El catalanismo no independentista define el contorno de un nuevo partido con la vista puesta en las próximas elecciones catalanas. Una cita que no tardará, tras la segunda confirmación judicial de la inhabilitación de Quim Torra, y en la que el nuevo partido integrado por la Lliga y Lliures quiere concurrir con el objetivo de recuperar ese espacio. La gran incógnita sigue estando en los herederos de CiU encuadrados todavía en Units y el PDeCat, pero conscientes de la escasa viabilidad de ambas marcas, coaligada una al PSC y engullida la otra por JxCat y Carles Puigdemont.

En los próximos días se anunciará oficialmente la celebración del congreso fundacional del nuevo partido, este mes de febrero, con el objetivo de cerrar una ejecutiva y candidaturas para las próximas autonómicas. No sobra el tiempo. En entornos independentistas se especula con la convocatoria de elecciones autonómicas en marzo, aunque otras fuentes apuntan al próximo otoño si Pere Aragonés consigue cerrar presupuestos con los Comuns y Quim Torra sortea durante unos meses la inhabilitación por desobediencia con recursos judiciales.

En ese congreso se oficializará la fusión de las dos marcas nacidas tras la crisis de 2017 para aglutinar a un catalanismo moderado no independentista en torno a nuevas siglas. La Lliga impulsada por la politóloga Astrid Barrio y el ex presidente de Sociedad Civil Catalana, Ramon Bosch, sumaría fuerzas así con los Lliures de Antoni Fernández Teixido y Roger Montañola, con Barrio y Montañola tutelando el proceso hasta el conclave fundacional.

Aunque Barrio es clara la asegurar que el objetivo es llegar al congreso "con la dirección abierta, para que todo el mundo pueda participar y sentirse fundador" en la definición de este nuevo partido. El objetivo: atraer también a los integrantes más comprometidos políticamente hablando de El Pais de Demà, el grupo creado a raíz de la reunión de Poblet en la que participaron varios ex cargos convergentes.

Los más destacados, como Marta Pascal o Carles Campuzano -depurados en su momento por orden de Carles Puigdemont de la dirección del PDeCat- rechazan cualquier posibilidad de anexión con el futuro partido moderado. El motivo, reconocen desde la Lliga, la participación destacada de Barrio y Bosch, muy críticos con el independentismo durante los años más duros del procés. Tras la decisión de la ejecutiva del PDeCat, que este diciembre aceptó finalmente subsumirse en JxCat, la vieja guardia post-convergente acaricia la idea de crear un nuevo partido desde el que plantar cara a la guardia pretoriana de Puigdemont, que se ha hecho con las riendas de su espacio político.

Artur Mas y Gordó

Pero es mucho más probable que lo hagan, si finalmente se deciden, aterrizando en una formación como Convergents, el grupo liderado por Germà Gordó -ex secretario general de CDC, investigado por la trama del 3%- que mantiene abierta la puerta al discurso independentista. De hecho, Convergents aparece para muchos como el vehículo creado por Gordó para facilitar el retorno de Artur Mas a la primera línea política, en caso de que finalmente oficialice el divorcio de Puigdemont. Pero Mas ha sido tentado también por pesos pesados del establishment catalán para plantar batalla a Puigdemont dentro de JxCat y reconducir el partido hacia la moderación.

En todo caso, desde la Lliga y Lliures dan por descartada la incorporación de este espacio, aunque no descartan fichajes puntuales de la antigua convergencia. Entre ellos, a cuadros decepcionados también con Mas, al que responsabilizan del asalto de la ANC al puente de mando de Convergencia que desde 2010 ha permitido la deriva del partido creado por Jordi Pujol en punta de lanza del independentismo unilateralista.

Más allá del futuro del PDeCat y sus cuadros más críticos con Puigdemont, la Lliga busca además a los jóvenes atraídos por el debate de Poblet. Se trata de activistas sin pasado de militancia política, que comparten afinidad ideológica con los planteamientos del nuevo partido en ciernes y ganas de crear un nuevo espacio. Aunque no todos los integrantes de ese colectivo coinciden en la necesidad de convertir lo que ahora es un espacio de debate en un nuevo partido político.

"No se trata de hacer una ensalada de letras sino de conformar un espacio atractivo para la gente adecuada", apunta por su parte Silvia Requena, ex dirigente de CDC y ex candidata de Convergents, ahora también en la órbita del nuevo partido. "Hay que sumar a personas con solvencia que puedan representar una oferta que dé esperanza" a ese electorado "huérfano" al que apelan desde la ruptura de CiU.

El objetivo, coinciden todos los impulsores del nuevo partido: "ser decisivos" en la formación de una nueva mayoría parlamentaria que rompa la división en bloques esquivando la repetición de un tripartito de izquierdas. Una opción que adquiere cada vez más peso tras la investidura de Pedro Sánchez y la alianza de izquierdas y nacionalistas en el Congreso.