Es el último ‘romance’ de la política vasca. En realidad, es un amor forzado más por la necesidad que por la sintonía. Lo viven desde hace unas semanas la formación dominante de la política en Euskadi y la marca que irrumpió con fuerza hace tres años y que ahora se debilita a cada convocatoria electoral. Uno vive en minoría, el otro en la irrelevancia, pero juntos podrían salir de ambas. El PNV y Podemos no se parecen mucho, no al menos sobre el papel: la izquierda más extrema, con la derecha vasca más tradicional.

El idilio es en realidad un trío. En él también participa el PSE, que se beneficia del entendimiento inesperado. Se escenifica estos días en el País Vasco y podría tener consecuencias también en Madrid. La formación de Pablo Iglesias cerró el viernes la segunda reunión con el Gobierno de Iñigo Urkullu para explorar un acuerdo presupuestario que pueda salvar al Ejecutivo de coalición PNV-PSE de otra prórroga. Todo parece ya cuestión de flecos a resolver en una tercera cita que ya se anuncia. Al Ejecutivo le bastaría con un voto a favor para sacar adelante las cuentas que despejen definitivamente el fantasma de un adelanto electoral en el País Vasco.

Un acuerdo que refuerza también el acercamiento que desde hace meses reivindican los de Sabin Etxea para la política española. El PNV ve con buenos ojos apoyar el gobierno de coalición aún en construcción que firmaron Sánchez e Iglesias. De algún modo, los nacionalistas verían en él dos ‘autopistas rápidas’ de interlocución con un Gobierno de esas características; a través del Partido Socialista, con el que ya gobierna las principales instituciones en Euskadi y con el que las relaciones son fluidas, y a partir de ahora, si finalmente se confirma, con Podemos, el nuevo ‘salvavidas’ del PNV.

Para el PNV sería además completar el abanico ideológico de sus acuerdos y reforzar su perfil de hacedor de pactos, a izquierda y a derecha. En esta legislatura ha logrado firmar acuerdos relevantes con el PP, tanto a nivel nacional como en Euskadi, donde los populares han respaldado sus cuentas. También se ha sabido entender con el PSE en las principales instituciones que gobiernan en coalición. Incluso con EH Bildu lo ha hecho -si bien ahora la sintonía parece alejada- para definir las bases de un articulado para el futuro Estatuto de Euskadi. En la lista faltaba Elkarrekin Podemos, formación que ahora se perfila como su último ‘socio presupuestario’.

Acuerdo presupuestario

El movimiento de Podemos también parece más de supervivencia que de consenso. Hasta no hace mucho las políticas del PNV, en especial las económicas, representaban la síntesis de todos los males e injusticias. El año pasado la formación que lidera Lander Martínez llegó a reclamar cambios en las cuentas por un importe de 1.500 millones que llevaron al mismo consejero con el que ahora negocia a tildar de ilusorias e inviables sus aspiraciones. Es significativo que unas de las marcas que se integran en Elkarrekin Podemos, Izquierda Unida/Ezker Anitza –con dos escaños en el Parlamento Vasco- se ha desmarcado de apoyar cualquier acuerdo con el PNV al no percibir cambios relevantes en su proyecto presupuestario para 2020.

Podemos y Equo sí. Ahora esta parte de la formación se ha moderado en sus exigencias. Necesitada de resultados, de perfil institucional que le permita no encasillarse en la mera crítica y de paso frenar la fuga de votos que soporta –se ha dejado cerca de 155.000 votos en las últimas elecciones generales respecto a las que ganó en el País Vasco en 2016 con 335.000 votos- ha rebajado sus exigencias.

El acuerdo presupuestario también lo ha buscado el PNV desde el primer momento con Podemos. Sabedor de que el PP no se lo facilitaría, -desde la moción de censura que derrocó a Rajoy la relación está congelada-, y de que EH Bildu tampoco muestra disposición a rescatarles, el Gobierno vasco diseñó unas cuentas con claros giros hacia la formación de Iglesias. Lo hizo incluyendo lo que definió como una “perspectiva de género” en sus partidas y una política de “sostenibilidad” medioambiental. La primera se traduce en recursos para rebajar la brecha salarial entre hombre y mujeres, en fomentar la igualdad o en suprimir ‘barreras de género’. En total, 1.236 millones. Y en lo relativo al medio ambiente, el guiño del PNV se traduce en 540 millones más en políticas de sostenibilidad.

La contraoferta de Podemos requiere sólo de 350 millones de cambios en partidas, lejos de los 1.500 millones que reclamó hace sólo un año. La petición de una reforma fiscal, que el PP también reclamó y que desde el primer momento se negó el Gobierno, no tardó en guardarse en un cajón para facilitar el acuerdo. El caballo de batalla que aún queda por cerrar es de carácter social: incremento a las ayudas por la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), y planes para blindar a los más desfavorecidos en caso de un empeoramiento de la economía.

Una vía con Madrid

En Euskadi la sintonía es cuestión de días, en Madrid parece algo más lejana. Por el momento el PNV ha mostrado buena disposición y mano tendida para engrasar la operación que haga a Sánchez presidente y a Iglesias vicepresidente. Públicamente los nacionalistas no han cuestionado el acuerdo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, para ellos es la única opción posible ante una alternativa que incluiría a Ciudadanos y Vox, las siglas que más espantan a la formación de Andoni Ortuzar.

En los últimos tiempos, Podemos y el PNV han coincidido en no pocos ámbitos. La cuestión catalana, la política penitenciaria o el ‘caso Alsasua’ son sólo algunos ejemplos de posicionamientos compartidos. En octubre Podemos y el PNV, junto a EH Bildu secundaron una marcha en contra de la condena a los dirigentes del procés. Antes lo habían hecho en manifestaciones en contra de la condena a los agresores a dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua.

En su discurso también caben coincidencias totales o parciales en algunas de las cuestiones de mayor importancia para el PNV. Las demandas de un cambio profundo en la política penitenciaria que se aplica a los presos de ETA es otra muestra más de su sintonía. También lo es, aunque con respuestas diferenciadas, su consenso en apoyar un proceso en favor del derecho a decidir, o en actualizar el modelo territorial del Estado con una fórmula ‘confederal’ que facilite un nuevo encaje del País Vasco.  Aspectos que han sido clave para que Podemos se decante por la propuesta, aunque con matices, que el PNV presentará de un texto articulado en favor de un nuevo Estatuto vasco esta próxima semana.

El nuevo idilio a tres a tres entre el PNV, el PSE y Elkarrekin Podemos puede convertirse en el inicio de un nuevo ciclo de acuerdos con posibilidades de perdurar, no sólo a nivel autonómico sino también nacional. De ser así, la combinación de alianzas puede traer la salvación a dos presidentes en apuros: Urkullu y Sánchez.