En ocasiones es una evolución, en otras mera supervivencia. La política, como las creencias, no es inamovible. Tampoco lo es la sociedad ni los valores predominantes en ella. En vísperas electorales, el escrutinio de listas y candidatos se activa como nunca y las sorpresas afloran cuando la lupa baja al historial del pasado. En Euskadi los casos de evolución, supervivencia o confusión empiezan a conformar una larga lista en la política vasca. En la cita del 5-A varios casos han irrumpido con fuerza en la precampaña electoral. Son los ‘políticos 180º’, los que un día defendieron con vehemencia una camiseta y tiempo después arremeten o compiten contra ella. Lo hacen con el mismo convencimiento, sólo cambia la indumentaria y el argumentario.

Sin duda, en esta precampaña electoral el caso más llamativo es el del candidato de Vox por Vizcaya, Niko Gutiérrez. Junto a él han irrumpido los casos de Gema Zabaleta y Javier Madrazo y ha sobrevolado con fuerza el de Rosa Díez.

La izquierda abertzale contará en esta campaña electoral con el aliento de dos ex consejeros del Gobierno vasco; una lo fue con el PSE y el otro con Izquierda Unida. Ninguno milita en la izquierda abertzale pero han decidido salir en su apoyo y hacer campaña por lo que ella representa: una alternativa al nacionalismo, aseguran. Gema Zabaleta y Javier Madrazo son sólo dos de los firmantes del artículo en el que llaman a la unión de la izquierda bajo el paraguas de EH Bildu, “debe ser el punto de partida”, aseguran. Apelan a Otegi para que "ensanche" el proyecto para generar "complicidades con otras izquierdas": "Es una anomalía democrática", afirma Zabaleta, que las izquierdas aún no se comprendan y colaboren para conformar una alternativa sólida.

No se definen como independentistas pero abogan por hacer desde ahí un espacio “plural, independentista, soberanista, federalista o confederal” que tenga como suelo común principios como “el derecho a decidir”. En este camino la nueva líder de Podemos Euskadi, candidata a lehendakari, Miren Gorrotxategi, también ha defendido esa senda de unidad entre las izquierdas -Bildu, PSE y Podemos- para frenar al PNV.

A Zabaleta, exconsejera de Empleo y Asuntos Sociales en el Gobierno socialista de Patxi López, el PSOE hace tiempo que dejó de motivarle. La gota que colmó su vaso de simpatía cayó en 2017 con el apoyo socialista a la aplicación de artículo 155 en Cataluña. Poco despúes pidió la baja del partido. Bajo esas siglas había ocupado responsabilidades en las Juntas Generales de Guipúzcoa, fue senadora, diputada en el Parlamento Vasco y concejal en varios consistorios. Afín al ala más “vasquista” del PSE, Zabaleta hace años que se deja ver con la izquierda abertzale en actos y manifestaciones en apoyo a los presos de ETA o el derecho a decidir. Llegó incluso a apoyar la candidatura al Ayuntamiento de Bilbao de Jone Goirizelaia, la histórica abogada de presos.

Del PSE y EB a Bildu

El caso de Javier Madrazo guarda notables diferencias. Su origen se sitúa en el Partido Comunista y los movimientos asociativos. Perteneciente a colectivos cristianos de base y pacifistas, este maestro de instituto, estudiante de Teología, Ingeniería y Filosofía, fue durante 14 años el líder de izquierda Unida-Ezker Batua en el País Vasco. Fue bajo esas siglas como accedió a los gobiernos de coalición con Juan José Ibarretxe y el PNV durante dos legislaturas, desde 2001 y hasta 2009. Aquel último año en la primera fila política, Madrazo vio cómo el proyecto de EB con el que había logrado hasta seis escaños en la Cámara de Vitoria se hundía y sus bases se fracturaban en sectores críticos, uno de ellos liderado por Óscar Matute, hoy diputado en Cortes por Bildu.

Tras su salida de la política, Madrazo ha guardado discreción. Su presencia en actos públicos o políticos ha sido muy reducida. Su firma en el documento titulado ‘La izquierda con la que construir una nueva Euskal Herria’ ha vuelto a situarle en el foco político en vísperas del 5-A. En la izquierda vasca ha comenzado a insuflarse aire favorable hacía la búsqueda de entendimientos en esa clave de alternativa ante la derecha que representaría el PNV.      

El desplazamiento de posición de Madrazo y Zabaleta se produce en la senda de la izquierda. Nada tiene que ver con la dimensión de los virajes ideológicos de otros políticos vascos. El último es el del candidato de Vox por Vizcaya, Niko Gutiérrez. Su currículum político incluye 16 años en el PSE ocupando cargos, su paso a UPyD, junto a Rosa Díez, y el último salto a la formación de Santiago Abascal para encabezar una candidatura autonómica.

Gutiérrez arenga ya a sus simpatizantes desde la tribuna y bajo el brazo de Ortega Smith. Lo hizo el sábado pasado en Vitoria en el arranque de precampaña de su nuevo partido. Nació en el mismo municipio que 'Josu Ternera', Ugao Miraballes, la localidad a la que Albert Rivera acudió en campaña como hiciera en Rentería y que mereció el reproche de Gutiérrez por el modo de apuntalar el constitucionalismo elegido por el entonces líder naranja.

En estos años ha tenido contacto con Rosa Díez, otra de las políticas vascas de 180º. Díez ha figurado en las últimas semanas en las quinielas de listas de la coalición PP+Cs. Oficialmente desde el PP de Casado se asegura que nunca fue una opción real, pero desde hace un tiempo la exconsejera de Turismo del Gobierno vasco se mueve en la órbita popular con gran acogida entre muchos de los pesos pesados de la dirección nacional de Génova.

Del PSE y UPyD a coquetear con el PP

Rosa Díez ha sufrido una evidente evolución ideológica fruto de las discrepancias y de los varapalos electorales. Nacida en Sodupe en 1952, su trayectoria en política abarca desde el ejercicio de concejal en su pueblo hasta ocupar un puesto como el de diputada foral, parlamentaria en la Cámara Vasca -cuatro legislaturas-, consejera del Gobierno vasco de coalición de José Antonio Ardanza, diputada en Cortes y eurodiputada en Bruselas. En 2000 llegó a disputar la secretaría general del PSOE en unas primarias que le enfrentó a José Luis Rodríguez Zapatero, José Bono y Matilde Fernández. El alejamiento del partido, en particular por el modo en el que abordó las cuestiones en materia de lucha antiterrorista, víctimas y política territorial, le fue distanciando hasta que en 2007 pidió la baja de la formación.

Fue entonces cuando fundó UPyD, un nuevo partido con el que logró notable éxito en el Congreso de los Diputados. Fue el precedente de ‘la nueva política’ pero que no logró que se asentara. En 2015 los malos resultados le llevaron a abandonar la formación lila que ella había fundado hacía sólo ocho años atrás.

En este tiempo reciente ha habido otros ejemplos de transversalidad política en Euskadi, aunque de menor peso. Es el caso de Txema Urquijo. Durante casi una década fue asesor y uno de los responsables de la Oficina de Atención a Víctimas del Gobierno vasco. Fue uno de los hombres de confianza en la materia de un Ejecutivo de sensibilidad eminentemente nacionalista liderado por Juan José Ibarretxe e integrado por PNV, EA y Ezker Batua. Con la llegada del Ejecutivo socialista, Urquijo continuó siendo parte de aquel Gobierno, entonces en manos del PSE y con el respaldo externo del PP. A la llegada de Urkullu a lehendakaritza, optó por salir del Ejecutivo vasco y aterrizó en el Ayuntamiento de Madrid como asesor del gobierno municipal de Manuela Carmena (Ahora Madrid). Poco después llegaría el salto a la política vasca, esta vez por una nueva sigla: Más País, la marca de Iñigo Errejón. Lo hizo como candidato a las generales por Vizcaya.

En esa apuesta contó con el respaldo público de una de sus mentoras, Maixabel Lasa, la directora de Víctimas del Terrorismo en el Gobierno vasco durante una década. Un respaldo que precipitó la apertura de un expediente a Lasa por parte del PSE y su abandono del partido, por decisión propia, días más tarde.