Cuatro días. Fueron tan solo cuatro días (y tres noches). Donde los sueños se convierten en reales. Donde las estrellas se hacen más luminosas. Donde los puentes sirven más que nunca para unir.

Hay un entorno de campos de trigo y simientes, de ganado y vida sin aliento, cansina, rutinaria, de lamentos hacia dentro. Uno debe ser prudente, enseguida puede ser objeto de observación y de crítica.

Pero, de repente, puede llegar el amor eterno. Aunque solo dure cuatro días. No será fugaz por eso. Tampoco cambiará nada posteriormente, pero se llevará el corazón siempre y se recordará hasta la muerte. Es el recuerdo de algo más que una imagen, más que una fotografía que amarillea con el tiempo, más que un camino que se anda todos los días.

Y no, no tiene un final feliz. Porque la felicidad ha estado en el tránsito. En cuatro días para siempre

Los puentes de Madison son testigos y deudores de un amor sin límites. Aunque sea prohibido. Aunque sea literario o cinematográfico. Aunque sea cantado y musical. Y no, no tiene un final feliz. Porque la felicidad ha estado en el tránsito. En cuatro días para siempre.

Les recomiendo que se abstraigan de la película, de los magistrales actores que la interpretaron. Olvídense también de las normas, de lo correcto, de lo puritano, y de lo escandaloso. Déjense llevar por la música de Jason Robert Brown, váyanse con las voces de Nina, de Géronimo Rauch, de Manu Rodríguez, y de todo el elenco y entren en la historia de amor, en el alma soñadora.

En la escenografía, en la música en directo, en el devenir de personajes que van encarnando las escenas simultáneas, los momentos emocionales, el texto que nos van cantando de manera natural, abierta, sin ambages.

Sean almas abiertas, sientan la piel, sientan los labios, las manos, la libertad de amar, los puentes que se cruzan para unir, la ternura, la verdad.

Un amor verdadero puede durar solamente cuatro días. Cuatro días pueden ser muchas canciones, muchos sentimientos, mucha presión familiar, cuatro días pueden durar siempre. Alberto Negrin, el director, ha entendido esto, y nos lo hace ver con la belleza del montaje y el amor hacia los actores. Y la música, con la dirección de Gerardo Gardelin, amplitud de modalidades, melodías, country americano, blues, baladas, dúos donde magistrales voces se complementan de forma versátil, y se acoplan como un guante.

Voces que transmiten al cantar, una historia que llega al corazón, argumento que ya es un clásico de los romances de amor. Aunque sean solo cuatro días.

FICHA ARTÍSTICA

Libro: Marsha Norman

Música y letras: Jason Robert Brown

Basado en el libro de: Robert James Waller

Dirección Artística: Alberto Negrin

Dirección Musical: Gerardo Gardelin

Elenco:

Nina, Gerónimo Rauch, Julia Möller, Carlos Solano, Marta Valverde, Manu Rodríguez, José Navar, Paula Mori, Franco Yan, Inma Mira, Nando González, Alba Roben, Rubén López

Espacio: Teatro EDP Gran Vía