Es su estado natural. Lo ha sido al menos desde que se fundó: dividido, sin tiempo a consolidar liderazgos y con tambores de renovación interna casi constantes. En sus cinco primeros años de vida Podemos Euskadi ha contado con cuatro secretarios generales. La última en asumir el cargo ha sido Pilar Garrido (Esparragosa de la Serena, Badajoz, 1966), una extremeña afín a la corriente de Pablo Iglesias y que recoge un partida fracturado -como lo hicieron sus predecesores- y con el que aspira a dar forma a una alianza de izquierdas en Euskadi que releve a la ‘casta’ del PNV.

Es la segunda ocasión en la que Garrido, doctora en derecho constitucional por la UPV, concurría en unas primarias. Esta vez se ha impuesto pero lo ha hecho en el proceso electoral con menor participación de cuantos han celebrado los morados vascos.
En febrero de 2015 la ilusión lo impregnaba todo. Aquel fenómeno novedoso que nació de la movilización social, de la reivindicación en ámbitos universitarios de izquierda y que logró sacar a amplios sectores sociales a las calles contra la ‘vieja política’. También en el País Vasco la Universidad del País Vasco fue uno de sus núcleos de activación. Como Garrido, el primer líder de Podemos en Euskadi, Roberto Uriarte, también procedía de las aulas universitarias como docente de Derecho Constitucional.

Cuando Uriarte accedió a convertirse en el primer secretario general del Podemos vasco lo hizo tras vencer a otras dos listas. Tres candidaturas en el primer proceso de primarias auguraban que la unidad de criterio no sería seña de identidad o que la ‘pluralidad’, dicho de otro modo, marcaría el devenir de aquel partido naciente. En el proceso electoral ‘fundaciónal’ participó casi el doble de personas que lo que lo han hecho en el último, el que ha designado a Garrido.

Uriarte duró poco, apenas 8 meses y medio, en el cargo. La conformación de las primeras listas electorales al Congreso y Senado y las pugnas por situar nombres en puestos de salida originó la primera decepción: Uriarte denunció los movimientos del “aparato del partido” que siempre soñó que no existiría, a imagen de las formaciones clásicas. Su dimisión estuvo marcada por la denuncia de prácticas impropias de formaciones llamados a nuevas formas: “Este partido ha empezado a desarrollar un aparato”, dijo, “es lo que hemos criticado de los viejos partidos, la política aparatera, es algo que no vamos a permitir”, aseguró en una rueda de prensa en plena calle de Bilbao. Entonces, Uriarte exculpó a Pablo Iglesias y situó la crítica en el entonces secretario de Organización, Sergio Pascual.

'Pablistas' y 'Errejonistas'

Después vinieron meses de inestabilidad y transición, hasta que se volvió a convocar el proceso para elegir a un nuevo secretario general. Para entonces las fractura entre ‘Pablistas’ y ‘Errejonistas’ ya era más que evidente. También la ebullición de sensibilidades en la formación. En el proceso se presentaron varias candidaturas, entre ellas la de Pilar Garrido, quien ahora, cuatro años más tarde, lo ha vuelto a intentar, ahora con éxito.

El 10 de marzo de 2016 la joven Nagua Alba, que lideraba una candidatura afín a Errejón -en la que figuraba incuso su hermano, Guillermo Errejón- se impuso. En su equipo también se encontraba quien año y medio después le sucedería en el cargo, Lander Martínez. Entonces Alba también se presentó con el discurso de intentar arrebatar al PNV del poder. La joven líder de Podemos, con apenas 25 años, intentó reconstruir el partido, volverlo a coser tras un proceso con tantas sensibilidades en liza.

No lo logró. En diciembre de 2017, Alba anunció que lo dejaba, que no agotaría el año de mandato que aún le restaba y que se dedicaría a centrarse en su labor como diputada en Cortes. Para entonces, la corriente Errejonista acumulaba debilidad a nivel nacional, tras el proceso de VistaAlegre II, si bien aún gozaba de buena salud en Euskadi. Muestra de ello es que en el proceso que siguió a la dimisión de Alba, el tercero en tres años, volvió a proclamar secretario general a un ‘errejonista’, Lander Martínez.

Este joven ingeniero informático, -hoy tiene 30 años-, y licenciado en Ciencias Políticas, ha sido quien durante más tiempo ha liderado la formación. Lo hizo desde que su candidatura se impusiera en un disputado proceso de Primarias en el que optaron al cargo hasta seis candidaturas. Durante su mandato Podemos pasó de convertirse en el azote del Gobierno del PNV y PSE a pactar con ellos los últimos presupuestos. Elkarrekin Podemos ha contado en esta pasada legislatura con 11 escaños y se ha caracterizado por no cerrar grandes acuerdos hasta el viraje dado a finales del actual mandato en su relación con el PNV.

Pérdida de escaños

Martínez apostó por su candidata, Rosa Martínez, para disputar la condición de aspirante a lehendakari a Miren Gorrotxategi, la candidata del sector ‘Pablista’. El resultado no dejó lugar a dudas, las bases de Podemos Euskadi seguían fraccionadas pero el sector afín a Iglesias era ya mayoritario: Gorrotxategi se impuso con un 56% frente a la candidata de Martínez, que logró un 43%. Ese resultado llevó a Lander Martínez a presentar su decisión y anunciar que no concurriría en las listas a las elecciones autonómicas.

Ahora, en el cuarto proceso de primarias para liderar el partido, el rastro que dejó Errejón ha sido arrinconado. Además de Gorrotxategi, afín a Uriarte -hoy diputado en el Congreso-, ambos cercanos a Iglesias, se suma Garrido, vinculada al secretario general de Podemos. Garrido ha sido responsable de políticas sociales del partido, además de senadora entre 2015 y 2019 y actual diputada en la Cámara Baja. Al igual que Gorrotxategi, defiende que urge abrir un nuevo tiempo en el que encauzar una nueva sintonía de izquierda que permita arrebatar el poder histórico al PNV.

Por el momento no parece que las encuestas se lo pongan fácil. Los últimos sondeos apuntan hacia un importante debilitamiento de Elkarrekin Podemos en los comicios del 12-J. La estimación es de una pérdida de 3 de los 11 asientos en la Cámara vasca.

El último revés que constata las diferencias en el seno del partido ha saltado hace sólo unos días. La polémica por las manifestaciones del portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, en las que afirmó que no era necesario investigar los GAL y a Felipe González por ser ésta una cuestión en la que “todo el mundo sabe lo que pasó”. La sorpresa la mostró EH Bildu, quien reconoció públicamente que se negaron a respaldar la petición de creación de una comisión de investigación suscrita por PNV, Bildu, ERC, CUP, JxCat y BNG. La propia formación en Euskadi tuvo que salir al paso con un comunicado en el que aseguraba que los GAL eran una cuestión que aún debían ser investigadas por respeto a las víctimas.

Quien hace sólo cuatro años fue su candidata a lehendakari, Pili Zabala, no ocultó su decepción por las palabras de Echenique y por la negativa a apoyar ahora una investigación que le hizo llegar el propio Pablo Iglesias. Zabala es una de las víctimas del GAL más reconocidas -ha impulsado una iniciativa para promover su investigación- y fue candidata a lehendakari en las elecciones autonómicas de 2016. La presión hizo que horas después, el partido rectificara y anunciará que finalmente apoyaría la creación de una comisión de investigación.