Política

Sánchez legitima en las urnas su alianza Frankenstein y puede pactar con Cs

El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, y Pablo Iglesias, el pasado 11 de octubre en La Moncloa. MONCLOA

La apuesta por adelantar las elecciones le ha salido bien. Pedro Sánchez ha sabido olfatear el momento más conveniente para llamar a los españoles a las urnas y ha logrado que una mayoría de votantes legitimen sus diez meses de acción de Gobierno. Su objetivo era impedir que PP (65), Ciudadanos (57) y Vox (24) sumaran una mayoría absoluta y lo ha conseguido. Puede gobernar en coalición con Ciudadanos o reeditar el acuerdo con Podemos y Esquerra Republicana de Cataluña. La jornada electoral le ha despejado el camino para regresar a la Moncloa, esta vez sin el cuestionamiento al que fue sometido, incluso desde su propio partido, por haber llegado al poder a través de una moción de censura.

Con 122 escaños al 90% escrutado, el PSOE se ha convertido en primera fuerza política once años después de su última victoria electoral, en 2008 con José Luis Rodríguez Zapatero. Ha conquistado el centro político, donde se logran las grandes mayorías, y ha ganado en todas las comunidades autónomas salvo Cataluña, País Vasco, Navarra y Melilla. Y no sólo eso, ha conseguido que las urnas le legitimen como presidente del Gobierno y aprueben su controvertido proyecto con Podemos (42), nacionalistas e independentistas (15 de ERC), denominado 'Gobierno Frankenstein' por Alfredo Pérez Rubalcaba en 2016.

Además, tal y como pretendía, el PSOE puede gobernar en coalición con Ciudadanos (57), ya que ambos partidos suman 180 escaños. Hasta ahora, Albert Rivera ha asegurado que ese acuerdo no se producirá. No obstante, las alianzas electorales no se definirán claramente hasta dentro de un mes, tras las elecciones municipales y autonómicas que terminarán de despejar el nuevo mapa político en España. Hasta entonces, los partidos serán prudentes a la hora de mostrar sus cartas en la negociación.

La fuerte apuesta de Sánchez al convocar elecciones tras el ‘pinchazo’ de asistentes a la manifestación por la unidad de España convocada por PP, Cs y Vox en febrero en la Plaza de Colón de Madrid ponía en juego su futuro político. Sánchez arriesgó  para demostrar que tenía razón cuando intentó ser investido presidente en 2016 con sólo 90 diputados y para probar que se puede gobernar incluso con menos, con 84 escaños.

Tras haber sido acusado reiteradamente de “perdedor” por Susana Díaz y los barones en 2015 y 2016 por sus derrotas electorales, el líder socialista y su consultor de cabecera, Iván Redondo, decidieron que la movilización del voto progresista que provocaba el acuerdo entre PP y Cs en Andalucía con apoyo de Vox sería suficiente para colocar al PSOE como primera fuerza del país once años después de su última victoria electoral con José Luis Rodríguez Zapatero. Con ese objetivo, el presidente no ha dejado de azuzar el miedo a la derecha en la última semana de campaña electoral.

La estrategia ha funcionado. Las grandes victorias electorales del PSOE se han basado históricamente en sus triunfos en Andalucía y Cataluña, las comunidades más pobladas. Pedro Sánchez perdió en ambas en los comicios de junio de 2016 hundiendo a su partido en sus peores resultados de la historia, aunque logró evitar el sorpasso como segunda fuerza política con el que amenazaba el auge de Podemos. Con el partido de Pablo Iglesias en descomposición y la plataforma electoral de estos diez meses de Gobierno, el PSOE recupera la primera posición en sus dos feudos tradicionales. La participación ha alcanzado cifras históricas en Cataluña y ha remontado notablemente en Andalucía respecto a los comicios autonómicos del 2 de diciembre. Pedro Sánchez ha logrado en la comunidad casi 500.000 votos más que Susana Díaz hace cuatro meses y obtiene el doble de votos que Ciudadanos y PP.

En Cataluña, Sánchez apostó por una estrategia de apaciguamiento y diálogo con los independentistas que fracasó a la hora de aprobar los Presupuestos. El PSOE ha rentabilizado ese desacuerdo para lanzar un nuevo mensaje que le distancie de los separatistas: "No es no al independentismo". Ahora es segunda fuerza política tras ERC con 12 diputados. El recuento provisional de los votos en el Senado también da la victoria al PSOE con 116 senadores, seguido del PP con 60.

A ese alejamiento de unos socios incómodos se ha sumado la apelación constante al voto útil. Al presidente del Gobierno no le ha dado reparo presentarse como el 'mal menor' para seducir a los indecisos e incluso al electorado de otros partidos. En los últimos mítines, el candidato socialista ha insistido en llamar a la movilización y a concentrar todo el voto en el PSOE para evitar que, incluso con una victoria socialista, terminara gobernando la derecha. Sánchez pidió el voto “a los que nunca han votado al PSOE”, a los que no les “convence” o no le consideran su candidato “favorito”, pero que “visto lo visto y escuchado lo escuchado”, vean que los socialistas son los únicos de garantizar un gobierno “cabal”.

“Hay un gran espacio del encuentro, el de la España en positivo, la moderación, el sentido común, la convivencia, la paz, la justicia y unos valores de la sociedad que la derecha está despreciando cada día. Por tanto, al PSOE le toca y le corresponde por responsabilidad liderar ese espacio, que es muy amplio. Es en el que queremos movernos ahora como proyecto y después como propuesta de Gobierno”, explicó el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, tres días después de la convocatoria electoral.

El “nuevo PSOE” de Pedro Sánchez que ganó las primarias a Susana Díaz con el lema “somos la izquierda” ha renunciado a ese espacio político para ocupar el centro y ganar de esa manera las elecciones generales del 28 de abril, siguiendo así la estrategia electoral del gabinete del presidente, con Iván Redondo a la cabeza, que ha dado resultado.

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