Los populares creen tener motivos para la alegría desde el pasado día 18, tanto por méritos propios como por errores ajenos. En la primera categoría entran los excelentes resultados de las elecciones gallegas, un triunfo incontestable que si bien por sí solo tiene un enorme valor, éste se acrecienta si se compara con los magros números de un PSOE en su suelo electoral. Pero aún no habían terminado de celebrar el triunfo en el cuartel general de la calle Génova que la Justicia destapó el "caso Koldo", un personaje inclasificable presuntamente receptor de sobornos de una empresa que vendió mascarillas a la administración central y a algún gobierno autonómico socialista en lo peor de la pandemia por el Covid gracias a su proximidad, casi sombra, al socialista José Luis Ábalos.

Aunque el PP anunció ya el pasado viernes personación como acusación popular en la causa radicada en la Audiencia Nacional, tiene muchas más balas en la recámara para hacer, como poco, más incómodo al PSOE y a Moncloa el estallido de un caso que toca al corazón del Gobierno. Además, han creado de un grupo de trabajo en Génova dirigido por su secretaria general, Cuca Gamarra, del que forman parte los vicesecretarios Elías Bendodo, Esteban González Pons, Borja Sémper y Esther Múñoz y los portavoces parlamentarios de Congreso y Senado, Miguel Tellado y Alicia García, respectivamente. Este mismo miércoles, durante la sesión de control al Gobierno, Alberto Núñez Feijóo preguntará a Sánchez respecto a "cuántos escándalos puede soportar su Gobierno" y Tellado hará lo propio con el ministro de la Presidencia y de Justicia, Félix Bolaños.

Grupo de trabajo, personación en la causa, comisión de investigación, comparecencia de Sánchez...

Los populares se preparan para exprimir lo más posible esta trama, –resultado de tres denuncias del PP madrileño como reacción a las acusaciones contra el hermano de Isabel Díaz Ayuso– sabedores de que cada revelación periodística extiende las sospechas como una mancha de aceite "y todavía queda mucho por conocer", apuntan en el primer partido de la oposición. No sólo es un caso de supuesta corrupción, con ser grave, sino que afecta a la compra de mascarillas en plena pandemia y pagadas en su mayoría con fondos europeos, una tormenta perfecta para Moncloa y Ferraz.

Por lo pronto, ya tiene ramificaciones en Brasil y Luxembugo, donde supuestamente se puso a resguardo buena parte de las mordidas, y cada vez crece más el listado de administraciones y organismos públicos, muchos de ellos vinculadas al Ministerio de Ábalos, que tuvieron tratos con la empresa bajo sospecha por recomendación del tal Koldo García Izaguirre.

En plena precampaña de las elecciones vascas, que ya tienen fecha –el 21 de abril– y con el telón de fondo de las elecciones europeas, este caso de corrupción vinculado al gobierno y al PSOE ha sido una especie de "regalo" para Alberto Núñez Feijóo, quien ya tiene buena parte de su estrategia hecha. Además, la mayoría absoluta de la que dispone en la Cámara Alta le permite promover y crear una comisión de investigación parlamentaria del caso además de pedir la comparecencia del presidente del Gobierno. Ahora buena parte del discurso descansa sobre el mensaje de que Sánchez cesó sorpresivamente a Ábalos en julio de 2021 porque supo de las sospechas de corrupción que se cernían sobre él.

Presiones sobre Ábalos para que deje el escaño

La trama se va complicando, tanto que el propio Sánchez afirmó este sábado en la inauguración en Madrid del Consejo de la Internacional Socialista que la lucha contra la corrupción "ha de ser implacable, caiga quien caiga". Un día antes fue la número dos del PSOE, María Jesús Montero, quien le enseñó a Ábalos la puerta de salida. "Yo sé lo que yo haría", respondió a la pregunta de si intentaría aguantar en el cargo mientra el cerco se estrecha en torno al hombre al que el ex ministro valenciano pareció dar una inmensa capacidad de poder. Y no sería porque no le avisaron. Hasta él mismo ha admitido en distintas entrevistas que sí, que le habían advertido sobre Koldo, pero al igual que sobre otros asistentes y asesores, lo que no suena muy tranquilizador.

Y ahora ya ha comenzado, como un goteo, la publicación de las conversaciones telefónicas intervenidas. Suele ser la parte más descarnada de estos casos y el que puede acabar sentenciado a un Ábalos que, según Génova ya "es un cadáver político". Precisamente otro de los ejes de la estrategia popular no pasa sólo por la caída del que fuera también secretario de Organización del PSOE, "que lo hará como fruta madura", dicen, sino su sustituto en el mismo cargo, Santos Cerdán. "Ábalos, con Santos Cerdán y con Koldo, eran el equipo más íntimo que le llevó a la Secretaría General del Partido Socialista. Y ellos saben bien que Sánchez, ante una extorsión, siempre cede. Cedió con Puigdemont y está cediendo con Ábalos", dijo ayer la vicesecretaria de Organización del PP, Carmen Fúnez.

El objetivo: Santos Cerdán

Recuerdan en el PP que fue el actual número tres de Ferraz quien introdujo a Koldo en la órbita de Pedro Sánchez desde su Navarra natal, de donde son los dos. Al custodio de los avales de Sánchez en 2017 se le agradecieron los servicios prestados con una enorme cuota de poder. Para Génova, hacer caer a Cerdán es tocar el corazón de Ferraz, pero no sólo, porque supone también la desautorización de quien ha sido el interlocutor de Carles Puigdemont y el signatario de los pactos con Junts y, ya de paso, se debilita la figura del propio Sánchez.

Tras el éxito del 18-F, los populares se preparan para recuperar terreno en el País Vasco y llegar a ser determinantes si sale una suma imposible entre el PNV y el PSE, pero fundamentalmente tienen la mirada puesta sobre las elecciones europeas donde ya esperaban dar un aldabonazo. Hay quienes acarician en el PP la idea de que si la derrota socialista es muy abultada se abre una ventana de oportunidad para que Sánchez convoque elecciones generales. No es una posición mayoritaria. Tras el fracaso gallego el jefe del ejecutivo "va a intentar atrincherarse y resistir a la espera de tiempos mejores".