Facundo Manes contesta unos wasaps ya sentado, junto antes de comenzar la entrevista. "Es que en Argentina se acaban de levantar ahora", se disculpa. El prestigioso neurocientífico, que además es candidato a diputado por Buenos Aires, cree que las nuevas tecnologías no pueden cambiar el cerebro pero sí la conducta. "Facebook no va a modificar nuestro cerebro como no lo hizo tampoco la imprenta. Pero estar todo el rato en multitarea nos da la falsa ilusión de que somos más productivos, cuando somos menos".

Por eso lucha, como todos, por controlar el uso de las nuevas tecnologías y espera que poco a poco vaya calando el mensaje. "Ya hay evidencias de que estar todo el día conectados nos estresa, nos agota, nos impacta en el rendimiento. Está ocurriendo como con el tabaco, primero hubo datos de que era perjudicial pero se seguía fumando en los aviones o había médicos que lo promocionaban. datos pero igual los había antes con el tabaco, pero se seguía fumando en los aviones. Llevó décadas asumir que el tabaco hace mal e igual pasará con la tecnología, iremos tomando conciencia".

Manes dice que "no hay una dosis establecida", pero a sus hijos adolescentes les plantea un uso controlado después de hacer los deberes. "Te reconozco que es difícil, después de los deberes pueden estar una hora, a veces hora y media. Pero lo importante es que sepan que estar todo el día conectados les va a poner más irritables, ansiosos y menos productivos. Y que haya una sensación de límites".

Aunque a priori la pandemia no ha hecho sino aumentar el uso de la tecnología, el neurocientífico cree que se ha producido una especie de paradoja. "La pandemia ha sido un paréntesis. Complicó la cosa. El virus agarró lo mejor de nuestra especie y lo usó en nuestra contra. El contacto humano. Y hubo un gran auge de la tecnología pero creo que en el futuro mediato nos hará volver a valorar la charla, el mirarnos a los ojos… Sobre todo si queremos ser más felices".

Manes visita España por su recién publicado Ser humanos. Todo lo que necesitas saber sobre el cerebro (Paidós), que asegura nació por la pandemia. "El libro surge porque después de la peste negra, en el siglo XIV, surge el Renacimiento. Y el Renacimiento es un movimiento que busca las respuestas desde dentro. Y en esta pandemia, para salir mejor, necesitamos volver a buscar en el interior. Ahora tenemos datos, sabemos cómo funciona la cooperación, el altruismo, la empatía, la cognición social… Por eso la idea del libro fue dar las herramientas a la sociedad para entender nuestro interior porque solo podemos salir mejores si entendemos que tenemos que salir entre todos, si nos hacemos más humanos", explica, "porque los grandes problemas globales como la desigualdad, el cambio climático o el terrorismo no los va a solucionar ni la computadora más sofisticada ni la inteligencia artificial, los solucionaremos desde lo humano".

Lo humano es, para el neurocientífico, un buen uso del cerebro. "El corazón más que el origen es la víctima de las emociones. Nos enamoramos con el cerebro y eso repercute en el corazón", explica. Por ello, el neurocientífico incide en la importancia de cuidar el cerebro para "construir nuestro propio bienestar".

Construir el bienestar se hace aún más necesario tras los efectos que la pandemia está teniendo sobre la población y a los que las autoridades, asegura Manes, no han respondido como deberían. "El impacto psicológico de la pandemia va a durar más que la propia pandemia. La salud es una sola, no se puede dividir en física y mental y si bien se respondió con fuerza a la salud física, con las vacunas o los tratamientos, no hubo la misma respuesta ni en el mundo desarrollado a la salud mental. No hubo una gran psicoeducación masiva sobre cómo manejar el estrés, la angustia o la ansiedad. Y la salud es una sola".

El neurocientífico fija la mirada, especialmente, en cinco colectivos: los niños y adolescentes, porque están modulando sus emociones; las mujeres, porque hubo más trabajo doméstico y ellas lo asumieron más; los pobres, los sanitarios y los ancianos, porque había epidemia de soledad y se agravó. Es necesaria una respuesta central de los gobiernos, a través de los sistemas sanitarios y la psicoeducación".

Estudioso del cerebro y con varios libros centrados en este órgano, Facundo Manes cree que aún falta mucho por saber de él "aunque en los últimos años se ha descubierto más que en toda la historia de la humanidad". Duda si algún día se conocerá todo del cerebro pero desmonta un mito. "Es mentira que utilicemos solo el 10%, lo usamos todo. Mientras te hablo tengo activados muchos circuitos, del lenguaje, de la atención, de la memoria, el reconocimiento facial… Incluso cuando no hacemos nada el cerebro funciona muchísimo. Entra la llamada “red en reposo” que conecta neuronas que no estaban conectadas y pensamientos. Aún cuando no hacemos nada, el cerebro trabaja masivamente. Nunca descansa".