Es posible que sus manos y las de sus compañeros salven miles de vidas en los próximos años. Porque Sonia Zúñiga y sus colegas del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC trabajan desde enero en la búsqueda de la vacuna contra el COVID-19. "Empezamos con la pregunta del millón, ¿cuándo estará la vacuna?", arranca su entrevista con El Independiente esta científica que lleva dos décadas trabajando con coronavirus. Algo sabe.

En España se habla mucho de cáncer y de neurociencia, pero somos muy buenos también en virología"

En su centro, que dirige el científico Luis Enjuanes, consiguieron desarrollar en 2014 una primera vacuna contra el coronsvirus SARS que después fue perfeccionada en 2016. No obstante, la vacuna no llegó a comercializarse porque el virus -que había surgido en 2002- desapareció. El reto de ahora es mucho mayor: lograr una vacuna contra el COVID-19. Pero no, no empezamos por la pregunta del millón.

Pregunta: En los últimos meses, los científicos están en el ojo del huracán. ¿Cómo llevan la fama?

Respuesta: Nuestro trabajo normalmente no se ve. Está muy bien dar esta imagen de la ciencia y que la gente se dé cuenta de lo que hacemos, aunque a veces no sean conscientes de todo lo que hay detrás, de los tiempos. Las cosas en ciencia van despacio porque usamos sistemas vivos y eso lleva su tiempo. Todo el mundo quiere la vacuna ya, ya, ya, pero la ciencia tiene su propio tiempo. Esta exposición mediática está ayudando a conocer el tejido científico que tenemos en España, que es muy bueno. Se habla mucho de cáncer y de neurociencia, pero somos muy buenos también en virología.

P: ¿Cree que esta crisis ha hecho que mucha gente cambie su percepción sobre la ciencia?

R: Es indudable que se están poniendo en valor determinados sectores a veces olvidados. Todo el trabajo que se hace en la Sanidad, los científicos, hay que reconocerlo. Que piensen que al final valen para algo "estos que siempre están pidiendo dinero…"

P: Ahora, sí, la pregunta del millón: ¿cuándo?

R: No se puede decir una fecha concreta. China está a la cabeza, ha probado en animales y ahora tiene que ver qué ocurre con humanos. En Estados Unidos, el laboratorio Moderna, se ha saltado directamente los ensayos con animales y ha empezado con humanos. Es cierto que tenía un estudio previo con animales para otros asuntos, pero no para este virus. En su caso, no se sabe si en animales esa vacuna protege o no.

P: Ahora mismo hay una carrera entre laboratorios de todo el mundo por encontrar la vacuna. En este contexto en el que hay tanta prisa, necesidad y presión, ¿qué riesgos se corren? ¿Es peligroso por ejemplo lo que hace Estados Unidos de no ensayar con animales?

En una situación normal, pueden pasar entre cinco o diez años para desarrollar una vacuna"

R: La seguridad está más o menos garantizada. Al no tener un test previo en animales para saber si es eficaz con este virus, te puedes llevar la sorpresa en la fase 2: que no reproduzcan anticuerpos o respuestas inmunizantes. Si eso ocurre, el proyecto se pararía. Muchas veces los ensayos clínicos se empiezan y no se acaban. Cuando una vacuna viene avalada por ensayos previos preclínicos en animales y cuantos más modelos, mejor, más seguridad tienes de que en humanos podría funcionar bien. Pero eso lleva tiempo. Un candidato a vacuna desde cero hasta tener los ensayos preclínicos en animales conlleva un mínimo de entre un año y 18 meses yendo muy rápido. Y luego hay que añadir los ensayos clínicos. En una situación normal, pueden pasar entre cinco o diez años para desarrollar una vacuna.

P: Supongamos que dan con la vacuna en el CSIC, ¿qué ocurre después?

R: Cuando un laboratorio tiene un candidato a vacuna, se ofrece a las empresas farmacéuticas, que son las que disponen de la capacidad para llevar a cabo los ensayos clínicos y la tecnología para fabricar la vacuna.

P: ¿Y estas empresas pagan por el candidato a vacuna?

R: Normalmente sí se paga, sobre todo si la vacuna está protegida por una patente. En ese caso, la compañía tiene que pagar por la patente y por la futura explotación de la vacuna.

P: Al haber tanto organismos públicos como privados buscando la vacuna, ¿qué marcará el precio y la accesibilidad?

R: No lo sé, porque no es tanto público o privado. En EEUU se está llevando a cabo en Moderna, pero en colaboración con el NIH, el Instituto Público de Salud. Al final, salvo excepciones, los laboratorios solemos estar en organismos públicos y luego se transfiere todo a empresas privadas, que son las que tienen la capacidad. La empresa privada investiga pocas veces sobre estas cosas. Y el precio dependerá de la dificultad de desarrollar una vacuna, porque no todas tienen la misma tecnología o no necesitan los mismos controles. Hay vacunas fáciles y baratas y otras más caras.

P: Y la del coronavirus, ¿será de las caras o de las baratas?

R: Yo soy muy optimista y creo que va a haber más de una vacuna contra el COVID-19. Hay muchísimos proyectos en el mundo con tecnologías muy distintas. Probablemente las que más avanzadas estén ahora mismo sean las más sencillas y baratas de hacer. Al contrario, las más eficaces tardarán más y serán más caras. El precio dependerá de muchos factores, pero no será nada que no podamos asumir.

P: Dando por hecho que la vacuna tardará en llegar, ¿nos espera entonces como dicen una segunda oleada a finales de 2020?

R: La segunda oleada será más suave. Normalmente, en epidemias o pandemias la primera ola es mucho peor porque pilla todos desprevenidos. No hay nadie inmune en el mundo para un virus nuevo, por lo que esa situación es mucho peor que cualquier otra. En la siguiente ola lo que sucederá es que habrá parte de la población con inmunidad. No se sabe cuánto dura la inmunidad y cómo es de fuerte, es algo que se está estudiando.

P: Hay casos de gente que no ha desarrollado anticuerpos...

R: Sabemos que en algunos coronavirus como el MERS, la inmunidad es muy corta y dura meses o incluso semana. Otros como el SARS 2002 los anticuerpos todavía estaban ahí pasados 12 años. Para el COVID-19 no tenemos ni idea de cómo esla inmunidad. En cualquier caso, si viene una segunda oleada, habrá cierta inmunidad. La situación no es maravillosa y no estaremos protegidos todos, pero no se colapsará el sistema sanitario. Y ahí partiremos con la ventaja de que estaremos preparados después de lo que estamos viviendo. La incidencia siempre es menor en unas segunda oleada.

P: En verano parece que nos libraremos en parte del coronavirus, ¿por qué un virus sufre más con el calor?

R: Es cierto que el virus no se propaga tanto con el calor, pero con matices. Estos virus son muy sensibles a temperatura y a la radiación ultravioleta del sol, esto es un hecho. Entonces, el calor complica la transmisión del virus por superficie. Imagínese que hay una gota de virus en un banco: si hace frío, el virus está contento y la gota tarda en secarse; si hace calor, la gota se seca y el virus dura mucho menos. Toda transmisión que depende del contacto con superficie será más complicada con calor y buen tiempo. La gente, además, tiende a acumularse menos en espacios cerrados durante el verano. Pero en la transmisión persona a persona, la temperatura poco tiene que ver.