Por mucho que lo ha intentado, Pedro Sánchez no ha podido evitarlo. La guerra socialista que acabó con su salida de la Secretaría General el 1 de octubre de 2016 parece imposible hoy día, dado el férreo control del partido que impuso con la reforma de los estatutos tras su victoria a Susana Díaz en las primarias de 2017. Pero el mismo malestar aflora ahora por el mismo motivo: su intención de pactar con Podemos y los independentistas catalanes para ser investido presidente.

Esta semana esas tensiones han estallado. Barones críticos como Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) o Javier Lambán (Aragón) han mostrado su disconformidad con las cesiones que pueda realizar el Gobierno a los independentistas, mientras otros tan significativos como Susana Díaz (Andalucía) o Ximo Puig (Comunidad valenciana) guardan un elocuente silencio. ¿Están de acuerdo con la estrategia de Sánchez? Difícil de creer.

Las críticas de los barones sacan a la luz una corriente subterránea de rechazo a la alianza con Podemos y los independentistas que los dirigentes territoriales saben que perjudicará electoralmente en federaciones como la andaluza, la madrileña, las castellanas o la manchega, algunos feudos fundamentales para el PSOE.

Más allá de esa preocupación, las cesiones a ERC también han resucitado unas hostilidades públicas entre barones que no se producían desde el golpe contra Sánchez de 2016, cuando los dirigentes del partido entablaron una guerra retransmitida al minuto por los medios de comunicación y las redes sociales en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016. Desde entonces, resulta inédito el cruce de reproches como los protagonizados esta semana por dirigentes como Miquel Iceta (Cataluña) y García-Page.

Lejos de los críticos desde que Sánchez se hizo con el poder en el PSOE, Guillermo Fernández Vara (Extremadura) se alinea con el oficialismo. "Creo que demasiada gente ha perdido la brújula, de tal suerte que algo tan sencillo como significa hablar también está mal visto y se critica", ha afirmado en declaraciones a los medios en Mérida. El presidente extremeño se ha mostrado "muy sorprendido" del "revuelo" formado por la ronda de Sánchez con los presidentes autonómicos, "lo más normal" en un país descentralizado como España.

Junto a él, los barones socialistas que apoyaron a Sánchez han salido en defensa de las negociaciones con ERC, dejando claro que la dirección tocó a rebato. Con Miquel Iceta como voz cantante, los secretarios generales de Navarra, María Chivite, o de Asturias, Adrián Barbón, han intentado neutralizar esas discrepancias.

"El Principado necesita cuanto antes que haya un Ejecutivo en plenitud de funciones, que atienda las necesidades urgentes de su industria y de sus infraestructuras", aseguró este viernes Barbón. Defender la investidura de Pedro Sánchez y la formación de un Gobierno es un "acto de responsabilidad con Asturias", señaló, para avalar la coartada de Moncloa de convocar a todos los presidentes autonómicos para camuflar que acceda a hablar con Quim Torra, como demandaba el propio presidente de la Generalitat.

En su opinión, esa llamada a los dirigentes autonómicos está justificada porque no se trata de una investidura más, como las que tuvieron lugar en las legislaturas anteriores, porque la coyuntura actual está marcada "por la tensión territorial". "En esta situación, sin duda especial, es comprensible que el único candidato quiera contar con la opinión de todos los gobiernos autónomos".

El mismo apoyo público han mostrado las presidentas socialistas de La Rioja, Concha Andreu, y de Navarra, María Chivite, que han insistido en que el diálogo es necesario en este escenario de fragmentación política.

"Tenemos que evitar el bloqueo y unas terceras elecciones y esto es responsabilidad de todos, incluido el Partido Popular", ha subrayado Chivite en declaraciones a Efe. "No entiendo por qué no todos los presidentes autonómicos quieren hablar con el presidente del Gobierno, que tiene que buscar la estabilidad del país", ha dicho la presidenta navarra.

Todos ellos secundan la estrategia de Sánchez con el argumento de que no le queda más remedio que pactar con los independentistas porque el PP y Ciudadanos se niegan a facilitar la investidura. Así lo ha explicitado también el alcalde de Vigo y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Abel Caballero, que ha señalado la "responsabilidad" de Pablo Casado a la hora de obligar a Sánchez a negociar con los separatistas.

Ante tanta gravedad, Iceta ha intentado restar importancia a las cesiones de Sánchez. "Una reunión entre gobiernos es una reunión bilateral, se encuentren donde se encuentren. Si fuese en el Congreso, en el Parlament o en el Senado también me parecería bien. Yo lo que quiero es el diálogo", ha resumido.

«No queremos romper con el resto de España», ha asegurado Iceta, «no queremos dividir más a la sociedad catalana, no queremos retroceder ni quedarnos donde estamos». Frente a estos riesgos, ha apostado por "un amplio acuerdo» en el que Cataluña se vea reconocida «como nación, como sujeto político no con derecho de autodeterminacion pero sí con voluntad de ejercer su autogobierno».

Ha reclamado además solventar el debate sobre la financiación autonómica y crear el consorcio tributario que recoge el Estatuto de Cataluña, además de un «mecanismo claro de participación en las decisiones del Estado», que a su juicio debería articularse a través de un Senado federal.