Miércoles, 30 de marzo de 2016. A las diez de la mañana. Ése fue el momento exacto en que Uber regresó al mercado después de algo más de un año KO por orden del juez. A finales de 2014 un tribunal estableció la suspensión cautelar de su servicio de taxis alternativos con conductores particulares a través de la aplicación UberPOP.

El reestreno de Uber no se produjo con ese polémico servicio, sino que el regreso a Madrid se produjo con un nuevo servicio de coches con conductores profesionales, todos con licencias VTC (vehículo de transporte con conductor), que se ponen en contacto con los viajeros a través de la aplicación UberX.

El negocio principal de la compañía pasa por el cobro de comisiones a los conductores (un 25% del importe pagado por el viajero por el trayecto). Pero para la Agencia Tributaria española esa actividad no existe. En España sólo está registrada la filial Uber Systems Spain, una compañía cuyo objeto social es exclusivamente “ofrecer marketing local y apoyo en servicios”. Esto es, Uber es en España a efectos fiscales sólo una agencia de marketing, no una compañía tecnológica.

28.000 euros en impuestos

Uber Systems Spain obtuvo un beneficio de sólo 83.401 euros en 2016, casi un 32% más que los 63.221 euros del ejercicio anterior, según se recogen en las cuentas anuales depositadas por la filial en el Registro Mercantil. La compañía tuvo unos ingresos de 1,42 millones (1,26 millones en 2015) que provinieron de su matriz holandesa para desarrollar labores de marketing en España.

Uber abonó a la Hacienda española 28.395 euros en concepto de Impuesto de Sociedades en 2016. Incluso pagó menos el año pasado, cuando recuperó su actividad en el mercado español, que en 2015, cuando su factura fiscal fue de 37.888 euros.

Los ingresos y beneficios del cobro de comisiones a los conductores madrileños (como sucede con los chóferes del resto de países europeos en que opera) en principio tributan de manera centralizada a través de Uber International Holding BV en Holanda, un país con ventajas fiscales para las multinacionales y que permite el pago de dividendos a sociedades extranjeras sin pagar impuestos. De hecho, Uber aprovecha este último aspecto para transferir gran parte de los ingresos a otra sociedad radicada en el paraíso fiscal de Islas Bermudas y reducir aún más el pago de impuestos a escala global, según desveló la revista Fortune.

Uber emula así la estructura societaria de la mayoría de las multinacionales tecnológicas, que centralizan sus negocios y el pago de impuestos en países más atractivos fiscalmente y no en los países en que realmente operan. Airbnb, por ejemplo, centraliza en Irlanda el cobro de comisiones por el alquiler turístico y en España sólo tiene una filial que funciona como agencia de publicidad y que ha declarado que el año pasado –en pleno boom del turismo- sólo ganó 136.752 euros, facturó 2,92 millones y pagó 55.211 euros en impuestos a la Hacienda española. La compañía irlandesa de Airbnb está participada a su vez por sociedades radicadas en el paraíso fiscal de Jersey.

La UE busca cómo cobrar más impuestos

La Comisión Europea ha presentado este jueves un documento con varias alternativas para conseguir que las empresas de la economía digital paguen una parte “equitativa” de impuestos. Esto es, que paguen más y que llegue a los países en que se genera su negocio.

Entre las opciones que baraja Bruselas está aplicar un gravamen sobre el volumen total de ingresos, realizar retenciones fiscales sobre transacciones digitales y también crear una tasa sobre la facturación genera por los servicios digitales o actividades publicitarias.

De momento, no se trata de una propuesta legislativa, tan sólo son una serie de posibles medidas para debatir a medio plazo. La Comisión Europea prefiere esperar a que la OCDE publique un informe con soluciones para gravar la economía digital, que está previsto que vea la luz en la primavera de 2018. Entonces Bruselas sí pretende hacer una propuesta concreta para gravar más correctamente la economía digital.