Nelly fue asintomática en la primera ola. Descubrió que había pasado el Covid, como tantos españoles, en un test de anticuerpos en verano de 2020. Incluso donó plasma en su hospital cuando se investigaba con la sangre de inmunizados para hacer nuevos tratamientos. Lo volvió a pasar, esta vez como una gripe muy fuerte, en diciembre de 2021. Pero su vida cambió con la tercera infección, en marzo de este año. "Enfermó mi hijo de ocho años y yo tras él. Sé que era ómicron porque contagiamos a mis padres y a él se lo dijeron en el hospital. Yo lo pasé leve, pero días después empezaron a dolerme las piernas. Dos semanas después se me hinchó una y empezó a quemarme. Me diagnosticaron una trombosis y a partir de ahí todo se torció", cuenta a El Independiente.

Al teléfono Nelly, de 41 años, advierte que responde a la entrevista con notas escritas: "Si no, no podría contártelo, la niebla mental me lo impide". Su Covid persistente empezó tras su segunda reinfección, cuando ella menos podía esperarlo. "Mi problema es que la gente como yo, joven, con una vida activa, no entiende que pasé un Covid leve y ahora estoy así, con 30 años más encima. La gente piensa que una vez lo has pasado estás protegido". Cuando se infectó por tercera vez, Nelly se había puesto ya las dos dosis de la vacuna.

Tras la trombosis se le agudizaron los dolores musculares, empezó un cansancio extremo y a ver cómo sus venas se marcaban cada vez más. "Pensé que estaba mejorando y de repente empeoraba. Un día me di cuenta de que no era yo", recuerda. Tras los síntomas físicos llegó la pérdida de memoria y concentración que la han llevado, incluso, a perderse en lugares conocidos. "Un día se programar la alarma del móvil y al siguiente no. Llevo a mis hijos al colegio a 800 metros y tengo que descansar en un banco antes de volver", explica Nelly, que sigue de baja laboral de su puesto como técnico de laboratorio. Toma seis pastillas diarias, para la circulación, para dormir y antidepresivos que le proporcionan energía.

El caso de Nelly, que pertenece al colectivo Long Covid Aragón, es menos infrecuente de lo que parece. Así lo confirma la neurocientífica Sonia Villapol, investigadora principal del Texas Medical Center de Houston, que asegura que "el riesgo de Covid persistente es acumulativo con cada nueva infección". "Aunque la gente puede tener la idea equivocada de que si tuviste una infección de Covid previa tu sistema inmune puede combatirlo más eficazmente, esto no es totalmente cierto debido al escape inmunológico de las nuevas variantes del SARS-CoV-2", explica la investigadora.

Aunque los datos hasta ahora son escasos, la práctica clínica confirma que en nuestro país se están desarrollando nuevos casos de Covid persistente, según Pilar Rodríguez Ledo, médico de familia y una de las expertas en esta nueva patología de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (SEMG), que está impulsando estudios e iniciativas. "Es muy reciente y no tenemos registros, pero sabemos que el long Covid también se produce tras la reinfección y que pacientes que ya tenían Covid persistente ven cómo sus síntomas se exacerban tras la reinfección".

Un estudio reciente de la Universidad de Washington - aún sin revisar por pares - corrobora estos datos y muestra que las personas que se han infectado dos o más veces tienen más riesgo de complicaciones o problemas neurológicos a largo plazo que las personas que solo se habían infectado una vez. La investigación analizó datos de 5,6 millones de personas de Washington (EEUU). "El estudio encontró que las personas con dos o más infecciones tenían más del doble de riesgo de morir y tres veces el riesgo de ser hospitalizadas en los seis meses después de su última infección en comparación con aquellos con una sola infección, además de mayores riesgos de problemas pulmonares y cardíacos, fatiga, trastornos digestivos y renales, diabetes y problemas neurológicos a largo plazo", afirma Villapol.

Distintos síntomas que en las primeras olas

Apenas pasó la primera ola de Covid empezaron a aparecer los primeros casos de Covid persistente. Los primeros estudios hablaban de un 10% de síntomas a largo plazo entre los infectados y las cifras llegaron a ser muy superiores en algunos estudios. Así, Villapol participó en dos estudios de Nature que cifraron en 80% de los pacientes adultos en los que persistía al menos un síntoma semanas después de la infección en 2020. También un 25% en el caso de niños y adolescentes. En ambos casos, las personas estaban sin vacunar.

En España, explica Rodríguez Ledo, hasta la quinta ola se estimó en un 10% el volumen de infectados que desarrollaban Covid persistente: "Ahora vemos que hay menos incidencia pero no tenemos datos de ómicron que nos permitan establecer una relación".

La portavoz de SEMG subraya que "los síntomas no están siendo iguales, ni siquiera en intensidad. Hay síntomas comunes, tanto de dolores generalizados, astenia, cefaleas como de pérdida de concentración. Pero hay otros neurológicos como la pérdida de olfato y gusto que son mucho más infrecuentes que al principio". Villapol corrobora que aún "no se sabe con exactitud si cada variante se asoció a unos síntomas específicos, pero sí por ejemplo que la variante ómicron afectaba en menor medida al sistema nervioso".

Igualmente Rodríguez Ledo cree que los datos preliminares hablan de un rango de pacientes que se va ampliando: "En la primera ola establecimos un perfil claro, mujer con edad media de 43 años. En aquel momento había menos personas mayores porque la enfermedad provocó mucha mortalidad y no teníamos datos de niños porque no había pruebas. Ahora, aunque sigue predominando la mujer, hay casos en un mayor rango de edades".

Menos casos con las nuevas olas

Las últimas subvariantes de ómicron BA.4 y BA.5 - que se están haciendo dominantes en muchos territorios - están siendo las más transmisibles y escapan a los anticuerpos generados frente a infecciones previas o las vacunas, "lo que deja a muchas personas vulnerables a la reinfección, y por lo tanto mayores riesgos de desarrollar Covid persistente".

Hay más gente vulnerable pero la proporción en la que afecta parece ser menor, según un estudio que cita Villapol publicado en British Medical Journal y que afirma que el riesgo de long covid es aproximadamente la mitad con ómicron que con delta. "Durante omicron se determinó que el 4,5% de los casos sufrieron síntomas persistentes comparado con el 10% de los casos durante el período de delta. Estos síntomas eran dependientes de la edad y del tiempo transcurrido desde la última dosis de la vacuna. Aun así, muchas más personas se han infectado durante la onda de BA.2 de ómicron que durante la de delta, por lo tanto el número total de pacientes de Covid persistente será más alto", explica la investigadora española afincada en EEUU. "Se estima que una cada 23 personas infectadas sufrirá Covid persistente. Hacen falta más datos para evaluar el impacto real en las personas infectadas con las mismas variantes, y sobre todo conocer el impacto de las subvariantes BA.4 y 5".

Esa es una de las grandes incógnitas de la pandemia que aún quedan por despejar. Otra de las que poco a poco se va comenzando a iluminar es la del origen del Covid persistente. Una de ellas, cada vez más constatada, es la presencia de reservorios del virus en el organismo: "Recientemente se ha visto que la proteína Spike del coronavirus estaba en pacientes con Covid persistente hasta un año después de la infección, lo que provocaría una inflamación crónica en los tejidos", apunta Villapol.

Otra de las hipótesis es una "inflamación crónica a raíz de una exagerada respuesta inflamatoria en el cuerpo que rápidamente se convierte en inflamación y daño microvascular en el cerebro". También se cree que el virus que persiste en el organismo "produce disbiosis de la microbiota intestinal y alteraciones gastrointestinales y en el sistema inmune". Por último, "la autoinmunidad y el ataque a nuestros tejidos por parte de los autoanticuerpos generados después de la infección" sería la última de las hipótesis sobre el origen del Covid persistente. "Quizás varias de estas causas coexistan, por lo tanto, se debería de pensar en tratamientos personalizados", concluye Villapol.

Los tratamientos son actualmente todo un reto para los enfermos de Covid persistente como Nelly. "Yo aún estoy asimilando la enfermedad y a diferencia de otras personas con las que voy a terapias que han asumido que no se recuperarán, yo sí estoy luchando por recuperarme, por volver a ser funcional en mi vida laboral y familiar. Aunque me conformo con llegar al 70 u 80% de lo que era", afirma.

Para recuperarse, la aragonesa acude a fisioterapia, sesiones de recuperación de memoria y participa en un ensayo clínico sobre daño neuronal en el Covid persistente: "Hago todo lo que me dice mi médico, en cuanto mis hijos se duermen pongo las piernas en alto y hago mis ejercicios de memoria. Estoy trabajando mucho para recuperarme. Por eso me sorprende tanto cuando veo a la gente sin mascarilla en interiores, no entienden lo que puede pasar".