El precio exagerado de la ropa vintage, los flechazos en el metro, el postureo en Instagram o el enamoramiento en la edad adulta. Magüi (voz y guitarra rítmica), Sandra (guitarra solista y coros), Raquel (bajo) y Juls (batería) hacen de la cotidianeidad una canción con la que ellas y todos los que las escuchan se sienten identificados: desde los modernos de Malasaña hasta la portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy, que acudió a uno de sus últimos conciertos.

Estas cuatro jóvenes conforman Ginebras, un grupo diverso por el origen de sus componentes, pero también por sus letras y por los estilos que mezclan en sus temas. "Hemos creado un LP en el que es totalmente diferente una canción de la otra; seguramente haya personas a las que no les guste y personas a las que les haga bailar en su casa recién levantados de la cama", afirma Juls en una entrevista para El Independiente.

"Nuestras letras nacen de ir caminando por la calle y, de repente, escuchar una frase que nos ha gustado. Entonces, decimos: 'Oye, apuntad esa frase en la libreta de las ideas'. Es una libreta que solemos llevar con nosotras y ahí vamos anotando las barbaridades que soltamos por la boca", afirma. Es en los momentos más corrientes donde encuentran la inspiración: "Todo el mundo se ha enamorado en el metro o ha pensado: '¡Qué cara es la ropa vintage!'".

Este viernes presentan su primer LP, Ya dormiré cuando me muera, en el que hacen un repaso en nueve canciones por su breve historia. "El LP tiene algo que no tiene el EP, y es que hay canciones de cuando el grupo eran Sandra y Magüi hasta canciones como Chico Pum, que ha sido de las últimas que hemos compuesto. Al caber más, el disco abarca también épocas de la vida de Ginebras", explica Raquel.

En este álbum apuestan por la fiesta, la diferencia, la diversidad y por el regreso al sonido de los grandes festivales que no han podido celebrarse este verano. "Lo mismo te tocamos un rock 'n roll que te cantamos un ska", asegura Raquel, que agrega que, en este popurrí de sonidos "se nota que está Ginebras en cualquier canción en el estilo que sea". "Dentro del pop no nos hemos puesto a hacer un vals, pero no lo descartamos tampoco", dice Juls.

Magüi, procedente de A Coruña, y Sandra, de Aspe (Alicante), se conocieron en la universidad. Fue allí donde Ana, su actual tour manager, les animó a tocar juntas en algún escenario. "Hicieron sus bolos y empezaron a buscar bajista y batería", dice Juls, que recuerda que el recorrido de esta "banda de chicas" se remonta a febrero de 2019. "Raquel les salió por Tinder y a mí me conocieron por un amigo que teníamos en común", relata. 

"Sandra y Magüi conocieron a Juls en una fiesta y a Juls se le olvidó decir que vivía en Chiclana", bromea Raquel. La batería cuenta que, cuando le ofrecieron entrar en el grupo, tenía que marcharse de Madrid "porque tenía que terminar el TFG de la carrera y no tenía pasta". Pero "los astros se alinearon" y le ofrecieron un trabajo, por lo que pudo volver a la capital e incorporarse a la banda. 

"Les costó bastante encontrar bajista y batería", cuenta Juls, que declara que "hay chicas músicos y muy buenas, lo que pasa es que la gran parte ya tienen un proyecto o están ocupadas haciendo otras cosas". "Están por ahí, pero cuesta mucho amarrarlas", afirma. Estas dos artistas explican que la banda exige una entrega absoluta a todas sus componentes y destacan que querían que este proyecto lo llevasen a cabo "las cuatro empezamos desde el principio".

'Ya dormiré cuando me muera', el nuevo LP de Ginebras.

"Nosotras antes de empezar no nos dedicábamos a esto, no íbamos a vivir de esto antes y ahora tampoco estamos viviendo", confiesa la batería. Su objetivo es dedicarse por completo a la música y retomar las actuaciones "cuanto antes". En el periodo previo a la pandemia, cuando aún eran un grupo incipiente, "teníamos unas expectativas de tocar en festivales y de hacer una gira que empezase en octubre", pero finalmente esos conciertos se retrasarán al menos hasta febrero. 

"Como no teníamos nada, porque al final llevamos tocando muy poco, tampoco es que la pandemia nos haya afectado algo, sino que simplemente nos ha retrasado este momentazo de empezar a subirnos a los escenarios de los festivales", afirma Raquel. Ambas se sienten afortunadas por "cada bolo que nos dejan y consiguen hacer, porque las salas y los festivales están en una lucha constante y hay que estar muy agradecidas con estas personas que siguen confiando en la cultura y que apuestan por esto, así como la gente que viene a vernos, que son unos valientes".

"Ahora mismo parece que la cultura y el arte no se están tomando muy en cuenta. Es una cosa que está ahí y no se le está dando la importancia que realmente tiene", reflexiona la batería al respecto. En los bolos que han podido hacer en estos últimos meses han observado que "todo el mundo es súper educado y respetuoso, sabiendo qué es lo que hay que hacer y qué no se puede hacer", señala Raquel.

Raquel, que a sus 29 años es la más veterana del grupo y la única madrileña, expone que el nombre llegó de una ensoñación que tuvo Sandra, la guitarrista: "Se imaginó encima de un escenario con una banda y, en ese momento, se inventó un nombre en estado de medio sobá, que era Ginebra. Luego añadimos la 's', porque Ginebra ya existía y estaba ya en Spotify".

Hace unos meses, su versión de Con altura, una de las canciones más conocidas de Rosalía, se hizo "viral", puesto que dos concursantes de Operación Triunfo la interpretaron en una gala. Les conoció entonces "un público que a lo mejor no nos esperábamos", pero consideran que "el hit de Ginebras que ha triunfado" es La típica canción, en la que hablan de los guilty pleasures musicales, los placeres culpables que cada uno tiene.

Tarde o temprano, volverán a los festivales, como el FIB, en los que ya llamaron la atención el verano pasado. Por ahora, el público tendrá que conformarse con conciertos más pequeños y con las canciones de Ya dormiré cuando me muera.