A siete días de que concluya el plazo electoral para la investidura del presidente del Gobierno, el escenario político da un nuevo giro. La oferta de Albert Rivera a Pablo Casado y Pedro Sánchez para alcanzar un acuerdo que permita la abstención de PP y Cs abre nuevas posibilidades de alianzas parlamentarias que hasta ahora estaban cegadas y que podrían derivar en pactos hasta ahora imposibles, pasadas las elecciones del 10 de noviembre.

Con su oferta, Rivera levanta de facto el veto que tenía a cualquier entendimiento con Pedro Sánchez. La estrategia de cordón sanitario al PSOE le ha valido a Ciudadanos un notable éxito electoral. En Andalucía pasó de 9 a 21 escaños y en el Congreso de 32 a 57 diputados. El partido ha entrado en los gobiernos de cuatro comunidades y de numerosas capitales. El 'no es no' a Sánchez ha sido rentable... hasta ahora.

El pulso abierto por Moncloa para conseguir una investidura gratis que le permita a Sánchez mantener la centralidad política y gobernar gracias a acuerdos en materia económica con la derecha y en asuntos sociales con la izquierda ha pasado factura a Rivera. Las encuestas vaticinan que perdería hasta un 25% de sus escaños el próximo 10-N. A la luz de los sondeos cualitativos, Rivera ha pasado de ser la gran esperanza blanca de la política a un líder antipático, incomprendido y abandonado por buena parte de los dirigentes de Ciudadanos.

Tras esos éxitos electorales y dada la debilidad del PP, Rivera pensaba que era el momento de dejar de ser un partido bisagra y empezar a medirse con los grandes partidos, aspirando incluso a ser presidente del Gobierno. De ahí su 'no a Sánchez' y su objetivo de reemplazar al PP como alternativa al PSOE. Pero los sondeos no ratifican esa estrategia y la repetición electoral se convierte en toda una amenaza.

Su rectificación de última hora cuenta con un obstáculo fundamental: necesita la connivencia del PP para no asumir en solitario la responsabilidad de que Pedro Sánchez gobierne y alcance nuevos acuerdos con independentistas y con los "populistas" de Unidas Podemos. A Casado no le convence la operación.

Rectificación

No es la primera vez que Rivera rectifica en una investidura. En la repetición electoral de junio de 2016, Ciudadanos basó su campaña en anunciar que no pactaría con Mariano Rajoy bajo ningún concepto, alegando el historial de corrupción del PP. Tras los segundos comicios y para desbloquear la situación política, Rivera alcanzó un acuerdo de investidura con el PP que salió adelante gracias a la abstención del PSOE, previa defenestración de Pedro Sánchez por parte de los barones socialistas. Entonces, el ahora presidente en funciones abogaba por unas terceras elecciones.

En Moncloa, la posibilidad de que Rivera levante el veto a Sánchez causa euforia. Contar con opciones para no depender de Pablo Iglesias y los independentistas a la hora de aprobar unos Presupuestos que tengan que volver a la austeridad por la recesión económica es precisamente el objetivo que buscaba Pedro Sánchez con la repetición electoral. Una semana antes de llegar al límite legal de la investidura ya lo ha conseguido.

En ese sentido, en el PSOE auguran que hay partido y que las negociaciones se pueden estirar prácticamente hasta el jueves por la noche para que el viernes se pudiera repetir una ronda de contactos con el Rey que diera paso a un pleno con primera votación el sábado y segunda el lunes, día que termina el plazo legal.

Hasta entonces, Sánchez insiste en que cumple las condiciones que le piden Cs y PP para abstenerse en la investidura. "No hay ningún obstáculo real para que PP y Ciudadanos no se abstengan». «No les estoy pidiendo que apoyen al Gobierno, sino que no lo bloqueen».

Según el candidato socialista, esas tres condiciones ya se cumplen. «En Navarra hay un gobierno que defiende la Constitución, en Cataluña también el Gobierno de España vela por el cumplimiento de la Constitución y queremos bajar los impuestos a la clase media. No hay ninguna de las tres razones que impida la abstención», ha respondido el PSOE a esa oferta. «No hay pacto con Bildu ni lo habrá. El 155 se aplicaría si la situación constitucional lo requiere, como ya se hizo. No subirá la presión fiscal sobre las clases medias y trabajadoras. Les volvemos a invitar por tanto a que desbloqueen la formación de gobierno», añaden los socialistas.