"Era un día que había que pasar. Y ya ha pasado". El PSOE sentía este sábado que ya podía respirar aliviado. Sacudirse la presión. Al fin. El secretario general y presidente del Gobierno en funciones daba un salto de imposible retorno: defendió la amnistía públicamente por primera vez. Ante sus compañeros, ante el comité federal, ante el máximo órgano de poder del partido. Y lo hacía, le correspondían los suyos, "sin eufemismos", de manera "clara", "franca", "honesta", sin rodeos. Porque tiene que hacer "de la necesidad virtud", porque son imprescindibles los 14 votos de Junts y ERC y ellos ponen el perdón al procés como la "condición" forzosa para que se repita un Gobierno "de progreso" y para no dar la "oportunidad" a la derecha de alcanzar la Moncloa a través de una repetición electoral. También entiende que es la vía para propiciar el "reencuentro total" en Cataluña y cerrar la página dolorosa del pasado.

Pedro Sánchez pulsaba el botón que todos esperaban desde hacía mucho tiempo. La amnistía era el elefante en la habitación al que todos señalaban pero que nadie en el PSOE ni en el Gobierno nombraba ni defendía en público. Ahora la botella se descorcha, y ese era el mejor indicador de que la investidura sí que está muy cerca y la negociación con los independentistas, a punto de quedar rematada. Y Sánchez, para dar ese paso, necesitaba visualizar el apoyo de su partido. Lo tuvo: el comité federal le respaldó de manera prácticamente unánime y los militantes, con seguridad, lo harán esta próxima semana en cuanto se abran las urnas telemáticas y presenciales para ellos. Los barones se alinearon sin fisuras con su jefe, a excepción del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, único discrepante durante la reunión de este sábado en Ferraz junto a Odón Elorza, exalcalde de San Sebastián y exdiputado en el Congreso. Es más, las críticas directas e indirectas se las llevó a puerta cerrada el propio Page de buena parte de sus compañeros, cansados de que haga "el juego a la derecha" y cargue contra el partido y su líder en los medios.

Sánchez no desciende a los detalles, pero sí justifica por qué es necesaria la amnistía y reconoce que no estaba en sus planes, aunque le toca asumirla porque hay que hacer "de la necesidad virtud"

En el equipo de confianza del jefe del Ejecutivo venían apuntando en las últimas semanas que él no podía emplear la palabra prohibida hasta que todo estuviera amarrado, por el riesgo de que los independentistas se echaran atrás. Así que el hecho de que al fin la empleara, la defendiera sin ambages y sin subterfugios en el máximo escalón de poder del PSOE ya daba cuenta de que la investidura es casi un hecho, a falta de ponerle fecha, y probablemente ese paso llegue en unos días, a fin de que el debate comience la semana del 6 de noviembre —la opción que coge fuerza, aunque puede que sea algo justa, porque quedan todavía algunos movimientos más, como el anuncio de los acuerdos con Junts, ERC, PNV, Bildu y BNG— o la del 13.

El comité federal de este 28 de octubre, casualmente 41 años después de la aplastante victoria de Felipe González en las urnas —lo recordó el propio Sánchez en su discurso—, pasará a la historia del partido por ese hito. Por ese salto definitivo, por la asunción, ya sí, de la amnistía, una medida que antes de las elecciones del 23-J era vista como inconstitucional por el propio presidente y su dirección, y que ahora era obligada, reconoció, por la aritmética electoral.

"Cataluña está lista para el reencuentro total. Los representantes de más del 80% de los catalanes respaldan esta medida. Y por esas mismas razones, en el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña por los hechos acaecidos en la década pasada", rubricó. Era la primera vez que hacía esa defensa, porque en la cumbre de Granada del pasado 6 de octubre citó la palabra, pero no la hizo suya, la presentó como una propuesta de otros grupos, entre ellos su socia de gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz.

A partir de ahí, Sánchez no descendió a los detalles, los dará cuando los acuerdos estén sellados, y justificó políticamente por qué lo hacía. Tenía la convicción, alegó, de que la "superación definitiva del conflicto" catalán requeriría de "otras medidas de gracia en el futuro", más allá de los indultos a los líderes del procés, que su Gobierno aprobó en junio de 2021. Sin embargo, admitió, no era su plan "para este momento". "Pero uno no siempre en política, como en la vida, puede elegir los momentos en que se realizan los planes". Las elecciones cambiaron, a su juicio, todo. Para impedir un Gobierno de la derecha con Vox, adujo, es necesario entenderse con los independentistas catalanes, que aportan 14 votos en el Congreso —siete Junts y otros siete ERC—, y ellos ponen como "condición" la amnistía, pero además Cataluña, al apoyar masivamente al PSC, demostró que es "abrumadoramente favorable al reencuentro".

Encaje "plenamente constitucional"

El presidente incidió en que hace "de la necesidad virtud", pero también con el objetivo de que pueda servir para la "normalización política en Cataluña", siempre con la "certeza" de que el encaje de la amnistía será "plenamente constitucional". La medida, dijo, "no es un fin en sí mismo, ni es el fin del camino", es "un medio para avanzar en el camino de la concordia y el reencuentro entre catalanes, y entre catalanes y el resto de españoles". Es decir, como explicaban después en Ferraz, no estaba Sánchez diciendo entre líneas que luego vendrán otros pasos como el referéndum, exigido por el independentismo pero rechazado tajantemente por PSOE y PSC, sino que la amnistía va más allá de los siete votos que necesita para ser investido.

El presidente pide el apoyo para un "programa de país, no de partidos", "al servicio de la mayoría social"

El líder pidió entonces la confianza y el apoyo de sus militantes y sus dirigentes. Porque de eso iba este comité federal también: el órgano convocó la consulta a las bases para que digan si respaldan formar un Gobierno con Sumar "y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria". No aparece la palabra amnistía en el redactado de la pregunta, pero tanto da porque la militancia, como recordaba a la entrada de Ferraz el barón valenciano, Ximo Puig, sabe que ese es el corazón de la investidura y porque el propio secretario general rompió su silencio de tres meses y la defendió abiertamente ante el comité.

El argumento que esgrimió Sánchez es que el perdón del procés es la llave que permite materializar un programa "de país, no de partidos", el que "necesita España para dar un salto en competitividad y justicia social, para afianzar la senda de regeneración democrática y cohesión territorial iniciada hace cinco años", un programa "al servicio de la mayoría social, y no al de los intereses de unos pocos".

Cuando el presidente defendió sin titubeos la amnistía, se podía sentir cómo el partido se descomprimía. Los miembros del comité le aplaudieron en pie al instante. No lo hizo la delegación de Castilla-La Mancha, la liderada por Page, aunque una de sus integrantes, Milagros Tolón, exalcaldesa de Toledo y presidenta del órgano, alineada con Ferraz y elogiada una y otra vez en su discurso por Sánchez, sí se sumó con ganas a la ovación.

Sin "garantías" de que no vuelvan al punto de partida

El jefe del Ejecutivo de Castilla-La Mancha, el único de los tres presidentes autonómicos socialistas que gobierna con mayoría absoluta, fue el primero de los barones en intervenir, ya a puerta cerrada. Como ha hecho en estas semanas, rechazó la amnistía, entre otras razones porque entiende que no hay "garantías" de que el independentismo renuncie a regresar al punto de partida. A su llegada a Ferraz había advertido de que no le basta con que se diga que la medida se ajustará a la Constitución —semanas atrás él indicaba que era directamente contraria a la Carta Magna—, sino que no "casa" con los valores y el proyecto socialista. El barón regional se cuidó de expresar su discrepancia en tono "respetuoso", y a ojos de varios cargos presentes sonó mucho más templado y prudente que en sus declaraciones a los medios, y como señalaban en su entorno, también fue "aplaudido en alguna reflexión y al final".

El líder del PSOE gallego acusa a Page de hacerle "el juego a la derecha" y le aconseja que no reniegue de las amnistías porque quizá el partido tenga que aplicársela a él por todas sus críticas

Lo que se encontró Page a continuación fue el reproche de sus compañeros. Fueron 31 los turnos de palabra pedidos y muchos dirigentes le recriminaron su actitud, de manera más o menos emboscada. Los más duros, coincidían todos, fueron los secretarios generales de Galicia y Murcia, Valentín González Formoso y Pepe Vélez. El primero fue implacable, lo señaló directamente, le dijo que había que hablar en los órganos de dirección y no fuera, "haciéndole el juego a la derecha", y le aconsejó, relataban a la salida varios miembros del comité, que no reniegue de las amnistías, porque quizá el partido se la tenga que aplicar a él para perdonarle por todas las críticas que ha vertido. Vélez enfatizó que el PSOE no necesita "quijotes".

También Óscar Puente, exalcalde de Valladolid y dirigente al alza ahora en el partido, le atizó de manera indirecta, al remarcar la "desproporción entre el altavoz que reciben determinadas posiciones y su representatividad real del sentir del partido". "Ocupar portadas y elogios de la prensa que nos tritura puede ser muy tentador, pero yo prefiero compañeros leales a compañeros vanidosos", le reconvino. El expresident Puig, que se declaró, después de más de 40 años de militancia, "más orgulloso y emocionado que nunca" porque "este es el mejor PSOE, el que siempre pone por delante el interés general de España por encima de los intereses partidistas", respondió a su colega. La "tortura" sería un Gobierno de PP y Vox, como el que hay en Valencia, le dijo. Y es que Page había dicho que eso, una "tortura", será una legislatura dependiente de los deseos de Carles Puigdemont.

El barón castellanomanchego no encontró el apoyo de ninguno de los líderes territoriales, ni de los que siguen en el poder —el asturiano Adrián Barbón y la navarra María Chivite—, ni de aquellos a los que les arrastró el tsunami del 28-M, como el propio Puig o el extremeño Guillermo Fernández Vara, que insistió en que hay que seguir abogando por la "cohesión territorial y la convivencia". Las tesis de Page no pudieron ser apoyadas por el secretario general de Aragón y expresidente regional, Javier Lambán. Él no pudo viajar a Madrid porque sufre una recidiva de su cáncer, pero su persona de confianza, Mayte Pérez, líder del partido en Teruel y miembro de la ejecutiva federal, no se salió de la línea oficial. El otro integrante del comité que sí criticó también la amnistía fue Odón Elorza, que apoyó a Sánchez en las primarias de 2017 pero que quedó fuera de la cúpula tras el congreso federal de 2021. Pero el exdiputado es, resumía uno de sus compañeros, "de los que necesita estar en contra si todo el mundo está a favor" y su peso orgánico es nulo.

"Una cosa es acatar y otra es comulgar"

Page agradeció poder hablar con "tranquilidad" y haber sido escuchado con una "atención extraordinaria". Y pese a asumir su posición "minoritaria" en el PSOE, aseguró no haberse sentido solo. Ya contaba con que sus compañeros le trasladasen su malestar, pero se reafirmó en su posición porque decía no haber oído argumentos para cambiar de opinión durante la reunión. Los hubo "francos y sinceros" por parte de Sánchez, reconoció. "Yo discrepo abiertamente, sinceramente, y voy a trabajar para que no haya divorcio entre la opinión que hay hacia dentro del partido, con la opinión de toda la gente que nos apoya", señaló a la salida a los medios, dando a entender que la dirigencia socialista no sabe cuál es el latir de la calle. "Algunos ya están en los huesos en cuanto a apoyo en las urnas, no saben ni lo que es llegar al 20%, y nos dan lecciones a los que superamos el 40%", indicaban en su círculo. El líder regional no anticipó qué votará en la consulta, pero le parece "bien" que se haga un referéndum interno y él respetará lo que decidan los afiliados. "Pero una cosa es acatar y otra es comulgar", avisó.

Los barones elogian a Sánchez por su "claridad", por ir de "frente", por ser "franco y sincero". "Es muy valiente y rompedor, mide los tiempos y este era el momento", señala un líder territorial

El comité, con todo, discurrió tranquilo, sin incidencias. Se percibió la "unidad" y distintos barones cumplimentaron al líder, tal y como contaban al término de la cita, por su "claridad" en la defensa de la amnistía. "Era muy importante acabar con los eufemismos, mejor ir de frente"; "Pedro es muy valiente y rompedor con las estrategias políticas: él mide los tiempos y este era el momento"; "ha sido muy franco y muy claro, queríamos eso y lo tenemos, teníamos que ir por ese camino, si los que perdimos las elecciones en mayo sacamos fuerzas en julio para darle la vuelta, vayamos con esa claridad todos ahora, que nadie se raje"; "más que alivio sentimos que era un día que había que pasar, y ya ha pasado"; "el comité fue lo esperado, no esperaba otra cosa".

Eran las voces de cinco jefe regionales. Todas en la misma línea. La satisfacción era más que evidente. El partido entiende que hay que primar el bien mayor, el continuar en el Gobierno para seguir desplegando políticas progresistas, aunque suponga digerir un trago amargo como el de la amnistía. Pero nadie quiere ir a una repetición electoral de altísimo riesgo y que, y esto lo dijo el propio Sánchez, supondría dar una segunda "oportunidad" a la derecha de hacerse con el poder.

El presidente, en el turno de cierre del comité, ya a puerta cerrada, no respondió directamente a Page, aunque sí lamentó las críticas a través de los medios y a la falta de apoyo ante los ataques personales de la derecha. Pero sobre todo cargó contra un PP "cómodo en la confrontación", que "dejó la herencia que dejó en Cataluña".

A partir del miércoles, la maquinaria puede ir a todo gas para fijar la investidura cuanto antes, o en la semana del 6 de noviembre o la siguiente

Lo trascendente del cónclave de este sábado residía en su discurso en abierto, contundente, con el que ya camina "lanzado", glosaba un barón, a la investidura. De hecho, enseguida el president catalán, Pere Aragonès, aplaudió el salto adelante de Sánchez, aunque le recordó que la carpeta económica, clave para ERC, está pendiente. Lo previsible es que no se cierren acuerdos hasta este martes, hasta que no pase la jura de la princesa de Asturias. O sea, a partir del 1 de noviembre, la máquina puede acelerar. Al máximo. Sánchez puede seguir con su plan seguro del apoyo cerrado de su partido, y que se redoblará con el resultado de la consulta a las bases, que se conocerá el próximo domingo, día 5. "El partido sale unido, en forma", valoraban fuentes muy próximas al presidente. Lo expresaba un veterano, firme apoyo del líder: "Cuando el PSOE hace suya una política, sale con una fuerza imparable. Ese es el resumen de este comité federal".