El año pasado fue el primero de muchos en los que faltó a su tradicional cita con la Feria del Libro de Madrid una de sus más fieles acompañantes, la lluvia. La nueva directora, Eva Orúe, se estrenó en la pasada edición con el honor de haber vencido una de sus históricas maldiciones. Tanto es así, que la medida estrella de esta edición había sido la colocación de unas lonas de tela para cubrir la zona más castigada por el sol, en este tendido cultural que es el Retiro en primavera. Para desgracia de sus participantes, este año en el que la Feria cumple los 90, su incondicional compañera ha vuelto en este primer día para no perderse tan señalada celebración, pasando por agua su inauguración.

Iniciando su recorrido en el extremo sur de la Feria, un corrillo de autoridades, liderado por personalidades como el ministro de Cultura, Miquel Iceta, el alcalde José Luis Martínez Almeida o la vicelacaldesa Begoña Villacís, ha dado por inaugurada esta 82ª edición con la sonada ausencia de la reina Letizia, que no ha querido verse envuelta en la campaña electoral. En el cielo, el sol hace esfuerzos por escaparse entre el gris degradado de las nubes. Aún no llueve, pero el suelo está húmedo y el olor a hierba mojada refresca el olfato de los visitantes que pasean paraguas celosamente cerrados. En la caseta 65, Alberto, editor de Dos Bigotes, recomienda a una pareja de curiosos un libro de Valeria Vegas. La editorial especializada en temática LGTBQ+ fue una de las perjudicadas por la polémica con los pequeños editores. Tras encontrar hueco en la caseta de la librería Berkana, afirman estar contentos de volver un año más en la Feria. Sin embargo, temen los efectos de una lluvia que amenaza con protagonizar más días de los esperados.

Feria del libro de Madrid
Las casetas reciben sus primeros visitantes en la Feria del libro de Madrid.

Cerca, en el stand de la mítica Librería Machado, la librera comenta en alto: "bueno, tres ventas, no está mal", como intentando animarse frente al mal tiempo. En la 252, tres editoriales que llevan tres años yendo juntas, Círculo de tiza, Armaenia y Candaya, aseguran que ellas no tuvieron problemas con el nuevo reglamento y que el secreto de su éxito como caseta es precisamente que no se parecen entre ellas. "No tenemos mucha afinidad, pero precisamente por eso funcionamos tan bien", bromean.

Siguiendo el recorrido de la Feria es fácil hacerse una idea de los libros más buscados. Autores recientemente premiados como Hernán Díaz (Pulitzer) o Nuccio Ordine (Princesa de Asturias), novedades como Alejandro Zambra (Literatura infantil) o Alana S. Portero (La mala costumbre), clásicos contemporáneos de la talla de Stefan Zweig y Chaves Nogales, o escritores difuntos como Javier Marías o Almudena Grandes. Cada editorial se enorgullece de sus principales baluartes, como Tusquets, que mantiene su independencia de Planeta con una caseta propia, sacando pecho por su abanderado Princesa de Asturias de las Letras, Haruki Murakami.

Lonas para el sol en la Feria del Libro de Madrid
Lonas para el sol, el gran ausente del primer día de Feria.

Llegando al corazón de la Feria, ubicado entre el paseo de Venezuela y el de Uruguay, una gran espacio con el título de Indómitas llama la atención por la diversidad expositores que lo ocupan. En él, un popurrí de pequeños editores con proyectos de carácter más artístico y artesanal debutan en la cita del Retiro. "Llevamos varios años esperando la oportunidad y llegamos con muchas ganas, estaremos sólo este fin de semana, pero es que no podríamos permitirnos estar de otra forma", explica la editora de Piedra Papel Libros.

Un debut que se une al de la histórica librería Pérgamo, demostrando que, después de 90 años y 82 ediciones (la diferencia se debe al parón de la guerra civil), la Feria del Libro siempre tiene algo que celebrar. Sin embargo, la de este año tendrá que ser una celebración por goteo, la meteorología así lo ha querido. Porque, aunque el número de paseantes continúa aumentando con el pasar de las horas, la amenaza de la lluvia mantiene la incertidumbre. Las expectativas son buenas y la ilusión se conserva con la misma intensidad que cada año, pero el temor a que la invitada de siempre les agüe la fiesta ha marcado la primera jornada de una feria que se ha vuelto nonagenaria.