El fundamentalismo se inventó a imitación del amor paterno-filial. Los padres quieren a los hijos de forma integrista, con menos dudas de las que serían razonables y necesarias. No hay amor más paradójico, dado que es biológico e irracional a la vez. Todo podría resumirse en una frase: "Si el chico sale tonto, también habrá que quererlo". Atendiendo a esta lógica, exponer a Rodolfo Sancho ante las cámaras en los días previos al inicio del juicio de su hijo es cuestionable. Interesante para la turba descerebrada, no lo dudo, pero cruel e innecesario. ¿Qué podía salir de su boca cuando la 'sangre de su sangre' está amenazada con la pena de muerte?
Como era de esperar, el actor hace lo que era presumible: defender a Daniel Sancho e intentar justificar unos hechos que probablemente incluso la propia familia del acusado considera inapelables. Rodolfo interpreta en el documental. Se nota a la legua. Juega con las miradas y los silencios; y trata de convencer de que la saña con la que se empleó su hijo fue posterior a una pelea, que fue en la que murió Edwin Arrieta.
Todo lo que sale de su boca resulta difícil de creer porque lo que sucede a su alrededor no es leve, ni lejano ni relativo. Es real. Su hijo está encarcelado en Tailandia y amenazado con la pena capital. La coartada que defenderán sus abogados no parece -a priori- la más consistente y los familiares del muerto quieren que se haga justicia. A sabiendas de esta información, no hay quien se trague el 'estoicismo de quita y pon' que exhibe su padre delante de las cámaras. El falso aplomo suele ser una herramienta habitual en quienes se sienten torturados. Siempre les delata. Forma parte de su proceso de negación de la realidad. Dice el actor -citando a Séneca- que compadece "a quienes nunca ha vivido un momento malo porque nunca ha conocido su verdadero potencial” y cualquiera puede pensar que nos encontramos ante otro caso de espiritualidad sobrevenida. ¿Hay un recurso más habitual en quienes intentan escapar de los golpes más fuertes del mundo material?
Por eso no era necesario ver al padre ante la cámara. Intuíamos lo que podía pasar. Quien ideó este documental debió ser consciente -y no dudo que lo era- de que iba a hacer un flaco favor al intérprete al exponerle de esa forma y probablemente a enfangarlo todo todavía más. La responsable última es HBO Max, o sea, otra de esas plataformas bajo suscripción estadounidenses que llegaron para cambiar todo, pero que han terminado por hacer lo mismo que los medios tradicionales. Tiene sentido: su objetivo es hacer negocio, el negocio mejora cuando se ofrece al público lo que quiere; y el público -masa amorfa y adolescente- pide morbo, estupidez y sensaciones. ¿Quién es más culpable?
La masa carnívora
Conviene no mofarse de la masa, como hacen constantemente los medios al situarse como el cuarto poder (¡ja!). Ahora bien, también es necesario tener en cuenta la estupidez del vulgo y su insaciable sed de sangre, que es la propia del abonado del Circo Máximo. Las democracias liberales respaldan la crítica a los poderosos, pero eso no significa que el pueblo haya dejado de pedir víctimas 'de a pie', con las que se sienta más identificado o pueda volcar de una forma más efectiva sus frustraciones. También reclama héroes; y es cierto que a partir de ahí creó Umberto Eco su analogía sobre Superman, que -escribió- no hubiera existido si el ciudadano de a pie no necesitara apoyarse en un 'hombre ideal' para no desfallecer.
Pero a la hora de cenar un televidente, cansado, no pretende ser ejemplar. Quiere carnaza. De ahí que quiera ver en pantalla lo patético. El crimen de Sancho o la entrevista en Telecinco a uno de los condenados por el crimen de Marta del Castillo. Lo que sea, pero que la carne sea fresca.
Las plataformas de contenido bajo demanda son tratadas por la prensa, muchas veces, con la actitud cateta con la que se recibe a todo lo que llega del Atlántico Norte. Bienvenido, Mr. Marshall. Como ofrecen videoclubs gigantescos bajo suscripción, el pasar por caja equivale casi a pertenecer a un selecto club, con una acceso privilegiado a las series de referencia (culebrones sofisticados). Pero a la hora de la verdad, estas empresas se han especializado en producir dramas capitulados sobre lo más truculento que sucede en España.
Así que si el pueblo quiere sangre... sangre habrá que darle. Lo que hacían los medios también lo hacen 'las plataformas', aunque por entregas, con filtro azul en exteriores y con entrevistas en interiores que suceden entre sombras. Lo llaman true crime. Implica el diseccionar asesinatos, o sea, lo que hacían los periodistas de toda la vida, pero con música intrigante de fondo y horas y horas de metraje. No hay ningún trastornado ni ninguna víctima que no tenga su propio true crime en estos días. El próximo será 'El Rey del Cachopo'. ¿Cómo se nos podía haber pasado por alto? Gloria Serra ya lo hizo en LaSexta. Ahora le toca al de los cachopos y a Sancho. A Ana Rosa Quintana le llovieron palos cuando hizo algo parecido a esto último. A las plataformas no... Siempre aciertan, incluso aunque las obras, como en este caso, las haga la productora de Ana Rosa, Cuarzo. Doble paradoja. Hay ciudadanos que a estas alturas podrían cometer el crimen perfecto, tras tantos años de visionado de reportajes de true crime.
HBO ha puesto su granito de arena con el 'caso Sancho', que lo tiene todo: un crimen mediático, un país exótico, una amenaza capital, una cárcel que imaginamos como la de El expreso de medianoche y unos conflictos emocionales que ríete tú de los de París, Texas. No se habla en Telecinco de otra cosa estos días. Algunos tertulianos están tan enfervorizados con el tema que pareciera que Daniel Sancho es poco menos que una víctima de un comisario expeditivo y sin escrúpulos. Big Joke. Harry Callahan, en versión siamesa.
¿Y el padre? Pues es eso, un padre. Alguien a quien no habría que atender en estos días porque nada de lo que diga debería ser muy tenido en cuenta. Pero claro, los productores de 'la cosa' vienen de América y lo que hacen por aquí merece siempre ser apreciado y respetado, pese a que sea lo de toda la vida. Sangre, sudor y lágrimas. Pero hacen falta suscripciones, dinero y negocio... y había cerca un familiar con comportamiento errático, un cuerpo triturado, un país exótico, un cuerpo triturado, decenas de periodistas, un crimen mediático y un trending topic continuo. ¿Quién se iba a resistir?
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