Pablo, Tina, Jorge, Celia, Alba, Ana, Álex... Todos tienen algo en común: les robaron el móvil en España y consiguieron localizarlo en Marruecos. Difícil recuperarlo, por no decir imposible. Por eso recurrieron a las redes sociales para mostrar su enfado, adjuntando, en muchas ocasiones, pantallazos que demostraban que, efectivamente, su teléfono había acabado cruzando el estrecho de Gibraltar para llegar al país árabe.

En Twitter -ahora X- ya casi es un meme. Las bromas ácidas se entremezclan entre mensajes amargos de gente que sabe que puede dar su teléfono por perdido. Y no es algo nuevo, una búsqueda rápida basta para ver como las denuncias a través de esa red social se cuentan por decenas desde hace años. El patrón se repite una y otra vez. Los roban aquí, acaban allí.

Este periódico se ha puesto en contacto con fuentes de la Guardia Civil que participaron en una de las mayores operaciones de la historia contra los traficantes que se dedican precisamente a esto. Fue en julio de 2022, cuando los agentes consiguieron recuperar cerca de 1.200 terminales móviles que estaban ocultos en tres naves industriales ubicadas en Los Barrios (Cádiz). Allí los preparaban para enviarlos rumbo a Marruecos, pero en esta ocasión no llegaron a su destino.

"La investigación comenzó cuando una persona denunció que la localización de su teléfono aparecía allí. Y cuando nos llegaron varias denuncias similares vimos que estaba pasando algo. Las localizaciones que salían no eran exactas, pero nos llevaron a una primera nave donde había teléfonos de distintas naturalezas y luego descubrimos las otras dos. De los casos que conocimos la mayoría de las víctimas eran chicas, pero hay que decir que no es una muestra tan grande como para sacar conclusiones. En cualquier caso, todo nace de las denuncias de la gente. Aunque otros teléfonos han aparecido en aprehensiones en el puerto de Tarifa y Algeciras", explican a El Independiente.

Pero más allá de esa operación, las mismas fuente admiten que la ruta de los móviles de España a Marruecos es "una dinámica muy frecuente". Aunque los terminales hicieron en esa ocasión una escala en un su viaje: "Se roban habitualmente teléfonos y mucha gente termina diciendo que los localiza en Marruecos. Pero el nexo común es que aparecieron aquí, en el campo de Gibraltar, antes de llegar al otro país. Lo más habitual es que las sustracciones ocurran durante las fiestas o festivales. Por eso hay muchos robos en la época de junio y julio, que coinciden con muchas ferias de esta zona".

Precisamente por eso no es extraño que la mayoría de terminales incautados en esa operación fueran propiedad de gente del sur de España. Aunque durante sus investigaciones la Guardia Civil localizó a gente de todo el país: "Cuando recuperamos los móviles el procedimiento habitual es buscar el número IMEI -un código de quince cifras que es único para cada terminal- para intentar encontrar a los propietarios. Con muchos no tuvimos resultado, pero apareció gente de muchos lugares de España diferentes. Cádiz, Córdoba, Málaga, Sevilla, Granada, Jaén, el País Vasco... E incluso conseguimos localizar a gente que vivía en otros países de Europa".

Los puertos españoles claves en este proceso con el de Tarifa y el de Algeciras, desde donde se suelen efectuar los envíos. Por parte marroquí, el destino más habitual es Tánger. Pero, en la macrooperación policial de la que hablamos se pudo comprobar que en la cúspide de la pirámide había traficantes de las dos nacionalidades.

Para cruzar el Estrecho utilizan varios métodos. Uno de los más habituales es camuflar los terminales en camiones y furgonetas cargadas de enseres y objetos personales -completamente legales- que algunos ciudadanos marroquís mandan a su país en ferry. En algunos casos, los propios marroquís viajan con sus pertenencias, pero en otros se limitan a realizar los envíos. Aunque a veces todo es mucho más fácil que eso: basta con esconderlos en el primer hueco que encuentren de cualquier vehículo "normal".

Muchas víctimas también denuncian que los ladrones intentan hacerse pasar por el fabricante del teléfono o por la compañía operadora para extraer las claves del terminal, resetearlo y poder venderlo. "En nuestra operación localizamos móviles de todo tipo. Había iPhones, Samsungs, Xiaomis... No hay discriminación, sólo roban y roban. Aunque es cierto que a la hora de encontrarlos llegábamos a través de los iPhones, porque tienen un buen sistema de localización", explican desde la Guardia Civil.

¿Qué pasa con los móviles cuando llegan a Marruecos?

Sabemos por qué Marruecos es el destino favorito de los traficantes para vender teléfonos españoles. La clave es que en el país árabe no es efectivo el bloqueo IMEI, que una vez que se activa impide que el terminal sea usado en España. En realidad, hasta donde se sabe, este bloqueo sólo es efectivo en 44 países, lo que significa que podría venderse también en otros muchos lugares. Pero seguramente la cercanía con Marruecos haga el resto.

Pero más allá de eso, apagón. A pesar de lo evidente que es el elevado tráfico de teléfonos móviles desde España hasta Marruecos, sorprende ver la poca información que hay al respecto. Tan sólo algunas noticias de las dos o tres grandes operaciones (como la ya mencionada) y algún artículo más general. Pero, al menos de manera pública, sólo hemos arañado la superficie.

Y es que, entre otras cosas, seguimos sabiendo muy poco de lo que sucede con esos teléfonos cuando llegan a Marruecos. Para hacernos una idea quizás lo mejor sea recurrir a un curioso reportaje de El Confidencial, publicado en el 2019, en el que un periodista relata cómo le robaron su iPhone mientras cenaba en Madrid y cómo viajó a Marruecos para intentar recuperarlo. Porque, por supuesto, lo había localizado allí.

Visitó tres ciudades marroquís: Sidi Slimane, Larache y Rabat. Y spoiler: no encontró su teléfono. Pero de su relato se extrae que en el país árabe los mercadillos de objetos de segunda mano (entre lo que hay algunos robados) están a la orden del día. Mucha gente los utiliza para comprar de todo, incluidos teléfonos móviles. Hasta tal punto que es habitual ver iPhones en ciudades en las que ni siquiera hay tiendas de Apple.

Respecto a los zocos, los dibuja como lugares atestados de pequeños puestecillos, muchas veces ambulantes, que venden los teléfonos. Hay decenas de ellos. Algunos tienen móviles casi nuevos y otros muchos tienen evidentes signos de desgaste. Lo de gama baja están expuestos en la propia calle, pero los de gamas más altas suelen estar dentro de los establecimientos con mejor aspecto. Allí, entre calles que serpentean formando laberintos y donde se venden incluso animales muertos, puede estar su móvil.