Es la 'guerra' por los presos de ETA. La libran los dos sectores que actualmente fracturan el entorno radical abertzale. A un lado, el más duro y ortodoxo, agrupado en torno a movimientos como ATA –que reclama la amnistía para los presos de la banda-, y crítico con el giro que desde hace una década impulsó la izquierda abertzale ‘oficial’ para facilitar el final de ETA y el inicio de un nuevo ciclo. Al otro, el abertzalismo histórico que aún hoy encarna Arnaldo Otegi, al que da voz Sortu y que se integra en la coalición EH Bildu. Desde hace meses, la batalla se libra por el control no sólo del colectivo de presos sino también por otros ámbitos como los sindicatos estudiantiles, los movimientos juveniles y… el fútbol.

Para el próximo día 28 de diciembre, festividad de los ‘Santos Inocentes’, los movimientos ‘ultra’ del Athletic Club, la Real Sociedad, el Alavés, el Osasuna y el Eibar han convocado una marcha de apoyo a la docena de presos de ETA que cumple condena en la prisión francesa de Mont de Marsan. Una iniciativa, bajo el lema 'En el camino de la amnistía' (Amnistiaren bidean), que sin embargo ha sido rechazada por los propios reclusos de ETA del centro penitenciario francés.

El colectivo de reclusos afirma en un breve manifiesto que la marcha no cuenta con su respaldo ni con su aceptación. Los presos de ETA creen que la iniciativa unilateral de los movimientos de aficionados de los clubes se sitúa al margen de la posición del conjunto del colectivo mayoritario de presos de ETA, el EPPK –afín a la izquierda abertzale liderada por Arnaldo Otegi-. Aseguran además, que lejos de aunar fuerzas en favor de la excarcelación de los presos, tomar decisiones sin consensuarla previamente con los presos sólo se entiende si se hace “con el ánimo de confundir y dividir”. Sortu ya ha manifestado su apoyo al manifiesto de los presos de Mont de Marsan y en contra de la marcha anunciada.

Fractura abertzale

En su convocatoria, los grupos ultra de aficionados aseguran que los “presos políticos” que cumplen condena, “nuestros hermanos”, son el reflejo del “conflicto que vive Euskal Herria”. Denuncian una desmovilización social y una creciente “despolitización” sobre el relato de lo sucedido durante años de violencia. Ante ello, los representantes de Indar Gorri (Osasuna), Real Sociedad Firm, Iraultza 1921 (Alavés), Indar Armagiña (Eibar) y Herri Norte (Athletic Club) afirman que con la celebración de la marcha su propósito es lanzar “a los cuatro vientos” la petición de puesta en libertad de los presos.

Los presos de ETA de Mont de Marsan, con el apoyo de Sortu, acusan a los convocantes de querer "confundir y dividir"

Las cuatro organizaciones de aficionados aseguran que la mera existencia de “presos políticos es un reflejo de la dominación que padece el pueblo trabajador vasco”. Concluyen que no cejarán en apostar por evidenciar sus iniciativas en favor de los presos “manteniendo su presencia en las gradas”.

La prisión de Mont de Marsan es uno de los dos centros, junto al de Lannemezan, a los que el Gobierno francés ha trasladado a casi una treintena de presos de ETA con el fin de acercarles al País Vasco. Se trata de las dos cárceles más próximas a la frontera y ubicadas a cerca de 250 kilómetros de Euskadi.

El rechazo de los presos de Mont de Marsan a la marcha de los grupos ‘ultra’ de los equipos vascos y navarro de primera división es una muestra más, no sólo de la pugna por la influencia en este entorno, sino también de la realidad por la que atraviesa el entorno de los reclusos de ETA y de la izquierda abertzale.

El sector ‘oficial’, representado por Bildu-Sortu, en el ámbito político-social, y el EPPK, en el de los presos de la banda, es el mayoritario. El sector crítico ha dejado de ser una anécdota. El llamado movimiento Pro Amnistía y Contra la Represión (ATA) comenzó a hacer públicas sus discrepancias hace ya varios años. El desmarque de la posición de Sortu, incluso las calificaciones de traición y deslealtad contra Otegi y Sortu, se han repetido.

Estructuras paralelas

Ese sector más ortodoxo ha comenzado a organizarse y a conformar una estructura paralela a la que siempre ha mantenido la izquierda abertzale tradicional. Aunque de mucha menor dimensión y apoyo, los ‘críticos’ cuentan ya con su propio movimiento juvenil –Gazte Koordinadora Socialista-, su propias siglas políticas (Herritar Batasuna) o con cierta organización en el ámbito sindical. Incluso convocan sus propios actos y manifestaciones al margen de los de la izquierda abertzale. Incluso llegaron a arrebatar a la izquierda abertzale histórica el control del sindicato universitario mayoritario, Ikasle Abertzaleak.

Las discrepancias son especialmente significativas en lo relativo a su apoyo a los presos de ETA. Si el sector ‘oficial’, con el respaldo de la asociación Sare y el EPPK, sale a la calle para reivindicar el final de la dispersión, la excarcelación de los presos enfermos y de más edad, el sector crítico lo hace pero para exigir la amnistía.

También son notables las diferencias en la actitud que uno y otro sector mantienen hacia la política penitenciaria. El EPPK aceptó por amplia mayoría romper con la histórica prohibición a asumir las leyes españolas para acogerse a beneficios carcelarios y acepto solicitarlas de modo individualizado. En cambio, los simpatizantes de ATA se han mostrado contrarios a hacerlo y a modificar una posición de resistencia que consideran que es la que continúa mereciendo la política de prisiones española y la que merece el respeto a la “lucha” de quienes murieron por su militancia en ETA.