José Luis Ábalos no se va, al menos de momento. No renunciará de manera inminente a su escaño de diputado en el Congreso, como le invitaba a hacerlo este mismo viernes nada más y nada menos que la número dos de Pedro Sánchez, María Jesús Montero. Reivindica su inocencia, que no pesa ninguna acusación sobre él, que no tiene nada de qué defenderse. Por ahora, se resiste a dar un paso al lado.

Lo confirman fuentes del entorno más próximo a Ábalos a este diario. Que no se plantea renunciar a su acta, sobre todo, porque "no se lo han pedido en privado" en ninguna de sus conversaciones con la dirección federal. La presión para que se vaya la ha ejercido Ferraz en público. A través de una voz más que autorizada, la de Montero, vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE.

En el sumario no hay una implicación directa e inequívoca a Ábalos, aunque en las escuchas aparece referenciado el "exjefe" de Koldo García, sin precisar quién es

Ella fue la que desde Cádiz, en un encuentro informativo organizado por el grupo Joly, empujó desde primera hora de la mañana al exministro de Transportes y exsecretario de Organización del partido. "Parece que no hay ningún tipo de reproche penal o de delito hacia el señor Ábalos, y por tanto le corresponde a él tomar cualquier decisión", dijo primero. Y cuando le preguntaron si Ábalos debe dejar su escaño, replicó sin dudar: "Yo sé lo que yo haría, yo sé lo que yo haría. No puedo decir lo que el señor Ábalos quiere hacer o va a dejar de hacer. Yo sé lo que yo haría". "¿Usted dejaría el escaño?", le repreguntó el moderador. "Usted sabe lo que yo haría". Su gesto serio no albergaba dudas. Era un aviso claro al exministro.

Ábalos, sin embargo, aguanta la presión. Se resiste a dimitir. No ha recibido más indicaciones en privado por parte de Ferraz, según alegan fuentes próximas. Y los canales de comunicación sí han estado abiertos los últimos días, desde que estalló el caso Koldo, cuando la Guardia Civil detuvo a Koldo García el miércoles, al que había sido su mano derecha tanto en Organización como en el Ministerio de Transportes, y que según los investigadores estaba al frente de una trama de presuntos cobros de comisiones ilegales por compra de mascarillas en plena pandemia. García pasó a disposición de la Audiencia Nacional el jueves y tras su declaración el juez Ismael Moreno levantó el secreto del sumario. En los papeles no hay una implicación directa e inequívoca de Ábalos, aunque en las escuchas interceptadas dos empresarios hablaban de "un favor" que le habría pedido García y su "exjefe", aunque no se especifica si este era el exministro.

Apuntan más alto

Este pasado jueves, Ábalos se reunió en el Congreso con el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, tal y como adelantó El País. Pero de ese ese encuentro no se concluyó una petición del acta, según señalan desde el entorno del diputado. Tampoco, añaden, se le ha requerido dejar su escaño después de las palabras de Montero en Cádiz. Mientras, la cúpula federal, preguntada por este diario en varias ocasiones durante la jornada, guarda silencio.

El talón de Aquiles de Ábalos es su relación cercana con García durante años. Ya en el ministerio, lo nombró asesor y le hizo consejero de Renfe y de Puertos

El exministro entiende que no pesa ninguna acusación contra él, que la Fiscalía no le incrimina en ningún momento en su querella criminal dirigida al juez. Quienes le defienden en el partido advierten de que Ábalos no puede convertirse en un cortafuegos de Sánchez, como pretendería la dirección, porque realmente el objetivo último es tumbar al presidente y, antes que él, a todos aquellos que pueden verse involucrados. Recuerdan que el PP ya ha puesto en el punto de mira, dentro de su ofensiva total por el caso Koldo, el exministro de Sanidad Salvador Illa, y también a Francina Armengol y Ángel Víctor Torres, actualmente presidenta del Congreso y titular de Política Territorial, ya que cuando ambos dirigieron sus respectivos gobiernos en Baleares y Canarias contrataron con la empresa Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas SL, vinculada al exasesor de Ábalos. Es decir, que no serviría de nada que cayera el exresponsable de Transportes porque la operación de los populares es más amplia.

Sin embargo, lo que sitúa en una posición más débil a Ábalos es su relación directa y estrecha con García durante años. Lo conoció, a través de Cerdán, en las primarias de 2017, aquellas que Sánchez ganó a Susana Díaz. Y poco a poco se fue convirtiendo en su auténtica sombra. La persona que siempre estaba a su lado. Primero como chófer y después como asesor, como asistente personal en el ministerio. García había sido antes escolta, aizkolari —cortador de troncos—, portero de un prostíbulo, condenado por un delito de lesiones (y luego indultado por el Gobierno de José María Aznar), concejal socialista en Huarte y activista antidesahucios. Ábalos lo nombró consejero de Renfe y vocal del Consejo Rector de Puertos del Estado desde 2019. En julio de 2021, Sánchez destituyó al dirigente valenciano como titular de Transportes y como secretario de Organización del PSOE. La sucesora de Ábalos en el ministerio, Raquel Sánchez, cesó de forma automática a García en Renfe y en Puertos del Estado.

Ferraz, en cualquier caso, ha decidido imprimir un giro rápido y radical. El jueves afirmaba en público y en privado que no tenía por qué exigir el acta a Ábalos, porque no había nada contra él. El viernes, con el secreto del sumario ya levantado, pasó a mostrarle la puerta de salida. De forma nítida. Sin que nadie posteriormente de la cúpula de Sánchez matizase las palabras de Montero. En el PSOE y en el Gobierno pesa la preocupación por el caso Koldo, que no ha hecho más que empezar.

Montero vuelve a expresar la "repulsa" por lo ocurrido y advierte de que si ha habido "sinvergüenzas", deben "pagarlo", "sea quien sea"

La dirigencia socialista no oculta su pesar, su rabia, su indignación con lo ocurrido. Porque la causa puede engordarse en los próximos días y semanas y porque ataca la línea de flotación del Ejecutivo de Sánchez, que nació precisamente como antítesis de la corrupción del Gobierno de Mariano Rajoy. La presunta trama alcanza a varios ministerios y a otras administraciones lideradas por los socialistas. Y tiene el componente que provoca la mayor "repulsa" y "repugnancia" por parte del Gabinete y del partido: el enriquecimiento personal en los peores momentos de la pandemia del covid. El bochorno es total. "Si ha habido sinvergüenzas que se han aprovechado de una determinada situación —decía Montero en el encuentro de los Joly—, que lo paguen, sea quien sea, pero sea vinculado a un Gobierno progresista o no, o al Partido Popular o a otro sitio".

Pero no solo fue la vicepresidenta primera la que mostró a Ábalos la puerta de salida. También lo hizo Margarita Robles, ministra de Defensa, en RNE. Aunque ambas no actuaron de manera coordinada, según reconocían desde el entorno de la jefa de los Ejércitos. "No me corresponde a mí decirlo, cada uno tiene que saber lo que tiene que hacer en cada momento", señaló Robles en la radio pública. Pero, por ahora, el exministro no acusa recibo.