Alargado y estrecho, formando la cara geográfica de la Península Ibérica, se encuentra Portugal. Patria de navegantes, comerciantes, exploradores y aventureros, la antigua Lusitania ha tenido un peso en la Historia inversamente proporcional a sus pequeñas dimensiones.

Este legado histórico heredado por tantos de sus pueblos y ciudades, unido a un clima agradable, buena gastronomía a bajos precios, bosques y las bonitas playas de su salvaje costa batida por el Atlántico, hacen de Portugal un lugar perfecto para recorrerlo sin prisas.

Te llevaría semanas desentrañar todos los bellos secretos que oculta Portugal. Por ello, si dispones de menos tiempo y quieres ver lo mejor, en Skyscanner proponen los que consideran los 10 lugares más bonitos de Portugal, esos que no te puedes perder:

Lisboa

La vieja, melancólica, histórica y bella Lisboa es el mejor punto para comenzar cualquier recorrido por Portugal. Situada en los bancos de la desembocadura del Tajo en el Atlántico, las colinas que la rodean están cubiertas por vetustas casas que parecen agarrarse a ellas como si les fuera la vida. Subiendo por los estrechos callejones tendrás las mejores vistas de la ciudad.

Escucha los tristes fados que emergen de las tabernas del histórico barrio de La Alfama. Disfruta de una buena cena y continúa la fiesta hasta la madrugada en los múltiples locales llenos de vida de Bairro Alto. Visita el Castillo San Jorge, La Baixa (centro de la ciudad), la Plaza del Comercio, y toma el mítico tranvía 28 para recorrer los barrios más emblemáticos de Lisboa.

Sintra

A tan solo media hora de tren de la capital se encuentra un pueblo de cuento. Sintra fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1995. Sus estrechas calles adoquinadas están jalonadas por casas de colores en cuyos bajos encontramos un popurrí de tiendas de suvenires, chocolaterías y restaurantes. 

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Madeira

La isla de Madeira, perdida en el Atlántico, es un paraíso natural. Montañas y acantilados tapizados de verde, fuentes naturales, playas y calas solitarias y verdes prados. Añádele a todo eso unos pequeños pueblos pintorescos y una gastronomía basada en el fresco pescado del Atlántico y quedarás atrapado como Robinson Crusoe.

Comienza en la capital, Funchal, con los descensos de sus empinadas calles montados en una especie de cesto de mimbre. Alquila un coche y explora las montañas del interior de la isla, que harán que pienses que te encuentras en las Highlands escocesas. Después dirígete a la costa y descansa en las playas escondidas que miran hacia la nada.

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Oporto

Recorre su centro histórico a pie y llega a las bellas casas de La Ribeira, donde desemboca el río Duero. Descubre sus puentes y disfruta de un buen pescado regado con vino verde en los restaurantes de la playa de Matosinhos o, si eres un poco friki, tómate un café en la segunda planta de la famosa librería Lello & Irmão. Considerada una de las tres librerías más bonitas del mundo, dicen que fue aquí donde J.K. Rowling, la escritora que creó a Harry Potter y residió 10 años en la ciudad, se inspiró para dar vida al mago.

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Cascais

Cascais, junto a su vecina Estoril, fue la residencia veraniega de algunas monarquías europeas entre las décadas de los 30 y 50 del siglo pasado. La aristocracia tomó este pequeño puerto del Atlántico y los casinos, palacios, mansiones y restaurantes caros proliferaron rápidamente.

Hoy en día su aura de exclusividad ha decaído de manera considerable pero sigue siendo lugar de veraneo de la clase media-alta lusa. Pasea por sus tranquilas calles cercanas al puerto, tómate un rico helado en la histórica heladería Santini o practica el windsurf y el surf en las cercanas playas de su costa Atlántica. Una gran escapada a tan sólo 25 km de Lisboa.

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Óbidos

Las fachadas blancas de las casitas de Óbidos relucen al sol cuando el rey cristiano Alfonso Henriques la reconquista de manos árabes para regalársela a su mujer, la reina Isabel. Desde entonces, y hasta finales del XIX, Óbidos fue propiedad de los reyes de Portugal.

La bonita ciudad está amurallada y coronada por una fortaleza de origen musulmán. Entrando por la puerta de Santa María, visita la iglesia Matriz de Santa Maria y la Capela de São Martinho. Si eres de los que se mueren por el dulce, acércate a Óbidos en marzo, cuando se celebra un festival internacional del chocolate.

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Algarve

Sol, playas y mar atraen a turistas del norte de Europa durante todo el año en esta región bendecida con un clima agradable. Pero el Algarve ofrece mucho más que eso. La capital, Faro, sigue pareciendo estancada en el siglo XVIII, y Lagos y Sagres nacieron en tiempos de los romanos.

Sagres, con su fortaleza del siglo XV y el mítico Cabo de San Vicente, fue el lugar desde el que el gran rey Enrique el Navegante lanzó sus expediciones exploradoras que tanta gloria y riqueza trajeron a la corona portuguesa.

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Guimarães

Otra de las ciudades portuguesas cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. El monumento más característico de Guimarães es el castillo medieval, del siglo X, y el Palacio Ducal, del siglo XV y que ahora funciona como palacio y museo. Empápate del ambiente medieval que se respira en la Rua de Santa Maria y escápate a la montaña de Penha, donde tendrás unas vistas inmejorables y podrás elegir entre varias rutas campestres.

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Coímbra

Esta antigua capital de Portugal se encuentra casi a medio camino entre Oporto y Lisboa. Coímbra es conocida por su universidad, donde se imparten clases desde 1290, siendo una de las más antiguas de Europa. Sus estudiantes aún visten las capas negras que les identifican.

Su toque medieval, con iglesias y calles de aquella época, hacen que sea considerada la ciudad más romántica de Portugal. Sube al recinto de la Universidad, desde donde se divisa Coímbra y el río Mondego, y declárate a tu pareja.

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Évora

Con 2.000 años de antigüedad, Évora muestra una mezcla de culturas y estilos arquitectónicos única en Portugal. Templos romanos, fuentes del Renacimiento, construcciones góticas, y las laberínticas calles de estilo musulmán del distrito de Mouraria, te llevan a la plaza de Giraldo, donde tiempo atrás se realizaban ejecuciones públicas y hoy te puedes tomar un café en una de las terrazas al aire libre.

Situada a los pies de la montaña que lleva el mismo nombre, también ofrece interesantes atractivos a los amantes de la naturaleza.

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