Vista desde la carretera, Talamanca es un cúmulo compacto de ladrillos grises. Encaramado en una colina de la comarca del Bages, este pueblo de apenas 200 habitantes se ha convertido en el lugar más sagrado de los independentistas catalanes.
Sus muros han contemplado muerte y batallas durante más de 2.000 años. Desde que, en el siglo X, se construyó un castillo que domina los alrededores.
Es aquí donde Quim Torra, el presidente independentista de la Generalitat, acudirá este martes para participar en el homenaje de la Batalla de Talamanca, la última victoria de las tropas del infante Carlos sobre el ejército borbónico durante la guerra de Sucesión, el 13 de agosto de 1714.
Los caprichos de la Historia han hecho que esta batalla coincida con la fiesta mayor del pueblo dedicada, como en muchas localidades de España, a la Asunción de la Beata Virgen María, el día 15 de agosto.
Recuperada en los años 90, la política se ha encargado en convertir la tradicional verbena en un homenaje al soberanismo. En 40 años de democracia, el pueblo de Talamanca ha tenido apenas tres alcaldes, todos de la desaparecida CiU. Su actual regidor Josep Tarín Canales ha sido uno de los sostenedores de la lista oficialista de David Bonvehí.
Tanto Artur Mas como Carles Puigdemont solían asistir a las celebraciones de la Batalla de Talamanca. Fue aquí donde Mas reivindicó el rumbo soberanista, a pocos meses de la primera consulta independentistas, el 9 de noviembre de 2014.
El huido Puigdemont apeló al “espíritu de Talamanca” en la campaña electoral de 2015, que proporcionó a los independentistas la mayoría en escaños suficiente para organizar el desafío del 1-0.
La batalla de Talamanca
Sin embargo, el triunfo en Talamanca fue una victoria pírrica que no cambió el curso de la guerra dinástica que enfrentó al borbón Felipe V con Carlos II, de la Casa de Austria.
El conocimiento del territorio y el emplazamiento del castillo, que con apenas 500 metros de altura permite tener una vista completa de los alrededores, concedieron una ventaja el bando carlista que pudo ver desde lejos la avanzada de las tropas borbónicas.
Los 3.000 efectivos al mando del conde de Montemar fueron desbaratados en apenas un día. El 14 de agosto tuvieron que replegar hasta Sabadell, perseguidas por las fuerzas carlistas.
El éxito de la batalla no cambió el curso de la Guerra de Sucesión. Apenas un mes después, el 14 septiembre, la asediada Barcelona capitulaba antes el duque de Berwick.
El 18 de septiembre el castillo de Talamanca se rendía y era entregado al mando borbónico que se encargaría de derribarlo. De la antigua estructura apenas queda un trozo de torre redonda.
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