Nadie sabe cómo, por dónde ni cuándo entró el coronavirus en el norte de Italia. Tampoco quién lo introdujo. Hay 'paciente 1' y se llama Mattia, un trabajador de la fábrica de Unilever en Casalpusterlengo. Hay 'paciente 2' y es su esposa, embarazada de ocho meses. A Mattia se le considera, por el estilo de vida activo que mantuvo durante su período asintomático, como un supercontagiador. Jugó al fútbol, cenó con amigos, corrió maratones, acudió al centro médico sin que se activaran los protocolos contra el coronavirus: no había estado en China ni conocía a nadie que hubiera regresado de Wuhan.

Ahora ya hay cientos de pacientes, porque el goteo es incesante desde la tarde del viernes y las autoridades han confirmado ya más de 130 casos entre Lombardía, Véneto, Piamonte, Emilia Romagna y el Lazio. Pero no hay 'paciente cero'.

Durante un tiempo se pensó que ese paciente cero era Donato, un amigo de la infancia de Mattia con el que había cenado el 1 de febrero. Esta persona, con negocios en China, había regresado de Pekín diez días antes. Pero nunca dio positivo por coronavirus. Tampoco se han encontrado en los análisis restos de anticuerpos que indiquen que haya podido superarlo de manera natural. Donato no es el paciente cero.

"El paciente cero aún no se ha encontrado. Es difícil predecir la propagación", ha dicho en la tarde de este domingo Angelo Borrelli, director del servicio de Protección Civil, que ha justificado las medidas extremas del gobierno italiano: poner en cuarentena a más de 50.000 personas de 11 localidades de Lombardía y el Véneto, suspender el carnaval de Venecia, los partidos de la Serie A en estas regiones, cancelar clases en colegios y universidades, clausurar teatros, cines y museos. Entre otras cosas.

Hay varios interrogantes a resolver en el caso italiano, ya el cuarto brote más grande del mundo, por encima incluso de Japón y sólo por detrás de Corea del Sur, Irán y la propia China. Uno es el del paciente cero. El otro son las muertes.

El enigma de la muerte del Véneto

Una de ellas se trató de una mujer de 77 años de la zona de Codogno, epicentro del virus que ya ha sido bautizada como el 'Wuhan italiano' ante la preocupación de sus residentes, enclaustrados desde el viernes. En esta región se concentran ya unos 90 casos. La mujer fue contagiada, presumiblemente, en el centro médico por el que había pasado el 'paciente 1' antes de activarse las alarmas.

El interrogante principal es por qué murió, el viernes por la noche, Adriano Trevisan, un hombre de 78 años del pueblo de Vo'Euganeo, cercano a Padua, a 228 kilómetros de Codogno. Trevisan fue la segunda víctima del coronavirus en Europa, tras el turista chino que falleció en Francia hace unos días.

26 de los positivos por coronavirus en Italia se encuentran en tratamiento intensivo, según el jefe de Protección Civil

Trevisan no había tenido contacto con el 'paciente 1', ni había desarrollado actividad social más allá de ver el derbi entre el Inter y el Milán en un bar frecuentado por unos cuantos chinos, que permanecen en observación pero han dado negativo en los test del coronavirus. Es una muerte preocupante, porque aviva la teoría de que no haya uno sino dos 'pacientes cero'. Y que las autoridades todavía no hayan localizado a ninguno.

En su comparecencia de prensa, Borrelli ha subrayado que 26 de los positivos se encuentran bajo tratamiento intensivo, mientras que el resto presentan síntomas más leves. Pero se han realizado ya más de 3.000 pruebas y se espera que el número de contagios pueda crecer pese a las importantes medidas de seguridad establecidas por el Ejecutivo de Giuseppe Conte.

La Organización Mundial de la Salud ya ha alertado que las nuevas oleadas de casos en Italia, Irán o Corea del Sur están rompiendo los patrones de contagio y de seguimiento epidemiológico aceptados hasta el momento, lo cual estrecha la "ventana de oportunidad" para contener al virus en China, donde ha dejado ya más de 2.400 muertos y cerca de 80.000 contagios oficiales.