De un día para otro, todo quedo cerrado. Colegios, tiendas, restaurantes. Salir a la calle estaba prohibido sin una justificación. Dos años después de la salida del confinamiento las evidencias de cómo perjudicó la salud mental son sobradas. Un estudio en The Lancet a final de 2021 constataba que la ansiedad aumentó un 26% y la depresión grave un 28% con datos de todo el mundo. Mujeres y adolescentes fueron los más perjudicados.
Ahora un nuevo estudio liga esta ansiedad y depresión sufridas durante el confinamiento por el Covid con una mayor acumulación de la proteína amiloide en el cerebro cuando no hay síntomas de la enfermedad, en la llamada fase preclínica. "Estudios previos habían demostrado una relación entre la acumulación de proteínas patológicas en la base silente de la enfermedad de alzhéimer con la ansiedad y la depresión", explica Eider Arenaza-Urquijo, investigadora del estudio y responsable de equipo en el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, un centro impulsado por LaCaixa.
Por ello, en este estudio los investigadores querían ver si esos aumentos de ansiedad y depresión se daban más en personas que podían estar en fases preclínicas de la enfermedad, es decir, sin síntomas. "Lo que observamos es que las personas con una acumulación patológica de la proteína amiloide en su cerebro antes de la pandemia sufrieron significativamente mayores niveles de ansiedad y depresión. Estos resultados se daban sobre todo en mujeres, y esto es importante, porque en las mujeres normalmente reportan más niveles de ansiedad y depresión y tienen mayor riesgo de desarrollar alzhéimer", apunta Arenaza-Urquijo.
El estudio que se ha publicado en Neurology se llevó a cabo con 921 participantes del estudio ALFA, uno de los más amplios del mundo dedicado a la detección precoz del alzhéimer. Cuenta con más de 2.700 participante entre 45 y 75 años sin alteraciones cognitivas y en su mayoría hijos o hijas de personas con alzhéimer.
En la investigación que ahora se publica, se contó con 921 participantes del estudio ALFA y se analizaron los biomarcadores de la enfermedad de alzhéimer en 254 personas. La investigación contó también con científicos de la Universidad de Gotheburg, el Centro para Enfermedades Neurodegenerativas de Hong Kong, la Universidad Pompeu Fabra, el Hospital del Mar Medical Research Institute y el CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES), entre otros.
Con ellos se estudiaron factores sociodemográficos y sus resultados en el
cuestionario de la escala de ansiedad y depresión hospitalaria HADS (Hospital Anxiety and Depression Scale) antes y durante el confinamiento. Mientras que de forma previa, la mayoría de los participantes tenían unos niveles estándar de depresión y ansiedad, el confinamiento hizo que un 16,6% sufrieran mayor ansiedad y que un 9,9% declararan síntomas de depresión. Un impacto que los investigadores califican de clínicamente significativo en base a otros estudios y que consideran puede impactar en su calidad de vida.
Tras este análisis, los investigadores vieron que había una relación entre ambos aspectos. "Los que estaban en fase preclínica de alzhéimer, con proteína pero sin síntomas, sufrieron más ansiedad y depresión en el confinamiento por Covid con aumentos sifnificativos". Como explica la investigadora, esto puede suponer que "las personas en fase preclínica son más susceptibles a los efectos de los estresores y que esto podría acelerar su progresión clínica", afirma la investigadora.
La investigación sienta las bases para ver las posibles consecuencias a medio o largo plazo del confinamiento. "Este es el primer paso para entender si el confinamiento y la pandemia podrían acelerar el proceso patológico del alzhéimer y la progresión clínica de la enfermedad en las personas que tienen mayor riesgo de desarrollar alzhéimer", concluye la investigadora del BBRC.
Tras esta primera fase del estudio, los investigadores han continuado recopilando datos "para ver si se acelera la deposición de la proteína o si se acelera la aparición de síntomas", explica Arenaza-Urquijo. La investigación ha incluido también ahora recolección de sangre para determinar si hubo infección por Covid así como otros parámetros como sintomatología de Covid persistente o estrés postraumático.
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