Mientras Europa lleva una semana pendiente del Aquarius, el barco en el que 629 migrantes quedaron abandonados a su suerte en el Mediterráneo hasta que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ordenó que el puerto de Valencia admitiera el buque “por razones humanitarias”; A Coruña acoge por segundo año consecutivo Acampa, una iniciativa puesta en marcha por el colectivo Coruña contra a Guerra, que desde hoy hasta el próximo sábado 16 de junio reconstruirá un simbólico campo de refugiados para que los visitantes puedan sentir en qué condiciones viven millones de refugiados de todo el mundo.

“Este año, la propuesta, pone el foco en las migraciones causadas por el cambio climático. Los Jardines de Méndez Núñez se transformarán en un simulado campo de refugiados para que los visitantes puedan acercarse al día a día de millones de personas que esperan en distintos puntos del planeta una respuesta de ese primer mundo que está sordo”, explica Xoxe Abad, fotógrafo y coordinador de Acampa.

Parte de la columna vertebral de Acampa la componen siete exposiciones de fotógrafos de conflicto y fotógrafos documentales

Durante tres días, habrá debates, charlas, encuentros y actividades para todos los públicos. “Abordaremos la criminalización de las ONGs con Ernesto G. Maleno, de Caminando Fronteras y con Anabel Montes, de Proactiva Open Arms. Tendremos aquí al juez del CIES de Aluche, Ramiro García de Dios; al director de la ONG Aire; a ponentes como Victor Viñuales, fundador de ECODES, o a Valeria Bello, investigadora del Instituto Universitario de las Naciones Unidas para la Globalización, voces autorizadas que pondrán a los ciudadanos frente a una realidad a la que solo ellos pueden dar respuesta”.

Todo suma. Palabras e imágenes. Por eso parte de la columna vertebral de Acampa la componen siete exposiciones de fotógrafos de conflicto y fotógrafos documentales testigos de esos incómodos escenarios que se podrán visitar del 14 de junio al 25 de julio. “Este año contamos imágenes de Pedro Armestre, Juan Pablo Moreiras, Daesung Lee, Alessandro Grassani, Ariadna Silva y Lisa Murray, además de una muestra colectiva de la iniciativa impulsada por James Withlow Delano en Instagram, bautizada como Everyday climate change”, explica Abad.

La sobrecogedora mirada de todos los fotógrafos desvela al espectador la desgarradora realidad de las migraciones causadas por el cambio climático. Pedro Armestre está convencido de que, en cierto modo, algún día todos seremos refugiados climáticos. “Acabará afectando a ricos y pobres, nos vamos a ver en una situación crítica. Bien de manera directa o indirecta. En unos años, los éxodos migratorios serán imparables y las poblaciones se terminarán concentrando en las zonas más cómodas. La permanencia en esas regiones va a generar guerras y disputas por los recursos naturales. Sólo los más resistentes permanecerán”.

Sostiene Armestre que el migrante es un valor añadido para nuestra sociedad. “Si creamos los métodos adecuados para su integración, tienen mucho que enseñarnos y mucho que aportar. Para mí eso es la globalización. Permitirnos el lujo de compartir y nutrirnos todos de todos”.

En unos años, los éxodos migratorios serán imparables y las poblaciones se terminarán concentrando en las zonas más cómodas"

El fotógrafo, que trabaja para Save the Children, ha elegido Somalia para su exposición porque además de ser un país muy difícil, con una situación política muy delicada, un país en el que conviven épocas de sequías extremas acompañadas de otras lluviosas que arrasan con todo, fue un viaje en el que se dejó el alma. “Cuando ves la mirada perdida, agonizante, de un niño en estado de extrema hambruna sientes que algo de ti se va con él y que nunca podrás recuperarlo. Cada día que pasa tengo más fantasmas en el corazón. Resulta muy difícil pensar que esos niños que fotografié hace unos meses ya están muertos. Si no lo están, seguro que sufrirán lesiones en sus órganos de por vida. Sientes impotencia, sobre todo cuando existe la certeza de que el abandono y el embargo económico es una simple cuestión de números. Las personas no encajan en las macrocuentas de los estados”.

La exposición del colectivo Everyday Climate Change de la agencia Photo Op comparte espacio en la sala Salvador de Madariaga con Somalia en el olvido. El deshielo, la desertización, la superpoblación incluso las inundaciones protagonizan las quejas de este agrupación.

Las imágenes de Lisa Munrray recogidas de sus últimos viajes por el sur de Sudán, Etiopía, Vietnam, Filipinas y Tayikistán; la desaparición de las costas capturada por la retina de Daesung Lee; la migración medioambiental recogida en Mongolia, Bangladesh, Kenia y Haití por Alessandro Grassani y las tres realidades del paisaje gallego (los bosques autóctonos, las plantaciones de eucaliptos y de pinos y los montes quemados) atrapadas por la retina Ariadna Silva se reúnen en la sala de exposiciones del Kiosko Alfonso.

Al aire libre

Juan Pablo Moreiras expondrá en el exterior de Cantones una colección de 50 fotos que se colgarán en lonas de 2 metros. "El objetivo entiendo que es que lo vea mucha gente, y no sólo las personas que van expresamente a ver una exposición. Lo que a mí me gustaría contar es que hay muchas situaciones de miseria muy injustas, que es necesario mirar y comprender las causas, no sólo prestar atención a las consecuencias, como a menudo hacemos".

En su trabajo, además de migrantes y cambio climático, recuerda que tres de cada cuatro especies de primates se extinguirán en los próximos 50 años. "La vida de los grandes primates, la mayoría gravemente amenazados, está intrínsecamente ligada a la de los humanos, que no dejamos de ser otra rama de un mismo tronco común. Los grandes primates están en vías de extinción a causa de actividades humanas exclusivamente. Pero por otra parte, también suponen un beneficio y una fuente de ingresos para las poblaciones locales, como los gorilas de montaña de Ruanda, Uganda y la RD Congo, a través del turismo".

Frágil, así ha bautizado Moreiras su exposición porque alude al equilibrio que hace que la naturaleza funcione. "Un equilibrio frágil que se va tensando cada vez más. Por ponerte un ejemplo, el uso de pesticidas a gran escala está provocando la extinción de muchos insectos polinizadores, como las abejas, que sufren también el cambio climático y la pérdida de hábitat, todo causado en gran medida por el ser humano. Las abejas polinizan el 70% de las plantas de las que se alimenta el ser humano. Necesitamos a los insectos mucho más que ellos a nosotros", concluye.