Internacional | Política

May rechaza un segundo referéndum porque "amenazaría la unidad del país"

El líder laborista reprocha a la primera ministra que siga negándose a aceptar que su Acuerdo fracasó

Theresa May, primera ministra británica, durante su declaración en el Parlamento.
Theresa May, primera ministra británica, durante su declaración en el Parlamento. | EFE

Más que un plan B May ha presentado la cara B de su plan A. La primera ministra británica ha dejado claro lo que no le gustaría, pero no lo que quiere o puede conseguir. En ese aspecto coincide con el Parlamento británico que tampoco cuenta con una mayoría a favor de ninguna solución. La primera ministra ha dicho que rechaza un segundo referéndum porque "amenazará la unidad del país".

"Temo que un segundo referéndum siente un precedente difícil que podría conllevar implicaciones sobre cómo manejamos los referéndum en este país. Reforzaría a los que quieren dividir este país. Además, requeriría una prórroga del artículo 50... Dañaría la cohesión y minaría la fe en nuestra democracia", ha declarado May.

En su esperada declaración ante el Parlamento, May ha anunciado que cuando sepa qué concesiones quieren los diputados sobre el backstop o salvaguarda (garantía sobre que no haya frontera interirlandesa) las planteará en Bruselas. "Saldremos con un Acuerdo pero esta Casa ha de decidir qué acuerdo", ha remarcado May.

La premier conservadora estaba obligada a comparecer, o hacer una declaración escrita, a los tres días de la votación en el Parlamento del pasado 21 de enero. Los periodistas británicos coincidían en que el plan B parecía consistir en cómo convencer a los diputados de que el plan A no tiene vuelta de hoja.

La primera ministra británica, Theresa May, ha lamentado en varias ocasiones que el líder laborista no haya participado en las conversaciones que ha mantenido con diferentes partidos sobre lo que debería modificarse del Acuerdo alcanzado con los Veintisiete.

Quiso dejar claro que su Gobierno no reabriría los Acuerdos de Viernes Santo, en relación con el controvertido backstop o salvaguarda para evitar la frontera interirlandesa. El Telegraph publicaba el lunes que el Gobierno se había planteado renegociarlos. "No vamos a poner en riesgo la paz en Irlanda del Norte", ha sentenciado.

Pero el backstop será uno de los asuntos sobre los que quiere volver a negociar con la UE. Los unionistas demandan que se suprima esa salvaguarda o que al menos sea el Reino Unido quien pueda desactivarla. Otra posibilidad es que fuera temporal de forma explícita.

Volvió a insistir que la única manera de evitar la salida sin acuerdo sería aprobar el Acuerdo o una prórroga. En realidad, lo que quieren es revocar el artículo 50 y eso no corresponde a lo que se aprobó en referéndum.

Ha prometido que los diputados tendrán un papel relevante en las negociaciones futuras entre la UE y el Reino Unido. Es lo que empezará a negociarse una vez que el Reino Unido salga de la UE, en principio a partir del 29 de marzo, si no hay prórroga.

Sobre los ciudadanos les ha prometido garantizar sus derechos y ha abolido las tasas que tenían que pagar los ciudadanos de la Unión Europea en el Reino Unido para formalizar su situación. El tory Jacbo Rees-Mogg había demandado que se eliminara esta tasa.

Vivir en la negación

En su respuesta a la declaración de May, el líder laborista, Jeremy Corbyn, ha subrayado que May "sigue viviendo en la negación" y que "nada ha cambiado". Corbyn ha recordado que si no hay acuerdo y el Reino Unido sale de la UE, "habrá frontera entre Irlanda y el Reino Unido".

El Parlamento británico también debate este lunes sobre dos enmiendas, una del conservador Dominic Grieve, ex fiscal del Estado, y otra de la laborista Yvette Cooper, con el resplado del tory Nick Boles, que tienen en común querer evitar una salida sin acuerdo, cuestión que rechazan categóricamente los brexiters más duros. Cooper y Boles abogan por una prórroga del artículo 50.

Theresa May ve grandes dificultades en encontrar un mínimo común denominador, aún lejano en el horizonte, para que el Acuerdo de Salida de la UE consiga la aprobación del Parlamento británico. Los Veintisiete dieron su visto bueno el 25 de noviembre. May retrasó la votación hasta pasadas las Navidades en previsión de una derrota que no pudo evitar.

Lleva embarcada en conversaciones multipartidistas desde que su opción fracasara el 21 de enero con la gran ausencia de los laboristas. Finalmente, ha visto más práctico tratar de recabar el apoyo de los conservadores y los unionistas.

El voto definitivo sobre el Brexit no tendrá lugar antes de febrero, según anticiparon fuentes de Downing Street citadas por The Guardian. El martes 29 de enero se discutirá sobre los avances realizados pero la votación no será aún definitiva.

May sufrió el pasado martes una derrota histórica. Perdió la votación sobre el Acuerdo, que cuenta con el visto bueno de los Veintisiete, de forma abrumadora. Solo 202 diputados respaldaron el texto de May y la UE mientras 432 lo rechazaban. Fueron 230 votos de diferencia, la mayor jamás registrada por un gobierno.

Nada más resultar derrotada, May se sometió a una moción de censura, que ganó por 19 votos. Los euroescépticos de su partido y los unionistas del Ulster le dieron su apoyo, pero condicionan su respaldo al plan B a que no se descarte una salida sin acuerdo y a la espinosa cuestión de la salvaguarda sobre la frontera interirlandesa, el conocido backstop.

En este sentido, Polonia ha ofrecido que se estudie la posibilidad de fijar un plazo de cinco años a esa cláusula de salvaguarda. Con esta garantía se trata de que no haya frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, en consonancia con los Acuerdos de Viernes Santo.

La UE se niega a mover una coma del Acuerdo, porque todos coinciden en que es "el mejor texto posible", si bien estaría dispuesta a dar más tiempo a Londres, si lo solicitara.

May lleva tiempo embarcada en conservaciones con el resto del espectro político, si bien el líder laborista, Jeremy Corbyn, se ha negado a sentarse a dialogar. Su condición previa es que la primera ministra asegure que no habrá una salida sin acuerdo, que hasta miembros de su Gabinete, como el ministro de Empresas, Richard Harrington, que sería "un desastre absoluto".

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