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El mito de la mujer gallega se humaniza en la 'Matria' de Álvaro Gago y María Vázquez

María Vázquez en 'Matria', la ópera prima de Álvaro Gago

María Vázquez en 'Matria', la ópera prima de Álvaro Gago Avalon

Siempre se ha dicho que las gallegas tienen fama de luchadoras tenaces, ejemplos de una energía estoica e infatigable. Al igual que las rocosas costas de su tierra, el carácter de sus mujeres se ha forjado a prueba de las inclemencias de la vida. Fueron ellas las que se hicieron cargo de lo que pasaba en tierra mientras sus hombres marchaban a faenar en alta mar, penélopes norteñas que aprendieron a gobernar en su ausencia y a establecer su propia matria.

El mito de la mujer gallega se ha sustentado históricamente en figuras como las de Rosalía de Castro, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán o Maruja Mallo, entre otras. Menos conocido es el caso de aquellas anónimas que, día tras día, resisten con su ejemplo sin el reconocimiento de los grandes cronistas. Quizá por eso el director de cine Álvaro Gago haya decidido homenajearlas en su ópera prima, Matria, que se ha estrenado este viernes en las salas de cine.

Para ello, Gago se inspira en Francis, la mujer que cuidó de su abuelo mientras este pasaba un delicado el luto por la muerte de su esposa. El cineasta vigués encontró en su ejemplo la mejor de las razones sobre la que construir su Matria, película homónima al corto de 2017 en el que esbozó esta idea. Un homenaje a todas esas mujeres que hacen del verbo cuidar una filosofía de vida.

Matria viene de estrenarse con éxito en la sección Panorama del Festival de Berlín y de triunfar en el de Málaga con un aplaudido debut y el Biznaga de Oro para su protagonista, María Vázquez. La actriz gallega da vida a Ramona, una mujer desgastada por unas condiciones laborales precarias, oprimida por un ambiente hostil en casa y angustiada por una relación tormentosa con su hija. En sus menudas pero poderosas espaldas, carga con sus propios problemas y también los de los demás, sin esperar nada a cambio o, por lo menos, sin atreverse a reclamarlo. Ramona es fuerte y sensible a la vez, no es ninguna heroína y tampoco una mártir. Puede ser áspera en sus formas, pero también tiene un gran sentido del humor que funciona como boya salvavidas para no hundirse en la desesperación.

María Vázquez en 'Matria' Avalon

Este drama social sigue la frenética estela de su día a día, sin apenas un momento para respirar, haciendo al espectador partícipe de una desasosegante sensación de asfixia. Aunque, más allá de recrearse en su miseria, también permite un hueco a la esperanza, iluminada por la vitalidad de una mujer con más ganas de salir adelante que de rendirse.

Álvaro Gago se aleja en su primer largometraje de ese cine social que viste el realismo de pornografía sentimental, prefiere la sugerencia empática al martirio explícito. La humanidad de su Ramona no se limita a hacerle pasarlo mal, sino a la representación de una vida sencilla con problemas complejos en una continua búsqueda por superarlos.

María Vázquez y Soraya Luaces en 'Matria'
María Vázquez y Soraya Luaces en 'Matria' Avalon

La matria de Ramona se sustenta gracias a su capacidad para sobreponer la vitalidad al dolor, paliando así la crudeza de una vida marcada por sus errores y limitada por su condición social. Ramona es asertiva, decidida y valiente, pero, como todos, también se equivoca y por eso sigue pagando los errores de una maternidad conflictiva y una relación abusiva con los hombres.

Gran mérito de la ternura y humanidad que atesora esta película se debe a la magnífica interpretación de María Vázquez. La gallega logra transmitir el nervio y la simpatía de una mujer en continua lucha contra sus circunstancias. Un personaje redondo en sus contradicciones; que no se doblega ante un patrón injusto, pero soporta cada noche las faltas de su pareja alcohólica; que cuida con cariño de un viudo desolado por el luto, pero es incapaz de conectar con su hija.

La película de Álvaro Gago humaniza en las carnes de María Vázquez esa mitología popular que envuelve la imagen de las mujeres gallegas demostrando que pueden ser tan fuertes y tenaces, como tiernas y sensibles. Pues, por mucho que la lluvia monopolice el gris de sus cielos, no hay nube lo suficientemente densa para tapar eternamente la luz de un sol que, tarde o temprano, siempre acaba saliendo.

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