"Tengo trauma con mi nombre, nadie lo pronunciaba bien", admite. Además de Zahara (Úbeda, Jaén, 1983), la artista fue bautizada en su adolescencia como Merichane. Guarra, si buscamos su símil en el vocabulario común y vulgar. "Ahora me he desatado", afirma en su entrevista con El Independiente. No ha sido un acto espontáneo, sino un proceso de crecimiento tras muchas horas ante el espejo, tras numerosas sesiones con su terapeuta y después de un análisis pormenorizado de las vivencias que la han conformado.

Tras años escondida detrás de hojas, letras y escenarios, Zahara ha decidido homenajear al calificativo que marcó su juventud con Puta, un álbum en el que explora la vulnerabilidad y la fuerza como motores de propulsión idénticos. "No estaba preparada para hablar de todo lo que había vivido en público, pero a la par tenía la necesidad vital de escribir sobre ello", una saciedad que ha conseguido explotar en la montaña de rusa de emociones que enfrenta a la artista con sus fantasmas.

Pregunta.- Puta es la progresión de Santa pero, ¿crees que aquella Zahara es la misma que la de ahora?

Respuesta.- La Zahara que había en Santa (2015) y en Astronauta (2018) era la misma, lo que pasa es que no estaba preparada para ser tan clara, obvia y explícita. No solo en esos discos, en toda mi carrera. Mis canciones nacen de lo más hondo, pero la manera en la que tendía a contarlo era más compleja, más metafórica, más enrevesada. En ese laberinto me escodía para protegerme.

P.- Sansa, Merichane, Taylor, Dolores. Puta tiene una clara estampa femenina.

R.- Merichane era un nombre que tenía asociado al dolor y al hacerlo canción se ha convertido en liberación. Dolores es la historia de la copla como si fuera una mujer. Taylor fue el despertar que me pone a escribir y en Sansa me enfrento al personaje como si fuera mi colega. Hay un capítulo de Juego de Tronos en el que ella dice que gracias a todo lo que le ha pasado es la mujer que es. Si yo la tuviera delante le diría 'tía Sansa, no es gracias a eso, a pesar de eso eres una tía increíble'. No le vamos a dar las gracias a los maltratadores y los abusadores.

P.- ¿Has sentido rechazo de la industria por ser mujer?

Que yo fuera una persona con tanta determinación había sido siempre considerado como algo negativo"

R.- Me ha llegado una conversación que giraba en torno a mí de 'bueno, es que Zahara es un poco trepa', 'no veas la tía, que va a la suya', 'Zahara es que una ambiciosa'. Que yo fuera una persona con tanta determinación había sido siempre considerado como algo negativo. Son cualidades que, de haber ido dirigidas a un hombre, hubiesen sido positivas.

P.- En Puta abordas el crecimiento, el duelo, el dolor o el subidón. ¿Cómo ha sido desnudarse, musicalmente hablando?

R.- Cuando compongo el disco nunca tengo la sensación de que lo vaya a escuchar nadie. Escribo desde un impulso visceral y desde un vómito salvaje, en ningún momento me paro a pensar en el impacto. Con Merichane intuía que muchas mujeres se identificarían con pasajes concretos de la canción, porque no conozco a ninguna que no haya vuelto a su casa con miedo, como mínimo, una vez. Me parecía universal. Es ahora, en las entrevistas, cuando estoy siendo consciente y pienso, '¿Qué he hecho? Me va a dar un infarto'. Estaba hace un rato tumbada en la alfombra con mi hijo pensando, 'quiero cancelarlo todo'. Ya no puedo, por suerte.

P.- ¿Esperas poder ayudar a otras mujeres que han pasado por tu misma situación?

R.- Ahora veo que Puta puede hacer bien a otras, porque me lo han dicho, pero no era consciente de ello. Mientras te callas solo estás protegiendo a la gente que ha generado el abuso y al soltarlo te liberas. Si mi disco anima a la gente a contarlo, sería maravilloso. Al final yo no soy ejemplo de nada, soy una mujer transtornada con muchos traumas. No me siento abanderada y no quiero que la gente siga mi ejemplo.

P.- ¿Le damos la suficiente importancia a la salud mental en España?

R.- No, es muy muy pobre. Tengo amigos a los que les ha encantado que haya tomado este viaje gracias a la ayuda terapéutica, pero son incapaces de ir al psicólogo. Una de las conductas del ser humano es esquivarse, nos tenemos pánico, el confinamiento lo evidenció. Todos nos refugiamos en la cultura para evadirnos, porque somos incapaces de mantenernos la mirada frente al espejo. Estamos todos tullidos emocionalmente, pero preferimos tirar para adelante que pararnos a intentar observarnos.

"Nos vamos al medievo, a la oscuridad y la sombra. Ahora estoy sacando este disco, pero quizá dentro de un año me meten a la cárcel porque está prohibido hablar de estas cosas»

P.- Como víctima de abuso sexual, ¿qué opinas de que en España haya partidos políticos que no creen en la violencia de género, o que todavía haya juicios paralelos para culpabilizar a la víctima y no al agresor?

R.- Me dan ganas de llorar. Que Rocío Carrasco haya hecho más por las denuncias de maltrato que todo el sistema político y social habla clarísimo de las carencias que tenemos. Me altera muchísimo porque veo que nos vamos al medievo, a la oscuridad y la sombra. Yo estoy sacando este disco, pero quizá dentro de un año me meten a la cárcel porque está prohibido hablar de estas cosas.

P.- ¿Se han convertido las redes sociales en un torbellino de odio también para los artistas?

R.- No sé qué paso con Twitter, porque a mí me encantaba. Lo dejé porque me daba miedo escribir cualquier cosa. Yo era muy punk, me encantaba jugar. Twitter es como estar dentro de un coche, todo es mucho más agresivo. Te puedes sacar un moco porque te crees que no te ven. Luego la lías en un atasco. Tienes que ignorarlo y saber que ni todo lo bueno que te dicen es cierto, ni todo lo malo que te dicen es cierto... y seguramente nada de lo que te dicen sea cierto.

Twitter es como estar dentro de un coche, todo es mucho más agresivo. Tienes que ignorarlo"

P.- ¿Qué artistas te inspiran en la actualidad?

R.- María Arnal i Marcel Bagès. Me encantan los dos, pero ella me parece alucinante. Rigoberta Bandini. Me flipa lo que está haciendo, cómo mezcla los idiomas, su descaro. También Sandra de Delaporte. Vivimos un momento muy bonito de mujeres haciendo una música super inspiradora. Durante muchos años hemos convivido con la presión y la competencia de tener que odiarnos, y ahora que ha desaparecido eso hemos descubierto unas compañeras, amigas y aliadas maravillosas.

P.- ¿La canción que encapsula mejor el concepto creativo de Puta?

R.- Flotante, la primera del disco. Es la que mejor sintetiza todo lo que pasa luego. Para mí es como una intro, como si todo lo que fuera a pasar en el disco estuviera en esos dos minutos: está el grito, está el susurro, está Fiona Apple, está Lana del Rey, están todas esas mujeres que me han ido marcando en los últimos años.

P.- ¿Visualizas a la Zahara del futuro?

R.- Tal y como funciono ahora, ya me he imaginado el 2025. Me he dado cuenta, al poder compaginar la maternidad con el disco y con la gira, que solo estando en la música soy feliz. No quiero que pasen cuatro años más hasta que vuelva a sacar otro disco.

P.- ¿Está la industria quebrando la idea de que un artista no debe sacar más de un disco al año?

R.- Es una liberación. A pesar de ser independientes y de tener nuestro sello, al final estamos en un sistema y somos presos de él. Vivimos en la sociedad en la que vivimos, por mucho que queramos ir al monte, coser nuestra ropa y beber el agua del río. Estamos en una sociedad capitalista y yo vivo en el centro de Madrid. Estos gestos son anárquicos y fuertes. Quiero darle vida a Puta, pero eso no quita que quiera tener el siguiente álbum muy pronto. Lo mismo te digo esto y no lo compongo en cinco años.