La moción de censura de Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez, la quinta de la historia de la democracia, ha fracasado como estaba previsto, pero lo ha hecho sin contar si quiera con la abstención del PP, que ha aguantado hasta el final el secreto sobre el sentido de su voto.

El líder de la oposición, Pablo Casado, ha enunciado un devastador 'no' acompañado de una retahíla de argumentos que ha dejado "perplejo" al candidato a la presidencia, ya que en la práctica supone la ruptura definitiva entre PP y Vox. Así, la moción, la menos apoyada de la historia, ha contado con 52 votos a favor (los de Vox) y con 298 votos en contra, incluidos los 89 del PP. Tampoco la ha apoyado Cayetana Álvarez de Toledo, sobre la que pesaban dudas por la posibilidad de que pudiera romper la disciplina de voto después de haber hecho público en varias ocasiones su preferencia por la abstención, pero finalmente la ex portavoz parlamentaria ha acatado la decisión del líder del partido.

Frente a las voces, incluidas las de los populares, que decían que esta moción "no servirá para nada", la realidad se ha impuesto por encima de la imagen que parecía que iba a tener la iniciativa de refuerzo para Sánchez e incómoda coyuntura para Casado. Pero el voto en contra del líder de la oposición ha abierto otros horizontes.

Sánchez ha subido a la tribuna al término del debate de la moción para hacer un importante anuncio: dar marcha atrás en la reforma con la que el Gobierno pretendía renovar el Poder Judicial sin el PP y sin el criterio de los órganos constitucionales como respuesta a la ruptura con la "ultraderecha" y como gesto de buena fe para sentar a Casado en una mesa de negociación, un anuncio que ha robado aún más protagonismo a Santiago Abascal. "Afortunadamente la última palabra no la tiene la ultraderecha. La tiene la democracia", ha finiquitado Sánchez.