Economía | Vivienda

Las reservas de pisos turísticos se hunden, pero las que se hacen son cada vez más largas

Las reservas en el gigante online Airbnb para estancias de más de un mes para los próximos meses se han disparado un 20% en plena crisis del coronavirus. Un salto del alquiler turístico al alquiler de temporada.

Calles de Madrid vacías durante el estado de alarma.

Calles de Madrid vacías durante el estado de alarma. EP

El alquiler turístico sufre un parón total. Las restricciones a la movilidad y a la actividad turística han dejado la actividad de los pisos turísticos en punto muerto en decenas de países, también en España, en plena epidemia del coronavirus.

Dese mediados de marzo y durante el mes de abril en todo el mundo entre el 70 y el 90%, según la semana, de las reservas pendientes en las mayores plataformas online se cancelaron. Y las nuevas reservas para cualquier momento -para los próximos meses o incluso algunas para el próximo año- se han hundido en torno a un 80%, según un estudio de Airdna, una web especializada en análisis de la oferta y el negocio de Airbnb y Vrbo (la antigua HomeAway) en ciudades de todo el mundo.

En el caso de España, a principios de febrero aún se realizaban 155.000 reservas por semana para estancias en cualquier momento del año, con el arranque del estado de alarma cayeron a 78.000 reservas semanales a mediados de marzo, y un mes después habían descendido ya a 55.000, con una caída del 65% en poco más de dos meses.

No se trata de reservas para disfrutar justo ahora, porque el alojamiento turístico está prohibido con carácter general, sino para el verano con la previsión de que se produzca un levantamiento de las restricciones, para el otoño o para el próximo invierno.

En Madrid y Barcelona las nuevas reservas para cualquier momento del año han caído un 90%

El desplome es aún mayor en Madrid y Barcelona, los dos grandes mercados locales del alquiler turístico en el país. En la primera semana de febrero se realizaron 13.000 reservas para pisos turísticos en Madrid y 11.600 para viviendas en Barcelona. Pero la semana pasada la actividad se había hundido a menos de 1.295 reservas en la capital y a 1.545 en la Ciudad Condal, con descensos del 90% y del 87%, respectivamente.

El hundimiento de las reservas era previsible. Pero en paralelo al desplome de las contrataciones -con los viajeros a la espera de cómo evoluciona la situación y que escenario se plantea a medio plazo- se está registrando también una ampliación del número de noches contratadas. Durante la pandemia se reserva menos, pero se reserva cada vez para más tiempo.

La estancia media de las reservas de alquiler turístico se sitúa de manera persistente en los últimos años en el entorno de las cuatro noches. Una buena parte de las reservas son para escapadas de fin de semana o para puentes. Pero ahora la estancia media se ha disparado y, según datos de Airdna, más de la mitad de las reservas que se han hecho desde marzo tienen una duración de más de dos semanas.

Y la propia Airbnb, poco dada a hacer comentarios sobre la evolución de su negocio, lo confirma y va más allá. “Hemos visto un aumento en la demanda de estancias largas, con búsquedas de estancias de más de cuatro semanas. Las búsquedas de estancias largas en destinos cercanos se han más que duplicado en todo el mundo”, confirman fuentes del gigante de la intermediación del alquiler turístico. “En las últimas dos semanas, hemos visto un incremento del 20% en relación al año pasado en reservas de larga estancia, de más de cuatro semanas”.

Según datos de Airbnb a los que ha tenido acceso El Independiente, el 80% de las viviendas ofertadas en la plataforma acepta estancias a largo plazo, de más de un mes, y de éstas la mitad de los anuncios ofrecen descuentos para estancias de cuatro semanas o más. “Pero eso ya no es alquiler turístico, es alquiler de temporada”, advierte Tolo Gomila, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos de Uso Turístico (Fevitur). “Una parte de las viviendas turísticas está trasladando su oferta al alquiler residencial, pero no de larga estancia, que implica contratos de 5 o 7 años,  sino al alquiler de temporada, por meses”.

Desde el sector del alquiler turístico se explica el alargamiento de las estancias reservadas para los próximos meses por una combinación de dos factores. Por un lado, porque algunos inquilinos preparan el desconfinamiento, al menos parcial, con planes para alquilar durante varias semanas casas con relativa proximidad a su domicilio y con la idea de seguir allí teletrabajando o estar con la familia al no tener clases presenciales los niños. Un factor que explicaría el auge de reservas para los próximos meses en entornos rurales, mucho más que en urbanos, detectado por Airdna.

Y por otro lado, porque algunos propietarios o gestores de viviendas que hasta ahora sólo las ofrecían alquiler turístico deciden dar el salto  alquiler de temporada (para varios meses). Lo hacen desde la propia Airbnb, o lo hacen anunciando las viviendas en otros portales inmobiliarios que los potenciales inquilinos identifican más directamente con el alquiler residencial habitual, como Idealista o pisos.com, por ejemplo. O también publicando los anuncios en ambos tipos de portal digital.

El alquiler de temporada se utiliza comúnmente para alquiler de entre uno y once meses, aunque la legislación lo contempla con independencia de la duración para usos diferentes al de vivienda habitual, como un desplazamiento temporal por trabajo, por un curso escolar, por un máster o también por vacaciones largas.

"Es una tentación probar con alquileres por meses mientras se despeja la incertidumbre. Pero de momento es residual"

“Algunos propietarios han entrado en el alquiler turístico en el último año o el último par de años porque los ingresos y la rentabilidad son mayores que otras modalidades, aunque no tanto como dicen algunos. Y algunos de estos neófitos ahora están lanzándose a alquileres de más duración porque el turístico está prohibido. Los últimos en llegar son los primeros en irse. Pero el salto de momento parece residual”, explica Adolfo Merás, presidente de Madrid Aloja, la asociación de propietarios y gestores de viviendas turísticas de la capital.

“Es muy difícil dar el salto del turístico al alquiler de larga duración, de tres, cinco o siete años. Pero no lo es probar con alquileres por meses mientras se despeja la incertidumbre actual. Es una tentación, pero no se sabe cuál será la demanda y va a depender de cómo de grave sea la crisis económica”, sostiene Merás. “Las viviendas turísticas en general están mejor equipadas y tienen mejores servicios que los pisos del alquiler tradicional. Así que los que opten por el alquiler por meses, si lo hacen por igual precio o más baratos que la oferta actual, pueden acabar quedándose con una parte de la demanda”.

Profesionales del alquiler turístico subrayan, en paralelo, que en las grandes ciudades con gran demanda no se registraban reservas de larga duración porque las ocupaciones intermedias en los fines de semana u otros días sueltos hacían inviables la contratación por varias semanas. "Ahora se ha despejado el calendario por la caída de las reservas y es más fácil", indican fuentes del sector.

En paralelo, desde la patronal Aloja Madrid se anticipa que los nuevos requisitos de higiene y desinfección de las viviendas tras cada alquiler en la etapa poscoronavirus animará a los propietarios a promover que las estancias sean lo más largas posibles. "Muy probablemente entre una estancia y otra se exigirá un día sin ocupar, y las limpiezas con desinfección serán más costosas. Si los plazos de estancia son de una o varias semanas, va a ser más razonable para los propietarios que estancias cortas", indica Merás.

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