A diferencia de lo que hizo hace poco más de tres años la actual líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, flamante ganadora en votos y escaños de los comicios catalanes de diciembre de 2017, Salvador Illa tiene claro que si sale triunfador de la contienda electoral "se presenta a presidente en una sesión de investidura", aún cuando los números no le den, a priori, para que la misma salga adelante.

El ministro de Sanidad reivindicaría así un posible triunfo electoral que los socialistas catalanes creen más que factible y no sólo porque el CIS así lo haya corroborado en el sondeo que se conoció este jueves, sino porque sus propias encuestas internas apuntan en este sentido desde que anunciaron de forma sorpresiva el cambio de candidato a la presidencia de la Generalitat, según aseguran a El Independiente fuentes socialistas.

Además, Salvador Illa se presentaría a esa sesión de investidura -todo en condicional dado que para ello antes tiene que ganar las elecciones, sean cuando sean- después de negociar un pacto de gobierno con En Comú Podem, imitando el modelo del Ejecutivo central, a pesar de todas las dificultades de recorrido que la coalición está padeciendo. Con esos apoyos, acudiría a pedir la confianza al Parlament para convertirse en el nuevo inquilino del Palacio de Generalitat en sustitución del inhabilitado Quim Torra.

ERC y Ciudadanos "se deberían retratar"

A partir de ese momento "formaciones como ERC o Ciudadanos se deberían retratar", subrayan las fuentes consultadas. Si los republicanos independentistas no respaldan un gobierno PSC-comunes "se les acaba el relato progre", aducen respecto a un partido que intenta dejar en un segundo plano el discurso identitario para acentuar el social. Por su parte, los naranjas "deberían responder al dilema de apoyar o facilitar un gobierno no independentista", lo que no es poco. Hay otras formaciones que, como el Partido Popular, también se verían inmersos en una disyuntiva no menor.

Junts, la CUP y Vox quedarían al margen de cualquier estrategia parlamentaria pues no dudan en el PSOE y en el PSC de que su voto sería negativo.

Eso sí, hay dos variantes que dificultan esta estrategia. Por un lado existe la posibilidad de que el independentismo no gane los comicios pero sume mayoría absoluta, tal y como pasó en 2017. Significa que la investidura de Illa estaría condenada al fracaso y, finalmente, habría un presidente soberanista. Precisamente, ese fue el argumento por el que Arrimadas no se sometió a un debate de investidura a pesar de ganar en votos y escaños.

Y, por otro lado, se presenta la dificultad evidente, no sólo de sacar adelante una investidura, sino de transitar durante la legislatura con una mayoría parlamentaria previsiblemente exigua en una Cámara marcada por la dinámica de bloques en la que para tener mayoría absoluta se necesita un mínimo de 68 votos.

En los planes socialistas no hay intención de emular los gobiernos tripartitos de Maragall y Montilla

En los planes socialistas no hay intención de emular los gobiernos tripartitos que presidieron Pasqual Maragall y, posteriormente, José Montilla entre los años 2003 y 2010, esto es, una alianza que incluya a ERC. Tampoco, en principio, apoyar un gobierno de Pere Aragonès en coalición con los Comunes, también objeto de deseo del partido de Oriol Junqueras.

Según el CIS prelectoral catalán, la apuesta de los socialistas por Salvador Illa en lugar de Miquel Iceta ha sido un total acierto. Aunque se puede hablar de un empate técnico con ERC, la horquilla del candidato socialista supera a la de Pere Aragonès, también en porcentaje de voto. Otra cosa es la verosimilitud que se le otorgue a los sondeos del CIS de José Félix Tezanos.

El bloque independentista alcanzaría sólo la mayoría absoluta en la parte más alta de la horquilla de las tres fuerzas políticas que van a sacar representación, dado que, según el CIS, tanto el PdeCat como el PNC se quedan fuera. Pero su porcentaje se queda en un escaso 39 por ciento, lo que les sitúa a años luz de superar, como poco, la mitad de los votos del electorado catalán.

Los socialistas confían en que, finalmente, las autonómicas se celebren el 14 de febrero y eso que, de ser en mayo "habrá millones de personas vacunadas", lo que redundaría en beneficio de Illa. Se confirmaría, aducen que "estamos ante un líder solvente con capacidad para afrontar una crisis".

Ahora todo está pendiente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que mantiene la suspensión sobre el decreto de prórroga de las elecciones, aunque no dará su fallo definitivo hasta el 8 de febrero. Para entonces, la campaña ya habrá arrancado, por eso Illa dejará el ministerio antes del jueves de la semana que viene.