"No estoy en mi mejor versión porque solo llevo tres partidos después de la lesión". Y menos mal. Estas fueron las palabras del Vinicius más estelar después de abrumar al Barcelona en una final de la Supercopa que lleva su nombre tras un triplete que fulminó el clásico en 38 minutos.

A sus 23 años, Vinicius ha quemado prácticamente todas las etapas desde su llegada al Real Madrid en 2018. Desde sus primeros goles y polémicas con el Castilla, donde fue víctima de un mordisco en la cabeza en un derbi con el Atlético de Madrid B, a anotar el gol que llevó la decimocuarta Champions a Madrid.

El camino de Vinicius en Madrid ha estado plagado de obstáculos. Su condición de crack y líder de los blancos, antes junto a Benzema y ahora en compañía de Bellingham y Rodrygo, le han puesto bajo un foco complicado de aguantar, sobre todo cuando uno es joven, talentoso y bueno. Muy bueno, aunque tantas y tantas veces se haya puesto en entredicho.

Las trifulcas acompañan a Vinicius en el campo casi tanto como lo hacen las gambetas, el vértigo y el desequilibrio. Vinicius, como ha sucedido siempre con los mejores, se topa con todo tipo de emboscadas cada vez que hace valer su zancada. Sus acciones implican un contacto permanente con un balón que se cose a su pie al tiempo que escapa de los envites del contrario.

El empeño de Vinicius es indudable y su habilidad y competitividad acostumbran a chocar con el rival, que juega con todo para tratar de frenar a lo que a veces se antoja imparable. Está fricción ha provocado un pequeño incendio cuando el Real Madrid goleaba al Barcelona, frustrado con el resultado y la expulsión de Araújo que ha dejado un conato de tangana.

Preguntado en rueda de prensa sobre el episodio en el que se encaró con todo el Barcelona, Vinicius ha mostrado su lado más maduro en una noche letal: "Claro que no soy un santo. A veces hablo demasiado y hago regates que no debo, pero estoy aquí para mejorar y dar ejemplo a los niños y el míster y mis compañeros me enseñan todos los días lo que debo hacer".

La exhibición de Vinicius en una final y frente al eterno rival ha recordado a los mejores días de Cristiano Ronaldo en la Casa Blanca. Precisamente el que es ahora el hogar del astro portugués ha sido el escenario donde Vinicius ha dejado un recital, acudiendo al espacio y directo al gol como lo hacía su ídolo, al que ha homenajeado con una celebración icónica.

"Brilla casi siempre, hoy se los ha merecido y está muy feliz. El esfuerzo que hace en cada partido es fenomenal, por eso es uno de los mejores del mundo. Es muy joven, está feliz y es que es muy bueno y cada año va a ser mejor", ensalzaba un radiante Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, sobre el desempeño de uno de sus niños bonitos. Uno de esos "nacidos para jugar en el Real Madrid".

El presidente, exultante, tuvo tiempo para el sarcasmo: "A Vinicius le he dicho a ver si mete más goles, y a Fede Valverde que corra un poco más", bromeaba en declaraciones a Mónica Marchante para Movistar + Plus.

Hoy todos estaban del lado de Vinicius, que inclusó se mostró conciliador y consciente de sus errores con ciertas actitudes en determinados momentos; sin embargo, pocos recuerdan los días en los que fue vilipendiado. De hecho, el desprecio a Vinicius comenzó antes incluso de que llegase a la capital de España, cuando el Real Madrid desembolsó 45 millones de euros por un adolescente de Sao Gonçalo. Ahora, una Champions, dos Ligas, dos Supercopas de Europa, tres Supercopas de España, dos Mundiales de Clubes y consodilado como una de las grandes estrellas del fútbol mundial, -y ya era hora- nadie se atreve a discutir a Vinicius.