Aunque hoy día a los más jóvenes les pueda sonar a invento de sus mayores, durante años en las playas españoles llovían regalos lanzados por avionetas. Sucedía tan solo una vez cada verano en las zonas agraciadas, lo que convertía al evento en algo insólito, excepcional, en un gran día de playa inolvidable. Sobre todo, para aquellos pocos que conseguían hacerse con uno de los trofeos que caían del cielo -normalmente, una pelota de Nivea o camisetas, llaveros, banderas de otras marcas- tras nadar mar adentro, a veces, más allá de la zona de baño delimitada por las boyas amarillas.

Esta tendencia se popularizó en la España de los 70 y los 80 después de extenderse en los 50 en Alemania. Primero solo avionetas regaban los mares con estos productos corporativos, después, los helicópteros también los repartían por levante y costa andaluza. Para algunas marcas la decisión fue decisiva: en nuestro país, el recuerdo está inevitablemente asociado a los balones azules de Nivea, la marca de cremas y otros productos de higiene personal.

"Tuve la suerte de montarme en uno: era impresionante verlo desde arriba. A medida que nos íbamos acercando a la playa, aparentemente tranquila, empecé a ver a todo el mundo como pulguitas. Saltaban de las toallas y corrían hacia el agua. Oían el ruido de la avioneta y ya sabían que era de Nivea. Era muy divertido, todo el mundo estaba mirando hacia arriba con los brazos extendidos", contó Gisela González, la directora de relaciones públicas de Beiersdorf, la empresa que comercializa Nivea, a El Confidencial.

"Cada vez que pasábamos por la playa se tiraban cientos de pelotas, todas las que cupieran en el habitáculo", recordó, explicando también que los balones no se lanzaban hinchados del todo, sino a medias, para que el viento no se los llevase demasiado mar adentro. González afirmó que el plan de la compañía era para visitar las playas más importantes del país durante el verano, para así llegar al mayor número posible de españoles.

La tendencia genera tanta nostalgia en muchos, que hace unos años un usuario de Change.org lanzó una campaña pidiendo que Nivea volviese a lanzar sus balones "en playas y piscinas", y que pretendía hacer llegar a la marca. La petición no tuvo éxito, pero está llena de comentarios que piden el regreso de estas avionetas: "Quiero que mis hijas vean una avioneta lanzando balones y que me digan 'corre, mamá, yo quiero uno', como yo hacía de pequeña", escribió en ella María Elena García Aroca.

"Jajajajajajajajaja… Gigantesco!!!! Yo soy de las que pienso que empecé a superar mis miedos cuando me lancé a por un balón de Nivea y llegué más allá de la boya (y volví)… En realidad, el balón siempre era lo de menos…", reza otro comentario publicado por una usuaria en un blog de El País al respecto.

"Cómo se me pudo olvidar algo así.. Cuando los helicópteros o avionetas hacían su temerario recorrido por la playa de Levante de Benidorm, allá en los finales de los 70, enjambres de bañistas más y menos experimentados en la natación se abalanzaban en pos de los deseados balones, como bien dices más lejos de las boyas si era necesario. Normalmente se hacían con ellos los playeros patrios. Los turistas europeos no podían competir con los codazos, empujones y toda suerte de estrategias más o menos burras que los ibéricos empleaban. Supongo que tampoco les iba tanto en juego… Lo peor era cuando el balón de marras decidía aterrizar en la arena plagada de sombrillas. Entonces todo el mundo corría, unos para intentar capturarlos, y otros para zafarse de los pisotones y carreras que no respetaban toalla ni cuerpo aceitoso. Todo un espectáculo de mis años adolescentes", le contesta otro comentarista.

Prohibido desde 1988

Pero por mucho que algunos pidan el regreso de este tipo de campaña publicitaria, lanzar vertidos sobre el mar y su costa está prohibido desde 1988. Se incluyó en la ley de costas, como se explicita en su artículo 56: "Estará prohibido el vertido de residuos sólidos y escombros al mar y su ribera, así como a la zona de servidumbre de protección, excepto cuando éstos sean utilizables como rellenos y estén debidamente autorizados", que afecta independientemente del dominio público marítimo-terrestre en que se realicen el lanzamiento.

Es algo que ven completamente lógica en Greenpeace, desde donde recuerdan que el mar es un espacio público y un lugar, como la biodiversidad y el patrimonio, que hay que proteger. "A nadie se le ocurriría tirar plástico en un monumento", ejemplifica el responsable de campaña de la asociación ecologista, Julio Barea, que además destaca la "barbaridad" que suponía arrojar balones de PVC, "un material que es supertóxico".

Además de balones de playa, las avionetas también lanzaban camisetas y llaveros. "Los lanzábamos sobre la arena y muchos de ellos con paracaídas", recordaba Dora Hernández, la gerente Tavisa, una empresa que lleva 35 años dedicándose a la fotografía y a la publicidad aérea, en conversación con El Independiente para otro artículo. La también vicepresidenta de la división de trabajo aérea de AOPA Spain, la Asociación en defensa de la Aviación General en España, apuntaba asimismo que causaron incidencias las pelotas hinchadas, que llevaban a los bañistas a lanzarse a por ellas más allá de la zona autorizada.

Lo que sí está permitido, y así lo confirman desde algunos ayuntamientos consultados, es la publicidad aérea en las playas desde avionetas pero con carteles que las aeronaves arrastran para que los bañistas los observen cuando estos sobrevuelan la línea de costa. Son permisos que deben solicitarse a la autoridad competente, y que hacen soñar a los publicistas con la posibilidad de poder lanzar alguna campaña similar, al menos, a las tan recordadas lluvias de regalos de aquellos veranos de los 70.