En el nacionalismo vasco hay mucha impostura y mentira. Como en el antifranquismo.

No fue así en el caso de Joseba Arregi. Nació en una familia nacionalista de Andoain que no disimulaba, cuando mostrar algún tipo de disidencia tenía coste. Llegada la democracia fue el consejero de Cultura del PNV y, contra viento y marea, creyó en el Museo Guggenheim. Abandonó el Partido Nacionalista Vasco tras descubrirse que había firmado con ETA el Pacto de Lizarra, plan que buscaba la exclusión de los no nacionalistas en el espacio público. Joseba se ha convertido en un intelectual inmenso y en un escudo moral en favor de las víctimas del terrorismo.

Teo Uriarte cuenta en varios libros cómo abrazó el terrorismo en los años sesenta. Durante el Juicio de Burgos, en el año 1970, le condenaron a pena de muerte. La presión internacional le salvó la vida. Teo abrió su mente en la cárcel, se reinsertó, se doctoró y se convirtió en uno de los más valientes ciudadanos en la defensa de la ley y la libertad en el País Vasco y, por ello, sufrió la persecución terrorista. Sigue creciendo como intelectual y como ser humano.

Luis Castells, catedrático de Historia en la Universidad del País Vasco, comprometido con la libertad y con el rigor académico es el maestro de los jóvenes historiadores que trabajan en el Instituto Valentín de Foronda, la gran referencia en el trabajo histórico riguroso sobre nuestro pasado histórico. Es hermano de Teresa Castells, la propietaria de la librería Lagun, el espacio de referencia para los amantes de la libertad de conciencia en San Sebastián. No hay dudas sobre esto: la quemaron los ultraderechistas durante los años del fin del franquismo y los proetarras después. El esposo de Teresa, José Ramón Recalde, sobrevivió a un atentado de ETA en el año 2000, con graves secuelas.

En el desarme de ETA, como hemos comprobado desde la irrupción del anuncio hace dos semanas, lo relevante era acaparar titulares y fomentar una gran campaña de autoblanqueo

Martín Alonso colaboró durante décadas en el pacifismo a través del Colectivo Bakeaz, realizando algunas de las más profundas reflexiones sobre el mal político y moral de nuestro país y de nuestro tiempo. Conocedor de las Guerras de los Balcanes y sus terribles efectos en cuestiones de impunidad y veneno político, se ha convertido en una de las grandes referencias para los colectivos de víctimas del terrorismo.

Fernando Savater es muy conocido por el gran público. Cofundador de Basta Ya, entre otras iniciativas para hacer frente democráticamente al proyecto violento de sometimiento al nacionalismo obligatorio de ETA y otros, se convirtió -junto a su brava y amada Sara- en una de las grandes piezas a cazar por los terroristas durante largos años y fueron obligados a vivir bajo escolta policial durante más de una década.

Estos cinco hombres justos no dudaron en promover  el manifiesto para un fin de ETA sin impunidad, apoyándose en el documento que elaboraron todas las asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo en el año 2010.

En el desarme de ETA, como hemos comprobado desde la irrupción del anuncio hace dos semanas, lo relevante era acaparar titulares y fomentar una gran campaña de autoblanqueo, porque operativamente han sido derrotados, y porque su objetivo lo resume perfectamente Pernando Barrena en 2007: "Los que hoy son considerados terroristas puede que mañana no lo sean, depende de quién gane la batalla política".

Para procurar acercarse a este objetivo, necesitan inocular su lenguaje y entrar en la agenda política. Como depredadores morales que son, buscan minimizar el valor de las víctimas que causaron. Entre los que paseaban pavoneándose en Bayona, el periodista Cake Vinuesa pudo reconocer al ex penado Jose Maria Zabarte y le preguntó por sus asesinatos. Contestó que "no" se arrepentía de haber matado a dieciséis personas, entre ellas, un niño.

Esta es, en realidad, la gran cuestión que debemos perseguir para el futuro: el gran desarme de ETA,  la condena del terrorismo y no enredarnos en sus chantajes morales.

Los impulsores del manifiesto por un fin de ETA sin impunidad debemos agradecer a más de 24.000 personas el haberse sumado a su contenido por change.org o por correo. Sabemos que toca combatir las mentiras, la falta de vergüenza y el odio político embozado. Sabemos que debemos permanecer atentos frente a la tentación de concesiones. Cada firma nos fortalece para conseguir el gran desarme.