El próximo 14 de febrero, Ciudadanos pugnará por la hegemonía del constitucionalismo en Cataluña desde una posición de debilidad, pese a que han pasado sólo tres años desde que hizo historia convirtiéndose en el primer partido constitucionalista en ganar unas elecciones autonómicas catalanas. Los naranjas intentarán revertir la tendencia de las encuestas que auguran un desplome de al menos la mitad de los 36 diputados que conserva en el Parlament, pero lo hará con una estructura mermada por la crisis interna a cuenta de la "imposición" de un candidato sin consenso y de la propia "deriva" de Inés Arrimadas en la política nacional.

La sangría en las bases del partido en Cataluña es, cuanto menos, significativa: la formación ha perdido casi la mitad de su militancia en poco más de un año, y un "sector importante" de los afiliados catalanes que aún figuran en la base de datos del partido están "muy desmotivados" y "desmovilizados" ante una campaña que se diseñará prácticamente desde Madrid. Según confirman diversos cargos del partido conocedores de las últimos registros, Ciudadanos afronta las autonómicas con menos 2.000 militantes en la región frente a los más de 3.500 que ostentaba hace algo más de un año, después de que Lorena Roldán ganase las primarias del partido en el verano de 2019 y se convirtiese en candidata de la formación a la presidencia de la Generalitat.

El hueso de la militancia naranja se concentra en la provincia de Barcelona, donde conservan aproximadamente 1.500 asociados. Le sigue Tarragona, con unos 250, y Girona y Lleida, donde el partido mantiene en torno a un centenar de afiliados por cada provincia. El debilitamiento de las bases viene acompañado por unas estimaciones internas poco alentadoras, ya que el partido se situaría en una horquilla de entre 12 y 13 escaños, un pronóstico alineado con las últimas encuestas publicadas.

El Partido Popular, y Vox en menor medida, serían los grandes beneficiados de esa caída de Ciudadanos en las urnas, una huida motivada por el acercamiento que durante meses ha mantenido Inés Arrimadas con Pedro Sánchez en la arena política nacional mientras éste negociaba en paralelo con ERC o Bildu. Hace un año, el último sondeo de 2019 del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat daba a Ciudadanos una fuerza de entre 14 y 16 diputados. Entonces el partido aún se encontraba 'en funciones' -pilotado por una gestora- tras la dimisión en bloque de la cúpula naranja por la debacle electoral de las generales del 10-N.

Malestar por el 'dedazo' de Carrizosa

Uno de los motivos que arguyen las fuentes consultadas para explicar esa desmovilización de las bases en Cataluña ha sido la "injerencia" de la dirección naranja en la voluntad de la militancia al "forzar" la dimisión de Lorena Roldán -que arrasó en las primarias del partido, con el 86,6% de los votos- e "imponer" a Carlos Carrizosa como candidato a la presidencia de la Generalitat sin ningún tipo de consulta previa.

La elección de Carrizosa ha abierto una "crisis interna sin precedentes" en la formación, porque la decisión de la cúpula "ha sentado como un jarro de agua fría al conjunto de la militancia" catalana, ya que a gente que "participó en unas primarias les han venido a decir que lo que ellos decidieron no ha valido para nada", sostienen desde Cataluña.

De hecho, parte de este sector crítico, molestos con Arrimadas por su intención de suprimir "la democracia interna" del partido, ha enviado diversos escritos a la dirección para exigir la celebración de primarias en Cataluña antes de las elecciones, una fórmula, dicen, que servirá para activar de nuevo a la militancia, "renovar la ilusión" y llevarla a la participación. En Madrid han desestimado una petición que encabeza el concejal de Cs en el Ayuntamiento de Barcelona. Al menos por el momento.

El cambio por sorpresa del candidato a la Generalitat por Ciudadanos se produjo a mediados de agosto de este año. Desde la dirección se justificó esta decisión en la necesidad de un candidato que tuviese exclusivamente cargo público en Cataluña, como Carrizosa, y no alguien cuyo papel en la política nacional pudiese "difuminar cualquier idea de partidismo", en referencia a Roldán, quien desempeña su labor política también en el Senado y en el Comité Ejecutivo. La ex candidata aseveró entonces que la renuncia se había producido de mutuo acuerdo entre ella y la dirección, y que había decidido dar un paso al lado para favorecer en este caso una candidatura conjunta con el PP y el PSC, una iniciativa ya fracasada por la negativa de ambos partidos constitucionalistas a firmar una alianza con los naranjas.

Mismo eslogan que en 2015

Como están haciendo el resto de partidos de la derecha, Ciudadanos ya ha comenzado a volcarse en la precampaña catalana. Este mismo fin de semana, en un acto con el candidato, Carlos Carrizosa; y el eurodiputado de la formación, Jordi Cañas, Inés Arrimadas presentaba el decálogo de prioridades de la formación para las elecciones, un acto en que la presidenta de los liberales reivindicó construir "una Cataluña para todos". Se trata de un lema muy similar al que ideó el equipo de Albert Rivera en 2015, cuando Ciudadanos pasó de nueve a 25 escaños en la región.

Fotografía de archivo de Albert Rivera e Inés Arrimadas en 2015 con el lema "Una nueva Cataluña para todos"

En el acto, Arrimadas defendió además que la victoria de Ciudadanos en las últimas elecciones autonómicas supuso "los cimientos" para el cambio, y que ahora "hay que construir el edificio, que es gobernar". Pidió también aprovechar la "división" del independentismo para llegar al Govern y tanto ella como Carrizosa pusieron el foco en el PSC, al que recriminaron la intención de querer firmar un tripartito de Gobierno con ERC en caso de que salgan los números. "Vamos a pensar en siete millones y medio de catalanes, no en los amiguitos de Junqueras y Puigdemont", sostuvo la dirigente.