Yolanda Díaz sorprendió en la tribuna. Podía haberse limitado el miércoles, en su defensa de su proyecto de ley de reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, a una faena de aliño en la que sobre todo responsabilizara al PP por su no. Era lo esperable, lo que hasta ahora había hecho siempre la coalición cada vez que Junts unía sus votos a los de los populares y la ultraderecha. Nada de tocar más de un pelo a los posconvergentes, nada de ir al choque, nada de cruzar ninguna raya. Mejor cargar la culpa sobre los hombros del PP, el partido líder de la oposición pero con el que los puentes están rotos, y desde hace mucho tiempo. Pero la vicepresidenta segunda siguió una estrategia muy distinta. Propia. La de ir al choque con los posconvergentes, visibilizar su profundo enfado con ellos por impedir el debate de una medida que beneficiaría a 12,5 millones de trabajadores, meterles en el pack de "las tres derechas", asociarles al ala "más reaccionaria" de la "patronal española". La titular de Trabajo y Economía Social golpeó al estómago de la portavoz independentista catalana, Míriam Nogueras. Sin complejos.
Algo que nunca había hecho públicamente el PSOE. Y, de hecho, esa primera intervención de Díaz, vehemente y dura contra Junts, no convenció al núcleo duro de Pedro Sánchez. Por lo que pudiera pasar. Porque conviene "no romper puentes", decían.
La primera intervención de Díaz en el pleno, muy dura contra Junts, con un tono y un contenido al que nunca se había atrevido la coalición en público, no gustó al núcleo duro de Sánchez, partidario de no desairar a los de Puigdemont, de no "romper puentes
Pero, pasadas las primeras horas desde el pleno del miércoles, en el que las enmiendas de totalidad de PP, Vox y Junts vencieron al proyecto del Gobierno por 178 votos a 170, los socialistas creen que las piezas siguen en su sitio. Que, como esperaban, y pese a la tormenta por el recorte de jornada, cada negociación con la derecha independentista catalana tiene su espacio y su carril y una no contamina a la otra. Y que, por tanto, el diálogo sobre la ley de mayor peso que el Gobierno tiene en cartera, la de los Presupuestos Generales del Estado de 2026, no está amenazado. Otra cosa es que finalmente las conversaciones concluyan sin acuerdo, pero esa opción, más que probable, siempre estuvo ahí.
"Lo de Yolanda del miércoles no afecta a la relación del PSOE y Junts", sostienen con rotundidad en el círculo del presidente, Pedro Sánchez. Las mismas fuentes indican que no ha hecho falta reconfirmar que las aguas siguen tranquilas —aunque la formación de Carles Puigdemont rehúye la etiqueta de socio de investidura— después del pleno. "Es que no hace falta. Yolanda no es el PSOE", resumen.
La misma sensación comparten en Sumar. "Lo que ocurrió ayer [por este miércoles] no implica que se compliquen otras negociaciones. Ni la de Presupuestos, ni la ley Bolaños, ni las que sean", señalan por su parte desde el entorno de Díaz.
Pero, entonces, ¿por qué la vicepresidenta segunda se saltó el código interno de la coalición que reza que hay que intentar no desairar públicamente a Junts? Ella fue muy elocuente en su primera intervención ante la Cámara baja. "Usted representa al capital —espetó a Nogueras—. Usted no se pone del lado del trabajador y trabajadora catalana, ni del autónomo catalán. Usted se pone de quien hoy en España y en Cataluña se está forrando [...]. Cree representar el independentismo catalán. Y no es verdad. Hoy ustedes representan los intereses de la patronal española en sus sectores más reaccionarios".
Díaz metió a Junts en el 'pack' de "las tres derechas", les dijo que se sitúan al lado de "quienes se están forrando", que representan "los intereses de la patronal española en sus sectores más reaccionarios"
Díaz mostró en tribuna un documento que estuvo en manos de Junts "en julio, en agosto, la pasada semana, el lunes de esta semana, ayer [por este martes]", el que propicia "la mayor modernización" para pymes y autónomos, los dos sectores que más preocupaban a los posconvergentes, y ese documento "lo han tirado a la basura". Porque ellos defienden, les dijo, los intereses de "las grandes empresas catalanas y españolas". Pero aunque "las tres derechas" tuvieran como "objetivo" el "destruir la esperanza de millones de personas en este país", no lo conseguirán, vaticinó, porque "el hilo rojo", el que une a los trabajadores del ayer, del hoy y del mañana, sobrevivirá. La vicepresidenta defendió lo que lleva meses diciéndole a los socialistas: que hay que reorientar la legislatura hacia la izquierda, blandir las banderas de la coalición, aunque se traduzcan en derrotas parlamentarias, porque eso servirá al menos para despertar a sus bases, a su electorado. Para mostrarles que tienen un proyecto alternativo al de las derechas. "Nos quieren deprimidos y yo les digo hoy que nos van a encontrar luchando", avisó.
Mano tendida en el segundo turno
Nogueras le respondió también con palabras gruesas —"No hace otra cosa que mentir"—, pero no dio portazo. Y en su turno final, Díaz ya bajó el tono. Agradeció a la portavoz de Junts su "predisposición al diálogo" y prometió que las negociaciones se retomarán. "El trabajo está avanzado. Empecemos mañana. Es el camino que debemos seguir". En la Moncloa se aferraban a esta réplica de la titular de Trabajo, más contemporizadora. "No hay que romper puentes" con Junts, es mejor utilizar guante de seda, señalaban. Eso sí, se mostraban comprensivos con el "enfado" de la vicepresidenta al ver tumbada su reforma estrella y en cuya negociación había participado únicamente su ministerio, no el ala socialista.
Yolanda fue muy dura", dicen en su equipo, porque "de los tres grupos que presentaban enmienda de totalidad era con ellos con quienes llevábamos meses negociando y quienes se sentaron de la mesa el lunes y decidieron tumbar la medida sin permitir su debate"
"Yolanda fue muy dura porque de los tres grupos que presentaban enmienda de totalidad [PP, Vox y la propia Junts], era con ellos, con los posconvergentes, con quienes llevábamos meses negociando y quienes el lunes se levantaron de la mesa y decidieron tumbar la medida sin siquiera dejar que se debatiera —sostienen desde Trabajo—. Es que es muy fuerte que tumbaran la posibilidad de que se debata". En el equipo de Díaz son conscientes de que lo esperable era haber culpado al PP, como siempre, sin cargar las tintas contra Junts. "Pero es que Yolanda no es el PSOE —coinciden en Sumar, calcando la expresión de la Moncloa—. Y Yolanda tiene muy claro a quién defiende, que son los trabajadores, y lo que se estaba negando era la posibilidad de debatir que esos 12,5 millones de personas trabajen menos horas, de 40 a 37,5, media hora menos al día. Cómo no iba a estar cabreada".
Los colaboradores de la fundadora de Sumar niegan que ella rebajara el tono en su segundo turno del miércoles porque la reconvinieran los ministros socialistas. Durante el debate, solo la acompañó en la bancada azul el titular de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, y para la votación se sumaron la vicepresidenta primera y responsable de Hacienda, María Jesús Montero, y el ministro de Transportes, Óscar Puente, los únicos tres que son diputados. Sánchez no acudió a la Cámara baja porque se marchó con su mujer, Begoña Gómez, al preestreno de la película El Cautivo, la última cinta del director Alejandro Amenábar.
En Sumar subrayan que desde el PSOE no se hizo llegar a Díaz que tenía que cambiar la réplica para bajar el tono: ella lo hizo, aducen, en respuesta a la predisposición al diálogo que mostró Nogueras
"Nadie del PSOE le dijo nada que le hiciera a Yolanda cambiar la réplica —insisten en el equipo de la titular de Trabajo—. Las réplicas se escriben conforme vas escuchando lo que te dice el contrario, por eso ella no intervino al principio y quiso escuchar a los grupos antes, porque quería saber qué tenían que decir. Míriam, en su respuesta, también tendió la mano y emplazó a la negociación, y eso tiene más que ver con su cambio de tono en la segunda intervención de Yolanda".
Díaz explicó este jueves, en una entrevista en Onda Cero con Carlos Alsina, algo más de su diálogo con Junts. Llevaba meses trabajando con ellos, pero les avisó de que en una negociación "no se puede condicionar el absoluto, el todo". "Yo tengo límites y no voy a entregar mi país", apuntó. Una frase que, subrayan en el entorno de la vicepresidenta, no iba dirigida al PSOE en absoluto, sino que se refería a cuestiones que Junts propuso durante las conversaciones y que Trabajo no veía "viables". Tampoco en el PSOE se dan por aludidos con esa aseveración.
Negociar no es "chantajear"
La impulsora de Sumar no quiso dar detalles sobre sus conversaciones con los independentistas de JxCAT en Más de uno, el programa de Alsina. "Uno lo que tiene que hacer es negociar y no condicionar el absoluto, el todo, con una posición de fuerza que ya no es una clave de negociación, es de chantaje. Negociar es negociar, no es tener una posición de fuerza en la que uno cree que tiene una llave y esa llave le da derecho a hacer lo que sea menester", agregó.
Yo tengo límites y no voy a entregar mi país", apunta la vicepresidenta sobre las exigencias planteadas por Junts sobre la jornada laboral. "Negociar es negociar", "no condicionar el todo con una posición de fuerza"
Lo que hizo la formación de Puigdemont fue "equivocarse políticamente", dijo, al negar a los trabajadores una medida "ganada en la calle", porque a su juicio goza de consenso social. "Yo no he afirmado jamás que Junts formara parte del bloque progresista y creo que nadie habló a Junts como yo lo hice ayer [por este miércoles]. Hay un bloque de investidura. ¿El PNV es una formación política progresista de izquierdas? No. ¿Pero se puede negociar con el PNV? Pues claro. ¿Se puede negociar con Junts? Pues claro. ¿Se puede negociar con Esquerra? Pues claro. ¿Con el PP? A mí me encantaría negociar con el PP, pero sobre cosas concretas. Negociar es negociar", insistió, informa Europa Press.
La vicepresidenta restó importancia al hecho de que no la arroparan la mayor parte de los ministros socialistas en el pleno, o que no estuviera Sánchez con ella porque optara por ir al cine con su esposa, Begoña Gómez. "Cada uno hace lo que tenía que hacer, no estaba previsto institucionalmente que el presidente estuviera en este debate —alegó—. Seguro que el presidente lo siguió [...]. Ayer había miles de trabajadores y trabajadoras fuera del Congreso. No solamente no me sentí sola, sino que me apasionó lo que hice. Lo digo francamente. Hablar de lo que creo que hay que hablar y mostrar las diferencias políticas".
La vicepresidenta excusa la ausencia de Sánchez en el debate del miércoles para acudir al preestreno de 'El Cautivo' con su mujer: "No estaba previsto. Cada uno hace lo que tenía que hacer"
Díaz aseguró en la radio que desde el ala socialista del Ejecutivo no se le pidió que retirara su proyecto de ley de reducción de la jornada para que no se votara en el Congreso y se evitara así una derrota parlamentaria. "La bancada socialista ayer estaba entusiasmada. Es que este debate de ayer es clave para la vida de la gente, y los votantes del PP, de Junts, del PSOE, de Sumar, da igual la formación política, quieren que se haga esto. Es muy complicado no sentir acompañamiento cuando esta medida está ganada en la calle. No hay marcha atrás", rubricó.
Díaz, por tanto, ya mantenía otro tono distinto con los posconvergentes. Desde el sector socialista también se buscó publicamente templar los ánimos. El Gobierno, afirmó su portavoz, Pilar Alegría, en Las mañanas de RNE, continuará contando con Junts en las negociaciones futuras, seguirá "dialogando y debatiendo" con el partido independentista para "todas" las iniciativas que se lleven al Congreso y se mostró segura de que se llegará a acuerdos, como en otras ocasiones.
Además de los Presupuestos de 2026, hay otras iniciativas relevantes para el Ejecutivo que requieren del concurso de Junts, como la 'ley Bolaños', en la que los independentistas reclaman la supresión de la Audiencia Nacional y el despliegue del Consell de Justícia autonómico
La ley más relevante para el Ejecutivo es la de Presupuestos. Hacienda es plenamente consciente de la dificultad de conseguir los apoyos, pero cree que lo sucedido con la jornada laboral no preludia ninguna complicación más. También está pendiente otra norma muy simbólica para el Gobierno: la de reforma de acceso a la carrera judicial y fiscal, la llamada ley Bolaños, muy contestada por el sector conservador de la judicatura. Junts reclama, de entrada, que se suprima la Audiencia Nacional y que se dé vida al Consell de Justícia autonómico, dos exigencias que la Moncloa se negaba a aceptar. Las conversaciones sobre esta norma están en marcha, pero en el Ejecutivo rechazan dar detalles, precisamente para protegerlas. "Cuando tengamos novedades, las diremos", se limitan a expresar en Justicia.
Junts ya había advertido de que cada negociación le ocupa una "carpeta" distinta, por lo que en principio un carril cegado no obstruye la vía contigua. En la Moncloa, eso sí, prefieren andarse con tiento, aunque por ahora se muestren convencidos de que el duro careo del miércoles en el Congreso de Díaz con Nogueras no erosionará unas relaciones siempre conflictivas y en la cuerda floja.
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