Vox podrá avanzar hacia un modelo de partido más opaco tras su última reforma de estatutos en la Asamblea General del pasado sábado. Se podrá sancionar a cualquier miembro que dañe la imagen pública de la organización o contradiga las directrices internas dadas para las declaraciones públicas, en redes, o en su relación con los medios de comunicación. Aunque si se matiza que ello no debe perjudicar al "derecho de todo afiliado a ejercer la crítica o a emitir opinión sobre las políticas y las líneas estratégicas adoptadas por los órganos competentes". Una de las modificaciones permite a su 'dirección paralela', el Comité de Acción Política (CAP), quien diseña la estrategia parlamentaria, no reflejar de manera pública qué componentes lo integran.

Es precisamente este órgano por el que está pasando todo flujo de informaciones y directrices; de Madrid a los territorios. A la Murcia de José Ángel Antero. A Extremadura y al equipo negociador de Ángel Pelayo. De Bambú [la sede nacional de Vox, conocida así por su ubicación en este barrio madrileño] a los de Alejandro Nolasco en Aragón, así como al partido en Baleares. Ocurrió con el precipitado pacto de la Comunidad Valenciana. Allí, previo aviso del CAP, el equipo negociado dejó claras las condiciones a Carlos Mazón: o se pacta ya para que Carlos Flores Juberías ["línea roja" de Génova por haber sido condenado por violencia machista en 2002] pueda entrar en las listas de las generales, o no habrá pacto porque pasará por su inclusión en el nuevo Gobierno autonómico.

Desde hace algo más de tres años, este núcleo duro lo componen el presidente de Vox, su portavoz en el Congreso de los Diputados, el vicepresidente de Acción Política como coordinador, y el secretario general. Además, se añade a un representante del ámbito de la "comunicación" del partido. Estos son:

Santiago Abascal, el equilibrio ideológico

Es el presidente del partido y líder indiscutible pese a repartir la presencia mediática entre sus afines. Referente interno en el paso de poco más de 40.000 votos a más de 3,5 millones en las últimas generales. Se caracteriza por el atributo de hiperliderazgo, al ser el eje a través del que se mueven las capas inferiores del partido. Su control del aparato es muy personalista y férreo, pero una de sus funciones centrales es mantener el equilibrio ideológico entre las múltiples familias que definen a Vox: la liberal y conservadora, la tradicionalista y la ultracatólica, y la de extrema derecha.

Su perfil, por su pasado dentro del PP, se aproxima a la primera tendencia, la de corte más conservador y neoliberal, el ala dura del PP clásico de Aznar. Su objetivo más próximo es condicionar el futuro gobierno de Alberto Núñez Feijóo bajo previsión del grueso de las encuestas. De ahí que en los últimos meses haya implementado su presencia pública.

Jorge Buxadé, el 'dos' que dirige desde la sombra

Vicepresidente primero y de Acción Política. Es quien coordina las decisiones tomadas en el CAP, y por el que pasan las principales decisiones del partido con el visto bueno de Abascal. A nivel nacional y continental, como responsable de la política en la UE, donde ejerce de eurodiputado. Mientras que la rapidez valenciana no ha requerido de su presencia para un pacto, en Extremadura y Aragón su presencia en las sesiones de constitución de legislatura, tiene una lectura concreta: Vox no hace cesiones. Desde el PP le acusan de dinamitar las negociaciones entre los equipos de María Guardiola y Ángel Pelayo.

Es el máximo exponente de la corriente más extremista del partido, de corte ultracatólico. Y con las últimas reformas orgánicas [el ascenso de Garriga y el debilitamiento del tándem Espinosa de los Monteros-Monasterio], ha podido ganar presencia interna. De momento, renuncia a participar en la política nacional y prefiere seguir moviendo los hilos desde un plano secundario.

Ignacio Garriga, nuevo responsable territorial

Pese a ocupar un rango inferior a las vicepresidencias en el organigrama, es el número 'tres' de Vox de facto. Su llegada a la cúpula de Vox tiene mucho que ver con su labor en una arena política tan difícil para el partido como lo es Cataluña y el Parlament. Allí, Vox cuenta con el aparato más radical de todo el panorama nacional, con un nacionalismo extremo como contrapeso del catalán. Garriga, aún inmerso en un periodo de rodaje, ha superado con creces la prueba impuesta por Abascal: conseguir los mejores representantes para las elecciones municipales y autonómicas en tres meses, después de quedar relegado Javier Ortega Smith por el 'caso Olona' y el cisma interno generado con las provincias.

Su primer logro es patente: Vox ha conseguido duplicar el número de votos y triplicar la representación municipal. Ha entrado en más de 140 gobiernos locales, incorpora Valencia a Castilla y León a sus dominios de gestión y aspira a hacerlo en otras cuatro comunidades. A diferencia de Buxadé, Garriga tiene experiencia parlamentaria nacional por su paso por el Congreso, pero seguirá afincado en Cataluña los próximos años.

Iván Espinosa de los Monteros, el liberal resiliente

Aunque sigue en la primera línea del partido, es uno de los rostros que parte más debilitado de cara a la nueva etapa de gestión en la que empieza a iniciarse Vox. Especialmente en lo que se refiere a corriente política, vinculado al mundo de la empresa y el liberalismo. Su confianza con Abascal le permite mantenerse a flote en las listas como 'tres' por Madrid, mientras otros compañeros de corte liberal no repetirán. También su capacidad parlamentaria, que le han hecho ser una de las puntas de lanza en la cámara baja. Los que lo conocen destacan su gran capacidad comunicativa y conocimientos.

Se desconoce si el auge de ese sector más extremo conllevará su baja como portavoz, que compagina con el papel de vicesecretario de relaciones internacionales. Lo que está claro es que el peso decisorio será menor frente a otros compañeros más afines al ala dura. Mientras Buxadé ha ahondado en los lazos con homólogos europeos, Espinosa ha sido un asiduo a la Conferencias Nacional del Conservadurismo en Estados Unidos.

Kiko Méndez-Monasterio, el consejero

Ese cargo comunicativo suele ser Méndez-Monasterio. Es el único cargo del CAP que carece de competencias públicas en alguna cámara. Periodista y escritor, es el principal asesor e ideólogo de Abascal y uno de los pocos hombres de verdadera confianza de Abascal. Dentro de un círculo muy reducido. Junto a Buxadé, puede catalogarse como el otro hombre en la sombra de Bambú. Participó en las negociaciones de Castilla y León del año pasado ante la sorpresa del PP. Y ahora lo ha vuelto a hacer ante el equipo de Mazón. El mismo rebaja su acción a la de simple consejero, y busca mantenerse en un segundo plano, alejado del foco mediático.

Con la nueva reforma estatutaria, el CAP tendrá la capacidad de, cuando sea preciso, "orientar la actividad" en las Cortes, el Senado o a nivel municipal; y de todos aquellos representantes con competencias gubernamentales en la Administración. A ese núcleo de 'fontanería' política, se añade el Comité Ejecutivo Nacional. La principal dirección que materializa el grueso de decisiones del CAP. A los miembros ya destacados [sin contar a Espinosa de los Monteros y Méndez-Monasterio, que están fuera], se unen otros nueve integrantes.

CEN y vicesecretarios

Son los otros dos vicepresidentes, Ortega Smith y Reyes Romero. El tesorero Pablo Sáez, y los seis vocales Enrique Cabanas, Rocío de Meer, Víctor González, Juan Luis Steegman, María Ruiz y Pedro Fernández. Aquí cabe destacar la figura de Ortega, quien fue destituido como secretario general y ubicado en la vicepresidencia segunda. Ese paso desplazó a González desde la vicepresidencia económica al cargo de vocal, lo que arrinconó más a ese sector liberal en beneficio de Buxadé y Garriga.

A Romero y De Meer se le pueden atribuir la faceta más antifeminista del partido, dado que buenas parte de sus intervenciones desde la tribuna de las Cortes han ido destinadas a ello. Por su parte, Cabanas es una de las figuras más íntimas para Abascal, junto a las ya destacadas, a la hora de tomar decisiones, y ejerce, además, de vicesecretario de presidencia. Él trasladó a los diputados que han salido de las nuevas listas que no se contaba con ellos. Más integrantes de ese espectro liberal como Víctor Sánchez del Real o Rubén Manso.

De esos nombres, destaca también María Ruiz, mano derecha de Garriga como vicesecretaria de Organización, en suplencia de Fernández tras el cambio de roles que afectó a Ortega. De ella, que empezó en política como concejala en Villaviciosa de Odón (Madrid), se destaca que es un perfil dialogante. Justo lo que le hacía falta al partido, inmerso en un avispero territorial con Ortega, pero también con Fernández, mano derecha del exsecretario genera; también en el Ayuntamiento de Madrid. Irá como 'dos' de Abascal tras su trabajo junto a Garriga en ese crecimiento nacional de representación.

Otro perfil que gira en torno a Ortega, que ha asumido las labores judiciales desde el Congreso, es María Castro es vicesecretaria judicial. Ambos son los arietes en tribunales, sobre todo en el Supremo y en el Constitucional. Un equilibrio Congreso-partido en el que también está involucrado el vicesecretario de relaciones con las Cortes y secretario general del Grupo Vox José María Figaredo.

Como vicesecretaria de portavocía, Patricia Rueda escuda a Buxadé y a Espinosa de los Monteros entre Bambú y las Cortes. Y destacan otros dos nombres. El primero, el del diputado y vicesecretario de Comunicación Manuel Mariscal, artífice del implemento de Vox en redes desde sus inicios y por el que pasa ahora toda la estrategia comunicativa. El segundo es Ignacio de Hoces, vicesecretario de Institucional, con experiencia parlamentaria y ahora cabeza de lista por Badajoz. Ha participado en las negociaciones de Extremadura.

De producirse un vuelco a la derecha en las próximas generales y requerir Feijóo de un pacto con Vox para gobernar desde la Moncloa, de entre estos nombres podría salir las cuotas que acompañarán a Abascal en un papel de vicepresidente. En vista a las demandas hechas ya al PP a nivel autonómico y municipal, Vox aspiraría a solicitar las carteras de Agricultura, Cultura, Educación, así como otro de nueva creación de Políticas Sociales y Familia.