España viene siendo la gran economía de la Unión Europea que más crece, y las previsiones macro apuntan a que seguirá siéndolo este año. La noticia es buena, especialmente en un contexto muy cercano a la recesión en la eurozona, que terminó el año pasado en estancamiento. Es lo que lleva al Gobierno a sacar pecho, a presumir de que después de recuperar el nivel prepandemia España va seguir registrando avances del PIB superiores a los de Alemania, Francia, e Italia, también porque no solo lo hará este ejercicio, sino también el próximo.

"El arrastre que tenemos por los buenos datos desde 2023 nos posicionan antes de empezar el año 2024 creciendo ya un punto porcentual y esto de nuevo es un elemento muy positivo para ser capaces de seguir creciendo y seguir cumpliendo nuestros objetivos de crecimiento diferencial", aseguró el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, al conocer los datos de PIB del último trimestre de 2023. Cuerpo presumió también en que el mercado laboral español ha creado cuatro de cada diez empleos nuevos en la UE, y por momentos parece que esos datos son los únicos que importan.

Sin embargo, las previsiones macroeconómicas que realizan las instituciones apuntan a que España no solo será el país que más crecimiento registrará este año, sino también el que se apuntará una mayor inflación.

Según el pronóstico de invierno de la Comisión Europea, publicado la semana pasada, en España los precios crecerán este año un 3,2%, significativamente por encima de la media de la zona euro (2,7%) y también de la tasa de inflación media que se prevé que registren el resto de grandes economías del euro, esto es, Alemania (2,8%), Francia (2,8%) e Italia (2%). En cambio, el año pasado el índice de precios al consumo español varios puntos por debajo del de Alemania, Francia e Italia (6, 5,7 y 5,9%, respectivamente, frente al 3,4% de España), después de un 2022 en el que los precios aumentaron de forma muy parecida en esos mismos países.

Si se amplía un poco más el foco, el dato español también estará por encima del IPC medio de Portugal (2,3%), pero por debajo del encarecimiento general que experimentarán Bélgica (3,5) y Austria (4%). En la UE, por su parte, se prevé que los precios aumenten un 3%, todavía lejos del objetivo del 2% que fijó el Banco Central Europeo (BCE).

Del lado del crecimiento, la foto apunta justo en sentido contrario: la Comisión Europea cree que España será el gran país que más crezca (1,7%), muy por encima de la media de la zona euro y también de la UE (0,8 y 0,9%), pero llamativamente por delante de Alemania, Francia e Italia, que avanzarán entre un punto y medio y un punto menos (0,3, 0,9 y 0,7%). En este caso, también quedarán por detrás Portugal, Bélgica y Austria (1,2, 1,4 y 0,6%, en ese mismo orden).

La clave, las bajadas de impuestos

¿Cómo se explica que España pueda registrar el mayor crecimiento de las grandes economías de la UE y también el mayor repunte de los precios? Por un lado, hay que tener en cuenta que estas, como también el resto de previsiones, están hechas suponiendo que las actuales tensiones se mantienen. Esto es, que la situación en el frente de Ucrania y en Oriente Próximo no va a empeorar significativamente, lo que podría provocar un aumento de los precios o afectar al crecimiento. Ahora mismo el mayor riesgo en ese sentido reside en el mar Rojo, por los rebeldes de Yemen y su repercusión en el tráfico de contenedores y los costes de sus fletes.

Pero eso no explica la diferencia entre España y la UE. La clave hay que buscarla en la inflación real, en la subida que los precios han experimentado y no solo en lo que han visto los ciudadanos al pagar en el supermercado, de lo que han visto en su factura de la luz. Es decir, en la política económica. Es el elemento fundamental que en España ha mantenido los precios no tan altos, el famoso decreto ómnibus que rebajó los impuestos de la electricidad y los de los alimentos más básicos, entre otros, provocando así una rebaja inmediata de multitud de productos y también de servicios.

Y serán esas mismas rebajas las que al retirarse llevarán a registrar una subida de los precios automática, algo de lo que el Banco de España viene advirtiendo desde junio. La intención del Gobierno es que el aumento sea lo más gradual y contenido posible, para evitar cualquier repunte brusco, pero la subida del IVA y de los impuestos de la electricidad se notará en las facturas y a final de mes. En el caso de la luz, la diferencia se apreciará este mes de marzo, al pasar su IVA del 10% al 21%, ya que la ley marcaba que si el mercado mayorista cerraba el mes por debajo de 45 euros por megavatio hora, el tipo aplicado en el impuesto automáticamente subiría.

Lo mismo sucederá en julio, cuando el IVA de los alimentos más básicos pasará dejará de ser del 0%, lo mismo con el 5% de la pasta y el aceite, aunque no está claro si después volverán a recuperar su nivel habitual o si la subida será escalonada. En cualquier caso, el repunte que muestran las previsiones revela que las supresiones o bajadas de impuestos del año pasado fueron efectivas para amortiguar el golpe de la inflación en los bolsillos de los españoles, que de lo contrario se habrían enfrentado a un IPC mucho más alto el ejercicio pasado, y a otro más moderado este año.