónde ir, viven a la intemperie en el frío, en el barro y bajo la lluvia. Mires donde mires todo está lleno de refugios improvisados 

Las familias desplazadas viven en condiciones infrahumanas. Los que tienen suerte, sobre todo ahora que ha empezado el invierno, se refugian dentro de las instalaciones de UNRWA, en espacios minúsculos separados por mantas. Pero los demás no tienen ningún lugar a dónde ir, viven a la intemperie, viven en el frío, en el barro y bajo la lluvia. Mires donde mires todo está lleno de refugios improvisados. 

Los espacios alrededor de los edificios de UNRWA están congestionados con refugios y gente desesperada y hambrienta.  

Dentro de los refugios, la situación no es mucho mejor. El hacinamiento es tal que cientos de personas comparten un solo baño y una sola ducha. Ya hace semanas que estamos viendo un aumento vertiginoso de casos de diarrea. La hepatitis está empezando a aparecer. También hay muchas enfermedades cutáneas, debido a las pésimas condiciones higiénicas.

Además, ni siquiera en esos refugios las personas están seguras. Porque no nos cansamos de repetir que en Gaza no hay ningún lugar seguro. Ni el norte, ni el sur, ni siquiera lugares como escuelas, hospitales o instalaciones de la ONU. De hecho, nuestras instalaciones, muchas de ellas refugios para desplazados, han sido alcanzadas directa o indirectamente en más de 150 ocasiones, a pesar de que seguimos compartiendo las coordenadas de todas ellas con el ejército israelí.

Nuestras instalaciones, muchas de ellas refugios para desplazados, han sido alcanzadas directa o indirectamente en más de 150 ocasiones

Ayuda humanitaria como arma de guerra

El hambre se está convirtiendo en una amenaza tan mortal como las bombas. Cada vez nos encontramos con más gente que lleva uno, dos o tres días sin comer.

La comida, el agua y el combustible se están utilizando de manera sistemática como armas de guerra. Las agencias humanitarias nos estamos viendo obligadas a mendigar una ayuda humanitaria que no es suficiente para cubrir las ingentes necesidades de la población.

Las agencias humanitarias nos estamos viendo obligadas a mendigar una ayuda humanitaria que no es suficiente

UNRWA es la operación humanitaria más grande en Gaza, más de 5.000 trabajadores de la Agencia trabajan desde el primer día dentro del enclave para proporcionar atención sanitaria, alimentos, agua y refugio. A pesar del compromiso y sacrificio de todos nuestros equipos, nos seguimos enfrentando a un colapso de la respuesta humanitaria porque se impide el acceso de la ayuda

La situación que estamos viendo en Gaza no tiene precedentes. Según las últimas cifras, el número de personas asesinadas es de más 18.000, el 70% de las cuales son niños, niñas y mujeres. Incluso es muy probable que sean miles más, dado que más de 8.000 se encuentran desaparecidas, enterradas bajo los escombros. Se dice que más de 60% de la infraestructura ha sido destruida. El 90% de la población ya ha sido desplazada y se ha refugiado en el sur. La cifra de trabajadores de la ONU, en su gran mayoría compañeros y compañeras de UNRWA, que han sido asesinados no tiene absolutamente ningún precedente. El hecho de que tengamos más de 1 millón de desplazados en instalaciones de UNRWA, completamente hacinados, tampoco tiene ningún precedente.

La población de Gaza merece nuestra empatía y solidaridad, además de ser tratados como lo que son, civiles que deben de ser protegidos y que están amparados por el Derecho Internacional

Contra la deshumanización

Las cifras de esta guerra son de una magnitud escalofriante, pero no olvidemos que detrás de cada una de esas cifras hay personas. Personas asesinadas y muchas más personas destrozadas por las heridas, por la pérdida de familiares, por el hambre y por el miedo. En definitiva, personas. Es importante recordar esto porque uno de los aspectos más aterradores de este conflicto es la deshumanización a la que se está sometiendo a la población de Gaza

Equiparar a toda la población civil de Gaza con Hamás es peligroso, es engañoso y es injusto.

Es una ecuación dirigida a deshumanizar a los gazatíes. La población de Gaza merece nuestra empatía y solidaridad, además de ser tratados como lo que son, civiles que deben de ser protegidos y que están amparados por el Derecho Internacional.

Es necesario que se ponga fin de inmediato a la masacre. Cuanto más tarde más personas morirán, no solo por las bombas sino también por el asedio. 

La población civil de Gaza se queda sin tiempo. Es necesario que haya un alto el fuego humanitario inmediato en Gaza y se ponga fin al asedio para que se permita la entrada de ayuda humanitaria. 


Raquel Martí es Directora del Comité Español de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo.