“¿Tú también Ximo?” La frase agónica de Julio César cuando se siente traicionado por Marco Junio Bruto antes de expirar apuñalado resume muy gráficamente la sensación que circuló por Moncloa el pasado lunes cuando supieron que uno de sus principales y más leales barones territoriales, el valenciano Ximo Puig, tenía previsto anunciar al día siguiente una rebaja generalizada de impuestos, contraviniendo la estrategia del Gobierno.

Como adelantó El Independiente, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, intentó frenar, sin resultado, el misil en la línea de flotación que les lanzaban desde la Comunidad Valenciana, pero la respuesta que recibió del conseller Arcadi España fue terminante: “Nosotros vamos adelante”.  Se escudaban en que Ximo Puig, mucho antes de que estallara la guerra fiscal entre territorios, ya había anunciado su voluntad de rebajar impuestos al 97 por ciento de los valencianos, que poco o nada tiene de “selectiva” ni de “quirúrgica”.

Colisión de dos estrategias

De fondo subyacen dos estrategias no sólo distintas sino, en muchos casos, contrarias, la de Pedro Sánchez y Moncloa por un lado, y la de unos presidentes autonómicos temerosos de correr con el castigo electoral de una inflación disparada “que tumba gobiernos”, admiten fuentes socialistas. No son pocos los barones que apostaban por adelantar el calendario de las generales conforme al modelo de 2019, pero a estas alturas han perdido toda esperanza. “Pedro no va a renunciar a la presidencia de turno de la Unión Europea” en el segundo semestre del año, dicen.

El inquilino de la Moncloa quiere convertir esa circunstancia en su trampolín electoral. La política europea se le da bien, ha conseguido ser un líder respetado y su voz se escucha, promueve debates como el del tope al precio del gas. Enmanuel Macron y Úrsula Von Der Layen toman nota de sus palabras. España tiene el hueco que había perdido durante los gobiernos de Mariano Rajoy, quien, a diferencia de Sánchez, nunca se sintió cómodo más allá de nuestras fronteras salvo por su buena relación con Angela Merkel.

Pero en no pocas comunidades entienden que la proyección europea de su jefe de filas no les da votos y, en cambio, que la estrategia monclovita de giro a la izquierda, de asunción del discurso de Podemos, inaugurado en el debate del Estado de la Nación del pasado mes de julio, es kriptonita para sus territorios. Eso es especialmente aplicable a Castilla-La Mancha y Extremadura. No lo parecía tanto para Valencia, de ahí la enorme sorpresa por la maniobra de Ximo Puig, aunque algunos sondeos apuntan a un empate técnico entre socialistas y populares valencianos. De qué lado caiga la moneda depende de la posterior política de alianzas y algunos socios de Puig, como Podemos, no andan precisamente sobrados de votos.

El presidente de la Generalitat quiere hacerse con las papeletas de Ciudadanos, que en 2019 sacó nada menos que 18 escaños autonómicos, sólo uno menos que el PP. Esta estrategia explica su reforma fiscal, aunque, hasta ahora, los intentos por captar el voto huérfano naranja por parte del PSOE han sido infructuosos.

Llamamiento "a la responsabilidad”

En Moncloa aseguran hablar con frecuencia con sus presidentes autonómicos, a los que han hecho, dicen, “un llamamiento a la responsabilidad”. Pero los principales barones tienen ideas propias. Porque si bien el extremeño Guillermo Fernández Vara ha decidido no tocar el tramo autonómico del IRPF, su rebaja histórica de tasas y de precios públicos a fin de cuentas también afectaría, conforme al hilo argumental que gasta Moncloa, a la financiación y prestación de los servicios públicos, con el añadido de que todos los contribuyentes, al margen de su situación económica, se beneficiarán de ello. Al final, el mensaje no es otro que rebajar impuestos, tasas o gravámenes, esto es, tocar los ingresos públicos.

Y hasta el Gobierno central se ha visto obligado a incorporar ventajas fiscales para las rentas de menos de 21.000 euros anuales, que ya están exentas de presentar declaración de IRPF. Todo ello arrastrado por sus barones y, en versión de Unidas Podemos, por el Partido Popular. Y eso que Hacienda no se cansa de argumentar que las rebajas fiscales “nos penalizan en Europa” y es mejor optar por la vía de las ayudas directas.

Pero los presidentes autonómicos no son tan sensibles al sentir de la Comisión Europea o a las urgencias de Moncloa sino al pulso de la calle, y lo que les llega de la calle no es precisamente bueno. “Tenemos un enorme exceso de recaudación”, confesaba un miembro del equipo de Ximo Puig para justificar una decisión “que es de justicia”.

"Depresión” y “desmovilización” de los candidatos

No son pocos los alcaldes que también se enfrentan al vértigo de la consulta electoral de mayo. De hecho, en algunos territorios admiten que hay cierta “depresión” y “desmovilización”. Por ello el movimiento de los barones socialistas insufla de nuevos bríos a unos desmotivados candidatos.

Ahora han movido ficha Puig y Fernández Vara, la semana que viene lo hará el castellanomanchego Emiliano García Page en su debate de política general  y, más adelante, irán el aragonés Javier Lambán y el canario Ángel Víctor Torres. Son cinco de los nueve presidentes autonómicos socialistas, algunos con la reelección más asegurada que otros.

La presidenta de La Rioja, Concha Andreu, no va a entrar en la guerra impositiva bajo el argumento de que su región tiene “el sistema fiscal más progresivo de toda España”. «Afortunadamente, después de muchos años en los que el sistema fiscal no era el más adecuado para las rentas bajas, la clase media y trabajadora, cuando llegamos al Gobierno pudimos establecer esta progresión que ahora no tenemos que tocar», subrayó esta semana en una comparecencia junto a la ministra de Sanidad, Carolina Darias.

También el asturiano Adrián Barbón y la balear Francina Armengol han decidido quedar al margen de la pugna fiscal. El caso de Navarra, con María Chivite al frente, es muy distinto pues la comunidad foral disfruta, al igual que el País Vasco, de un sistema fiscal que les privilegia con respecto al resto de los españoles.

En definitiva, todos aquellos que deben pasar por las urnas el cuarto domingo de mayo hacen sus propios cálculos al margen de la disciplina de Ferraz y de Moncloa. Las sinergias de un modelo en el que es indistinguible el partido del Gobierno y viceversa -María Jesús Montero anunció desde la sede federal la presentación de un nuevo paquete fiscal- para mantener prietas, y controladas, las filas, hace aguas.