A las cuatro de la tarde, este martes, el líder del PP y candidato ganador de las últimas elecciones generales, Alberto Núñez Feijóo, cerrará la ronda de consultas emprendida por el Rey Felipe VI. Un cometido recogido en la Constitución tras el cual el monarca deberá designar un candidato para someterse a una sesión de investidura. La decisión será complicada para él, dado que ninguno de los dos principales aspirantes sabe aún de manera certera con qué número de apoyos totales contaría de celebrarse un debate plenario.

Pedro Sánchez, por su parte, solo tiene amarrado el apoyo de su socio de coalición Sumar, aunque es factible añadir al cálculo al PNV, EH Bildu y el BNG. Ello eleva la suma a 164 escaños. Requiere de un sí explícito de ERC y de Junts, siendo este segundo el más complicado de conseguir sin grandes cesiones. Feijóo, en cambio, con su grupo y el escaño de la UPN y de Coalición Canaria, tiene asegurados 139 diputados. Y solo si solventa las dudas generadas por Vox de manera pública, partiría con más ventaja que Sánchez a esa audiencia en Zarzuela.

Génova está dividida estas semanas entre los que opinan que Feijóo, de cara a su electorado y como reflejo de compromiso, debe intentar recabar los apoyos necesarios al ser el ganador de las elecciones, y los que creen que debe aceptarse que sin el PNV no hay ninguna opción de alcanzar la Moncloa. Estos últimos abogan por perfilarse ya como referencia de la oposición de cara a una investidura corta, en base a la tendencia de desgaste de Vox, y con los palos en la rueda al PSOE como protagonistas. Y que solo salvaría una repetición electoral que brindaría una nueva oportunidad al gallego.

Ahora bien, fuentes del PP se comprometen a intentar sacar adelante la investidura si el Rey decide finalmente apostar por Feijóo. Así lo ha trasladado públicamente el diputado y vicesecretario de Institucional Esteban González Pons en la previa de la reunión: "Nuestro deber como fuerza más votada es aceptar la investidura si nos la proponen. El PP no puede permitirse quedarse sentado esperando a que se produzca un Gobierno de Sánchez con quienes quieren romper España".

El PP, como ganador de los comicios, se compromete a sacar adelante la investidura si el Rey decide apostar por Feijóo frente a Sánchez"

El problema es que frente a la corriente positiva del PP, los dos socios ya afianzados de producirse investidura empiezan a contemplar sendas alternativas que no pasan por el primer partido nacional. Lo que contrasta con la confianza de figuras como González Pons de que el PP llegarán hoy con mayores votos favorables que relatar a Felipe VI. El primero en hacerlo ha sido la UPN en voz de su líder Javier Esparza, que ve más probable o una reedición del Gobierno con mayor dependencia independentista. Ello le hace desear una repetición electoral que lo impida.

Por otro lado, Coalición Canaria, quien rubrica a primera hora en el Congreso el compromiso de apoyo con el PP de ser elegido, se ha abierto no obstante al PSOE en el caso de ser Sánchez el designado. Cristina Valido ha dejado claras las condiciones: que ser acepten los mismos compromisos de la "agenda canaria" con la previa transferencia de las partidas presupuestadas acordadas para las islas y aún pendientes de ejecutar. Los canarios, una vez más, apuestan por la vía utilitarista.

Vox lanza un ultimátum que el PP no recoge

A ese movimiento regionalista mencionado se une el amago de ruptura de Vox. En un intento fallido de atraer al PNV -ha vuelto a negar la colaboración tras acudir a Zarzuela- vetando a Vox de la Mesa del Congreso -se ha comprometido con CC a no integrarlo en un gobierno- el PP ha provocado que los de Santiago Abascal se sientan agravados por el trato descortés de Génova. Y aunque Ignacio Garriga el viernes pasado seguía ofreciendo sus 33 representantes al PP, este lunes ha pedido claridad dejando en el aire el apoyo. Aunque sin negar explícitamente que los vaya a dar.

Eso sí, sugiere que, en función de si el PP "descuelga el teléfono", Abascal trasladará un mensaje u otro al Rey. Sin negociación explícita, Vox busca un compromiso con sus siglas que aleje a Feijóo más del PNV, antagonista de sus postulados. Y lo quiere, además, de manera pública.

Vox pide al PP, a quien define como "su socio preferente" en base a los acuerdos autonómicos, que se pronuncie al respecto de lo sucedido en la constitución de las Cortes y si "su decisión de excluir a la tercera formación" hay que entenderla como una deriva hacia el establecimiento de un cordón sanitario en detrimento, dicen, de garantizar "la neutralidad" en las instituciones.

Fuentes del PP no creen que Vox vaya arriesgarse a negar la investidura a Feijóo de darse el debate, dado que profundizaría en su crisis"

Preguntado por este asunto, fuentes de Génova eluden responder, y no aclaran si ha habido o habrá en las próximas horas algún contacto [El País publica que no tienen previsto contestar]. Aunque otras fuentes del PP consideran que es un modo de presión contra el partido para recuperar la "posición de fuerza perdida" tras los comicios y que la formación no se dejará intimidar. Dudan que, de llegarse a ese punto parlamentario, Vox vaya a arriesgarse a oponerse a la investidura de Feijóo, porque de repetirse las generales solo profundizaría más, dicen, su declive.

Lo que está claro es que si Abascal traslada a Felipe VI que Feijóo no cuenta con su grupo parlamentario y solo queda este con 139 respaldos en la cámara baja, el Rey tendrá despejado el camino para designar a Sánchez como candidato potencial al trámite salvo que Feijóo muestre determinación con revertir el estadio de las relaciones. Si, en cambio, en base a ello renuncia a presentarse como hizo Mariano Rajoy en 2016, el PP tendrá el relato construido para erigirse como partido útil de la oposición, o bien si Sánchez erra, acudir a nuevas generales con un relato fortalecido frente a Bambú.

Tanto si es Feijóo como Sánchez el designado, lo que queda patente es que a día de hoy, una sesión de investidura será fallida y pondrá en marcha la cuenta atrás de dos meses para que quien ahora debe decidir candidato, Felipe VI, firme, nuevamente, una disolución de Cortes que abriría las urnas 47 días después.