Es cierto que Ferraz no marcó en rojo una fecha concreta en el calendario. No apostó todo a un par de días para el debate de investidura y votación. Pero desde luego sí que dejaba ver a las claras cuáles eran sus deseos: la dirección socialista quería que la investidura de Pedro Sánchez se celebrara en la semana del 6 de noviembre. Concedía que, como los Reyes emprenden rumbo a Dinamarca este lunes para una visita de Estado a la reina Margarita durante tres días, la sesión debía comenzar el miércoles 8 o el jueves 9, para asegurar que tras la reelección del presidente, estuviera en la Zarzuela Felipe VI para recibir la comunicación inmediata por parte de la presidenta del Congreso, Francina Armengol. El sábado 11, el jefe del Ejecutivo anhelaba desplazarse a Málaga, al Congreso del Partido de los Socialistas Europeos, aclamado ya como un líder con plenos poderes de nuevo.

Pero esa planificación inicial puede estar camino de la basura. Por Carles Puigdemont. El expresident dijo este pasado jueves no. Todo estaba listo para que este 2 de noviembre se registrara la ley de amnistía con las bendiciones de las dos formaciones independentistas catalanas, Junts y ERC, y se cerraran los acuerdos con los socios. Así, Armengol podría convocar el pleno este viernes para finales de la semana próxima. Pero Puigdemont pisó el freno y decidió jugar su partida favorita, la de la negociación al límite. Objetó un pasaje del articulado de la norma y dejó en el aire el pacto con los socialistas, frustrando por completo su guion. El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, que ya se había hecho la foto con él el lunes en señal de que las conversaciones iban por buen camino y sin marcha atrás, había viajado de nuevo a Bruselas para sancionar la alianza, pero no pudo. Tuvo que remangarse para intentar reconducir la situación. Pero el jueves, justo cuando ERC exhibía orgulloso su acuerdo con el PSOE en Barcelona, fue imposible. Las partes se dieron unas horas tras una jornada frenética y agotadora.

No hay detalles, pero en el PSOE dicen que el escollo no obedece a "nombres", sino a cuestiones "muy complejas" y técnicas

Los contactos se retomaron este viernes en la capital comunitaria. Agua. No hubo acuerdo y, por ahora, no se vislumbra ninguna fecha para culminar las negociaciones.

Fue otra jornada de secretismo y confusión. Durante horas, no estuvo siquiera claro si habían llegado a verse Cerdán y Puigdemont en la Eurocámara. Pero no ocurrió, no hubo una reunión física entre ambos. Cada uno estuvo con su equipo en sus respectivas dependencias, en contacto e intercambiándose papeles, según decían en la dirección del PSOE. La interlocución, defendían los dos partidos, no se ha roto, así que las conversaciones seguirán. En el entorno de Cerdán indicaban que el escollo son cuestiones "muy complejas" y técnicas, que debían revisarse jurídicamente con mucho cuidado. No tenía nada que ver con "nombres", explicaban. En Junts señalaban, sin embargo, que las diferencias son técnicas pero también políticas, y que cuantitativamente queda poco para el acuerdo, pero no cualitativamente. La sospecha que ha circulado es que el expresident quiere salvar a dirigentes cercanos como su mano derecha, Josep Lluís Alay, implicado en el caso Voloh, causa que investiga la supuesta colaboración rusa con el procés.

Los socialistas no descartan que su plan pueda seguir adelante, aunque indican que por ahora el único plazo existente es el del 27 de noviembre, cuando vence el periodo de dos meses que la Constitución otorga al Congreso para que elija nuevo presidente del Gobierno desde la primera votación fallida de investidura. Sánchez aún podría lograr la investidura esta próxima semana, pero esa ventana de oportunidad se encoge, y mucho. Porque tienen que cumplirse varios hitos.

Cerrojazo informativo

El primero, el registro de la ley de amnistía. Después, la convocatoria del pleno. Armengol puede convocar a sus señorías con 24 o 48 horas de antelación. Es decir, que para que el guion se mantenga, la presidenta debería fijar la sesión el lunes o martes, para que la investidura saliera adelante a finales de semana. Por si acaso, la Mesa de la Cámara baja habilitó en su reunión de ayer todos los festivos, sábados y domingos hasta el 27 de noviembre —una medida que ya se tomó en 2016 y 2020, con Mariano Rajoy y Sánchez como candidatos—, así que el debate puede celebrarse cualquier día.

La Mesa del Congreso habilita sábados, domingos y festivos hasta el 27 de noviembre para que pueda fijarse el pleno de investidura en cualquier momento

Así, no es imposible que Sánchez sea investido en los próximos días, pero esa opción ha ido perdiendo fuerza por el último quiebro de Puigdemont. Ya no se descarta que la sesión comience en la semana del 13 de noviembre o que incluso se acerque al tope constitucional. En el PSOE varios dirigentes consultados se reconocen desconcertados, sin saber a qué atenerse. No esperaban el giro del expresident, su voluntad de martirizar a Sánchez y de tensar la cuerda, pero asumen que les falta información. Y es que Ferraz ha vuelto a imponer el cerrojazo, precisamente para evitar que la negociación acabe de frustrarse. El momento es totalmente crítico.

Porque ahora la investidura pende de Junts. De sus siete diputados. El presidente ya cuenta con 166 apoyos: PSOE (121), Sumar (31), ERC (7) y Bildu (6), y ultima el acuerdo con el BNG (1). Quedan solo los posconvergentes y el PNV (5), del que se espera su prácticamente al final, además de la decantación del voto de Coalición Canaria (1). El secretario general de Junts, Jordi Turull, trasladó en un mensaje a la dirección del partido, y adelantado por La Vanguardia, que vienen "horas y días de mucha presión" para que cierren el acuerdo cuanto antes, pero la orden era aguantar el tiro. No hay prisa, en definitiva. El dirigente carga duramente contra el acuerdo de PSOE y ERC, por insuficiente, y expresa su voluntad de que la ley de amnistía cubra al máximo de afectados: "No haremos una amnistía para vips", "no dejaremos a ningún soldado tirado", "aquí hay mucha gente que se la ha jugado, que no se ha rendido". El pacto con el PSOE, por cierto, fue respaldado por el 89% de la militancia de ERC en su consulta interna.

En el PSOE entienden que Puigdemont ha querido escenificar distancia con el acuerdo de ERC y ganar protagonismo y foco

Puigdemont, pues, da largas. Una actitud que algunos cuadros en el PSOE relacionan con su competición brutal con ERC. Los republicanos aceleraron por la izquierda y rubricaron su pacto con los socialistas el jueves, foto incluida de Oriol Junqueras y el ministro Félix Bolaños. Un texto asentado en la continuidad de la mesa de diálogo entre gobiernos —ahora con el acompañamiento de una mesa de partidos, con un verificador al frente—, la condonación del 20% de la deuda de la Generalitat con el FLA y el traspaso gradual de Rodalies. Cargos socialistas entienden que el movimiento de ERC desorientó a Puigdemont y le condujo a querer marcar distancias, a separar su propio acuerdo del firmado por Junqueras para ganar relevancia y foco y demostrar que la investidura depende de ellos. El peligro, reconocen, es que el expresident quiera "apurar" demasiado, llevar la negociación al límite.

¿Requiebro táctico o no?

Por ahora, la dirección de Sánchez no ha enviado señales de alarma. En el PSOE y en el PSC domina claramente la sensación de que finalmente habrá acuerdo, aunque Puigdemont haga penar al presidente en funciones. Algunos diputados admiten que para el partido sería difícilmente digerible que la cúpula aceptara incluir en la amnistía a personas como Laura Borràs, presidenta de Junts, condenada a cuatro años y medio de cárcel por trocear contratos públicos, o a Gonzalo Boye, el abogado del expresident, investigado por presunto blanqueo junto al narcotraficante Sito Miñanco, o la familia Pujol, manchada por numerosos casos de corrupción. "No podemos perdonar delitos comunes que no tienen nada que ver con el procés porque ahí sí que no tendríamos relato. Mejor ir a elecciones", advierte un parlamentario de primera línea.

Lo de la Audiencia Nacional debería inquietar a Junts", advierte un veterano diputado y 'fontanero'. Porque este viernes la Audiencia envió a juicio a 12 miembros de los CDR y la Guardia Civil señala a Rovira como cabecilla de Tsunami Democràtic

"Lo de la Audiencia Nacional debería inquietar a Junts", señala otro veterano diputado y fontanero socialista. Se refiere a los dos movimientos en la Justicia, que entiende como nada casuales, que se desataron este viernes y que subían la presión contra la investidura de Sánchez. La Audiencia envió al banquillo a los 12 miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) procesados por delitos de terrorismo. Y la Guardia Civil, en su informe definitivo entregado a la Audiencia, señaló a Marta Rovira, número dos de ERC, como presunta cabecilla de Tsunami Democràtic, el movimiento que instigó las protestas contra la sentencia del procés en 2019. ERC cerró con el PSOE que tanto los implicados por los CDR como por Tsunami se vieran beneficiados por la amnistía.

"Deberían tener en cuenta aquello de más vale pájaro en mano —prosigue este diputado—. No tienen muchas opciones para rechazar esta ley de amnistía, pero el suicidio existe. Si dicen que no, ellos [Junts] quedan muy mal dentro de Cataluña. Mi duda ahora es si el requiebro es táctico o no". Esa es la pregunta que recorre a PSOE y PSC. Esto es, hasta qué punto es una maniobra de Puigdemont para hacer sufrir a Sánchez y hacerse valer él mismo, manteniendo la tensión hasta el final, o si bien puede sentirse tentado de dar marcha atrás y provocar elecciones.

Mientras, el ambiente político se va espesando. La derecha eleva el tono contra el presidente en funciones y el PSOE, las comunidades del PP claman contra la condonación de la deuda a Cataluña —pese a que el Gobierno ha reiterado que ese mecanismo es extensible al resto de CCAA—, el sector conservador del Poder Judicial carga contra una ley de amnistía cuya textualidad no se conoce aún. El viernes finalizaba con una imagen: la de un millar de personas en Ferraz, la calle de la sede federal del PSOE, gritando contra el perdón al procés.

Hay cargos que temen el "desgaste" de este tiempo de espera. Domina en el partido la sensación, con todo, de que habrá acuerdo con Junts

Para el PSOE, el contratiempo se reduce en un "mayor desgaste", resume un diputado con galones, por la hostilidad de la derecha y porque hasta que no se cierren todos los flecos el partido y su líder no pueden salir a la ofensiva para explicarse. "En una negociación de este calado, has de tener un poco o un mucho de tahúr", apunta un cuadro del PSC. Este tiempo de calvario, señala otro, se traduce en una "puta agonía" que en el partido, no obstante, ansían que concluya con el final esperado: el acuerdo, la investidura y la formación de un nuevo Gobierno de coalición. Antes, este fin de semana, eso sí, se conocerá el resultado de la consulta a la militancia socialista, que Ferraz espera sea una mano de apoyo a la estrategia de la cúpula.