El inicio del curso político, el último con un ciclo electoral por delante, se ha complicado para Ciudadanos (Cs), que contempla cómo los peores momentos por los que ha atravesado el partido internamente vuelven a aflorar y sitúan a la formación, nuevamente, en los días posteriores a los comicios andaluces; con su continuidad parlamentaria en el resto del país más que cuestionada. Todo ello, pese a haberse iniciado a finales de junio un proceso de refundación cuya conclusión ha quedado fijada en el calendario como máximo, hasta enero del próximo año. Un proceso, sin embargo, que ha quedado damnificado por el cuestionamiento interno de parte de las bases a su impulsora y presidenta Inés Arrimadas. Somos Cs, la principal corriente crítica con la dirigente, ha solicitado su dimisión, la del resto de la Ejecutiva y la celebración de una asamblea extraordinaria que releve a esos cargos y fije un nuevo rumbo.

Esta demanda ya fue defendida por antiguos altos cargos del periodo de Albert Rivera tras publicarse el escrutinio andaluz, caso de personalidades como Marcos de Quinto, quien fue diputado en el Congreso hasta mayo de 2020, o el exvicepresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio Aguado, que ha solicitado la baja de los naranjas. Consideran que la renovación de la marca propuesta, es una "huida hacia delante". Arrimadas, en los momentos previos al anuncio de la refundación, puso su puesto en manos del resto de la cúpula de Cs que, durante un encuentro, y pese a todo, apostó por su continuidad para pilotar el que sería el nuevo proyecto. No sin antes, recibir la presidenta algunos reproches, según indicaron entonces fuentes del partido allí presentes. Esto, en cambio, es algo que niegan sus más allegados.

El movimiento de oposición interna quiere que la actual dirección haga un ejercicio de democracia interna y de voz al afiliado para que, mediante su voto en un proceso interno, marque qué tipo de refundación quiere. Y no, por tanto, de la actual escucha de los inputs de la militancia y la sociedad civil que dice estar practicando el grupo designando para la renovación. "El problema de Cs no es el logo, ni el color, ni los afiliados, ni aquellos que dimitieron de sus responsabilidades ejecutivas hace ya casi tres años. Son las personas que lo dirigen, que anteponen sus intereses personales y económicos, atrincherándose en el cargo, al interés general del partido y de España", explican los críticos en un manifiesto publicado y remitido a la sede nacional de Alcalá. Personas que "se afiliaron al calor de las encuestas, a mesa puesta y exigiendo cargos" frente "a los que nos dejamos la piel altruistamente", continúan.

Los críticos reniegan de cambiar el logo o el color, pero sí a las personas que se afiliaron al calor de las encuestas

La dirección del partido, especialmente los más afines a la presidenta, han restado importancia al comunicado. Incluso, lo llegan a achacar a sectores ya ajenos a las siglas que buscan frustrar la reconstrucción del espacio en beneficio de actores como Génova. Al margen de ello, hay otras dos cuestiones que dejan dudas sobre el proceso. En primer lugar, es que a falta de cuatro meses para ese objetivo marcado, el votante potencial desconoce cualquier detalle de la refundación. También si va a cambiar el nombre de la agrupación o el color, quién liderará el proyecto una vez termine o cuáles van a ser las líneas de actuación más allá de lo que se ha comentado informalmente: pretenden constituir un "partido de nicho" que busque estabilidad y luchar por banderas muy concretas.

La última comunicación, vía Refundación Liberal -la plataforma asociada al partido que engloba el "proceso participativo"-, es que aún se encuentran "recogiendo las propuestas". En septiembre, añaden, "empieza la siguiente fase de escucha". Unos plazos que quedan extensos teniendo en cuenta que uno de sus principales rivales políticos, el Partido Popular, da cita a mediados de mes en Toledo a sus potenciales candidatos para dar indicaciones electorales. En segundo lugar, y en relación al partido de Alberto Núñez Feijóo, es que en el inicio de la recta final de la legislatura, los principales rostros visibles del partido, apenas diferencian su discurso con el de los populares. Especialmente en este periodo convulso donde la cuestión económica, energética y de suministro de cara al invierno, copa el debate parlamentario.

La competencia del mismo espacio

La llegada de Feijóo a la presidencia del PP ha complicado más aún la capacidad de Cs de hacerse un hueco técnico entre él y el PSOE, especialmente cuando la propuesta del gallego, como se ha ejemplificado en Andalucía, es capaz de arrebatar voto a los socialistas y sobrepasar bloques. La agenda económica y energética de septiembre, lejos de diferenciar, pone a los naranjas en la misma posición que los populares, especialmente en sus dos grandes demandas, que pese a todo, cuentan con matices: deflactar el IRPF y apostar por la prolongación de vida de los reactores nucleares en España, con fecha de caducidad entre 2027 y 2035.

Propuestas como deflactar el IRPF o apostar por la nuclear quedan limitadas con Feijóo liderando las encuestas y hablando en los mismos términos

Si bien es cierto que Cs propuso inicialmente, en febrero, ampliar las bases de cotización para dotar de un ahorro fiscal a los contribuyentes, el plan económico de los populares remitido a La Moncloa en abril, una vez culminado el cambio de dirección, les ha hecho tomar la delantera. Sobre todo, cuando lo centran en las rentas bajas y menores de 40.000 euros, con carácter retroactivo desde el 1 de enero y apostando por que el Gobierno devuelva la sobre recaudación a los ciudadanos, que estiman en 16.500 millones de euros. Los naranjas, por su parte, comprenden todos los tramos, desde 12.450 a más de 338.400 euros, y hablan de ampliarlos para paliar que una ligera subida de sueldo perjudique en un contexto de alta inflación.

A esto se une la apuesta del PP por la energía nuclear, la térmica o el biogás. Cs remitió un una carta al Gobierno con trece puntos en la que solicitaba fomentar el uso de los reactores en la línea de la UE, que la contempla ya como energía verde. Frente a ello, y con la posición de partido de la oposición y centro de las miradas de Sánchez y sus ministros, Feijóo añadirá esa cuestión, la térmica, la de biogás o el impulso de la hidroeléctrica, así como la bonificación a empresas, en un plan concreto para incorporar en el plan de contingencia del Ejecutivo. Probablemente, el mismo sea presentado el lunes, tras la próxima reunión del comité de dirección y horas antes de su 'duelo' con Pedro Sánchez en el Senado.

La huella de Hervías y García Egea

Cs señala a la dinámica que iniciaron el exsecretario de Organización, Fran Hervías, incorporado al PP de Pablo Casado, y el exsecretario general Teodoro García Egea; ambos ya fuera de las filas populares. Apelan a díscolos que, en su momento, aspiraban a incorporarse a Génova tras la OPA hostil de la cúpula a los de Arrimadas, pero que, ahora con Feijóo lo tienen más complicado. Lo justifican apelando a la similitud de expresiones utilizadas en el documento: respecto al supuesto acercamiento a Sánchez o la falta de compromiso frente a la comodidad de ocupar puestos. Los naranjas cuestionan que el manifiesto carezca de cualquier propuesta que sirva para contribuir y solo sea objeto de reproches a la dirección.

Desde el partido animan a esos 'críticos' a participar en el proceso activo y, una vez finalice, no se descarta el desarrollo de una asamblea. En ella, se someterá a votación las propuestas que hayan aportado los 2.000 afiliados que integran el curso de la refundación. Será en ese momento cuando se debata la continuidad de Arrimadas, con todo el nuevo proyecto cerrado. "Este es el camino que ha tomado el partido", aseguraba este lunes el portavoz de Cs Edmundo Bal.