Comprende que la gente no se aclare con lo que debe comer y que tenga la sensación de que hay cierto caos cuando se habla de qué es comer sano. "Hay polémica porque hay muchos intereses comerciales detrás de los mensajes que se lanzan a la población sobre alimentación saludable y mi objetivo es empoderar a la gente para que no sean marionetas a las que la industria alimentaria pueda tirar de los hilos y decirles qué comer". Así de claro habla uno de los mayores expertos internacionales en dieta mediterránea, el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública Miguel Ángel Martínez-González. Desde 2016 este investigador en epidemiología es también catedrático visitante en Harvard y acaba de publicar junto a la periodista Marisol Guisasola ¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir (Planeta).

Martínez-González cree que a la confusión de la gente ha contribuido, además de la industria con sus intereses espurios, un cambio en la forma de entender la ciencia que hay tras la alimentación. "Antes se valoraban los alimentos por su composición química pero eso daba una respuesta muy superficial sobre lo que convenía comer para estar sano. Lo que da la respuesta definitiva es observar qué come la gente y qué le pasa a largo plazo. Eso requiere estudios de cohorte, como los que estamos desarrollando, que incluyen un grupo grande de personas, normalmente a partir de 5.000, que van informando de su dieta y su salud y se les sigue al menos durante cinco años", explica el catedrático. Un ejemplo es el estudio de enfermeras de Harvard que lleva siguiendo 120.000 personas desde 1976 o el estudio español Predimed sobre dieta mediterránea con más de 7.000 participantes.

Estos estudios son los que han permitido desterrar creencias, relata Martínez-González, como las que habían denostado el café o el huevo tiempo atrás. "Si analizas el café por su composición química, es el alimento que más cafeína contiene. Pero también tiene una mezcla compleja de sustancias, muchas de ellas polifenoles antiinflamatorios. Y lo que se ve a largo plazo en quienes consumen tres o cuatro tazas de café al día es que tienen menos mortalidad prematura, menor mortalidad cardiovascular y por cáncer y menor riesgo de diabetes. Ya sea con cafeína o sin ella", apunta el autor.

Otra de las buenas noticias es que el huevo no entraña un mayor riesgo cardiovascular para quien lo consume. "Por su composición, no hay un alimento con más colesterol que la yema del huevo y eso hizo que hace algunos años los cardiólogos lo desterraran de la dieta de sus pacientes de riesgo. Sin embargo, recopilando la evidencia de estos estudios a largo plazo hemos visto que su consumo no conlleva mayor riesgo cardiovascular y que además es una opción nutritiva y muy versátil", explica el científico que hace apenas unas semanas publicaba en Journal of Clinical Nutrition un estudio de análisis de evidencias a través del seguimiento de casi dos millones de personas en 39 investigaciones.

Vitamina D frente al coronavirus

Aunque es pronto para acumular evidencias sólidas, este especialista está convencido de que un cambio en la alimentación, tanto a corto como a largo plazo, puede influir en el contagio y en el pronóstico del Covid-19. "Lo que comemos puede determinar si resistimos o no al coronavirus", asegura el médico, que habla tanto en términos de contagiarse o no y de, una vez contagiado, el grado de dureza con que la enfermedad afecte. Para evitarlo, pone el punto de mira sobre el patrón de dieta mediterránea y, en especial, la vitamina D. "Está demostrado científicamente que la vitamina D previene frente a las infecciones virales como la Covid-19", asegura.

Prefiere el consumo de la vitamina en la dieta y a través de la exposición diaria de 15 o 20 minutos al sol antes que los complejos vitamínicos. "Se puede tomar esta vitamina en los pescados grasos, como salmón, atún, caballa o sardinas, y también en setas y hongos o huevos. No soy muy partidario de los complejos vitamínicos porque he visto la realidad de Estados Unidos, donde la gente toma comida basura y luego se cree que lo va a arreglar con un complejo vitamínico, las farmacias están llenas", incide.

La dieta puede ayudar frente al Covid-19 a corto plazo pero, sobre todo, a la larga. "La obesidad es el primer factor de riesgo evitable [el otro es la edad] contra el coronavirus. Tanto por el estado inflamatorio interno que ocasiona como por la dificultad respiratoria, que aumenta con el grado de obesidad. La pandemia no va a durar semanas, hablamos de años, estas personas deberían perder peso".

Casi siete españoles con sobrepeso de cada 10

El diagnóstico de este epidemiólogo sobre la alimentación en España es "malo, muy preocupante". "Nos han invadido las modas norteamericanas y cuanto más joven es la gente, más alejada está de un patrón dietético de alta calidad. Se come mucha hamburguesas, bollería industrial, bebidas azucaradas, exceso de calorías, de cárnicos, grasas saturadas, ultraprocesados, azúcares añadidos… por eso España está en los peores puestos del mundo de obesidad infantil y tenemos la paradoja de que lo raro en la población adulta es estar en un peso saludable. Hay más gente con sobrepeso y obesidad que en un peso adecuado", afirma Martínez-González.

El experto estima que cerca del 70% de los españoles padece sobrepeso u obesidad. "La Encuesta Nacional de Salud infraestima la magnitud del problema, porque es autodeclarado. El mejor estudio en la materia es el ENRICA que hace ya algunos años situó el sobrepeso y obesidad en un 62%. En base a eso creo que el porcentaje debe de estar ya cercano al 70%", afirma el investigador.

Por ello, en su libro expone los peligros de la pandemia de obesidad más allá del Covid-19, con datos tan preocupantes como los que afirman que entre 2016 y 2030 el porcentaje de adultos con sobrepeso va a aumentar un 16%, lo que significará un sobrecoste para la sanidad de casi un 60% más. "Es una situación muy preocupante y que además hace que la población española sea a la vez más vulnerable al coronavirus", añade.

Para luchar contra esas cifras, Martínez-González apuesta por la dieta mediterránea tradicional en la que incluye un alimento algo controvertido. Apunta a los beneficios de incluir el alcohol en la dieta, aunque con muchos peros: "En la gente joven, no. Pero en los mayores de 45 años que ya hayan bebido alcohol y para los que no suponga iniciarse en él, dos copas de vino diarias en hombres y una en mujeres son saludables, siempre que sea así, moderadamente, vino preferentemente tinto y en las comidas, no consumido como droga psicoactiva".

Seguir esa dieta mediterránea tradicional es fundamental para Martínez-González, que deja tres alimentos a incluir y tres a evitar. "Evitar lo primero bebidas azucaradas, después bollería industrial y cárnicos ultraprocesados, como hamburguesas, salchichas o kebabs. Lo que habría que incluir siempre es aceite de oliva vírgen extra y tres raciones semanales de legumbres y tres de frutos secos", concluye.