Bruselas valora la posibilidad de mantener suspendidas las normas fiscales un año más. Fue una de las primeras medidas que la Comisión Europea tomó en relación a la pandemia. Hace casi un año, la presidenta Ursula von der Leyen anunciaba que se activaba la cláusula general de salvaguarda que permitía a los estados miembros sobrepasar los objetivos de déficit y deuda.

Ahora, y en vistas de que la crisis del coronavirus se extenderá más de lo previsto inicialmente, Bruselas abre la puerta a que esta situación excepcional se mantenga un año más. Una medida que se ha convertido en un balón de oxígeno para el Gobierno, teniendo en cuenta que la economía española ha sido la más perjudicada de la Zona Euro y que las cifras de déficit y deuda previstas para los próximos dos años son todavía muy altas.

Vladis Drombrovskis, comisario europeo de asuntos económicos y vicepresidente de la Comisión Europea, defendía en su perfil de Twitter que “el apoyo fiscal debe mantenerse mientras sea necesario”. En este sentido, señalaba que “la decisión de continuar con la cláusula general de salvaguarda debía depender del estado de la economía, usando criterios cuantitativos”.

“Es una medida razonable y previsible”, comenta el presidente del Consejo General de Economistas (CGE), Valentín Pich, en una conversación con este periódico. “Es algo sensato”, añade Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank. “Necesitamos los estímulos para que las heridas sean menos profundas, se quiere evitar caer en una retirada anticipada de las ayudas”, indica.

Ambos economistas creen que el ritmo de vacunación está influyendo en la recuperación y esperan que cuando este se acelere también lo haga el crecimiento económico. “Es un momento especial en el que tenemos que seguir inyectando capital, para ganar tiempo y avanzar en la vacunación”, resume Pich.

Con todo, aunque consideran que es una medida positiva para España ambos alertan de los riesgos a medio y largo plazo. “Me preocupa que este mayor margen no se utilice para diseñar medidas efectivas. La suspensión no debería tomarse como algo temporal sino aprovecharse para realizar cambios estructurales”, defiende Coronil.

En esta línea, el presidente del Consejo General de Economistas cree que a medio plazo puede resultar “peligroso” e insiste en que se debe “priorizar el gasto” para ayudar a sectores muy afectados como el turismo”. “Es de suponer que la recuperación será potente, pero nos interesa que Bruselas tome esta decisión”, justifica.

Según ha podido saber este periódico, en el Ministerio de Hacienda la noticia se ha recibido con optimismo y consideran que si Bruselas mantiene suspendidas las reglas fiscales un año más encaja con lo que defiende el Gobierno de España. Con todo, el departamento que dirige María Jesús Montero sigue comprometido con recuperar la senda del equilibrio presupuestario en cuanto la situación económica lo permita.

Flexibilidad y transparencia

Para el director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas, Raymond Torres, la clave de la decisión que pueda tomar Bruselas está en la flexibilidad que puede dar a una economía como la española, así como en si la Comisión Europea tiene en cuenta la situación de cada país para adaptar las reglas fiscales.

Lo deseable sería que se diseñaran criterios fiscales para cada economía”

raymond torres, director de coyuntura y análisis internacional de funcas

“Lo deseable sería que se diseñaran criterios fiscales para cada economía. La crisis económica es distinta para cada estado europeo”, explica. Añade que el Pacto de Estabilidad “nunca se cumplió, ni en los buenos tiempos” y por ello considera que sería un buen momento para plantear “qué tipo de reglas fiscales” se aplican a partir de 2022.

Torres considera que se trata de un debate “crucial” para España, y más en un momento en el que el Gobierno estudia el diseño de nuevas ayudas por valor de 11.000 millones de euros para empresas y autónomos.

Alicia Coronil coincide en que sería positivo que se adaptaran las medidas a cada país. “Todos tienen algo que mejorar, ya sea a nivel de productividad o de infraestructuras”, explica. “Creo que la condicionalidad del apoyo europeo sería aplicable a todos y que cada país mejore en lo que necesite”, añade. La economista considera que es una oportunidad de recuperar la ilusión por un proyecto europeo que “globalice” Europa.