Quiso aplicar en Argel la misma receta que ha impuesto en Marqués de Salamanca número 8, la sede del ministerio de Asuntos Exteriores. Así lo describe gráficamente un diplomático español. La visita de José Manuel Albares que debía sellar la paz entre argelinos y españoles dos años después del giro copernicano en el contencioso del Sáhara Occidental ha servido justamente para lo contrario. La cancelación de la visita a Argel, forzada por una cadena de desencuentros, ha dejado en la capital argelina una sensación de estupefacción y enfado.

Fuentes conocedoras de los preparativos del periplo de Albares, suspendido por Exteriores español apenas doce horas antes de emprenderlo, relatan a El Independiente la cascada de imposiciones de Albares que dieron al traste con la reunión en Argel. Lo que debía ser una escena de reconciliación quedó transfigurado en un nuevo episodio de la crisis diplomática que protagonizan ambos países tras el alineamiento de Pedro Sánchez con el plan marroquí de autonomía para la ex colonia española.

Cancelado por la "agenda argelina"

El pasado 12 de febrero Albares tenía que haber volado a Argel para reunirse con su homólogo argelino Ahmed Attaf. La víspera, a las 19:31 horas del domingo, el gabinete de prensa distribuyó un escueto mensaje a los periodistas: “Buenas tardes, os informamos de que la visita oficial de Albares a Argel se aplaza por motivos de agenda argelina”. El titular de Exteriores rompió su silencio tres días después, el miércoles. “Los aplazamientos de viajes al exterior son cosas que ocurren en algunos momentos. Lo importante es que seguimos trabajando para tener unas excelentes relaciones con Argelia, como las tenemos con todos nuestros vecinos y todos los países del mundo árabe”, relató. La segunda parte de la declaración es similar a la que lleva realizando desde el inicio de la crisis diplomática en marzo de 2022.

Desde entonces, Albares ha evitado proporcionar más explicaciones sobre la sorpresiva cancelación del viaje. Tampoco su equipo de prensa, en su línea ya habitual de rehuir las peticiones de información, ha mencionado esas razones de “la agenda argelina” que llevaron a desprogramar el itinerario. Según ha podido saber este diario, Exteriores español trató en todo momento de imponer desde Madrid el diseño de la visita, ignorando por completo las demandas del país anfitrión.

Veto al Sáhara y a una rueda de prensa

Así, la única intención del socialista era abordar el relanzamiento de las relaciones comerciales bilaterales tras la suspensión del Tratado de Amistad y Buena Vecindad y la prohibición de la patronal bancaria de las transacciones bancarias desde y hacia España, lo que implicó de facto el veto al comercio con nuestro país. Albares rechazó la posibilidad de un comunicado conjunto en el que Argelia pedía una referencia al Sáhara Occidental y la posición tradicional de España de respaldo a la misión de la ONU y la búsqueda de un acuerdo mutuamente aceptable por las partes en liza.

Cuando la negociación se reveló infructuosa, los argelinos retiraron de la mesa la opción de reunirse con el ministro de Exteriores

El jefe de la diplomacia española también se mostró tajante con la posibilidad de celebrar una rueda de prensa con preguntas al término de la visita. La rechazó de plano. Ante la negativa, los argelinos cerraron la puerta a un encuentro con el presidente Abdelmadjid Tebboune, tal y como solicitaba Albares. Y, cuando la negociación se reveló infructuosa, también retiraron de la mesa la opción de reunirse con Attaf, precipitando así el fracaso de la misión de Albares en Argel.

En los despachos del país árabe no se prevé la visita de Albares en un futuro próximo. En el ambiente ha quedado, además, la impresión de que su actitud y sus exigencias eran inadmisibles, impropias de un diplomático que dice estar dispuesto a restablecer lazos. La visita una semana después de Sánchez y Albares a Rabat para ser recibidos por Mohamed VI y el posterior comunicado de la Casa Real alauí, voceando el supuesto apoyo de Moncloa a los proyectos marroquíes en el Sáhara, han terminado por aniquilar cualquier oportunidad de recuperar la comunicación. En Argel no se comprende la estrategia española de reincidir en aquello que provocó la retirada del embajador y el deterioro de las relaciones. Más si cabe si esa “nueva era” con Marruecos no ha servido para reabrir las aduanas de Ceuta y Melilla ni mejorar el control migratorio.

Argelia asegurá que mantendrá los contratos de gas firmados con España y que convirtieron en 2023 al país en el primer suministrador de gas, con más del 29% del total, pero no oculta que privilegiará a Italia en detrimento de España. Con Roma la interlocución es excelente. Italia y España rubricaron sus tratados de buena vecindad con Argelia con apenas unos meses de diferencia, entre 2002 y 2003, pero Roma ha sabido moverse entre Marruecos y Argelia sin despertar las estridencias que ha causado Madrid ni proyectar la impresión de haber tomado partido por los dos países que se disputan la hegemonía en el Magreb.

El "ordeno y mando" de Albares

Los pormenores de la visita fallida de Albares a Argel se añaden al bagaje que el socialista ha ido acumulando desde su llegada al ministerio en el verano de 2021. “No tiene ninguna experiencia en el mundo árabe, y, siendo difícil como dices para cualquiera limar asperezas, es el menos indicado para hacerlo con éxito. Extrapola a las relaciones exteriores su actitud básica en el seno del Ministerio: ordeno y mando, aunque se trate de una insensatez”, alega una fuente diplomática a propósito del último sainete.

Tras la carta de Sánchez aireada por el palacio real marroquí, la ecuación que tiene ante sí España es complicadísima. Se trata de un nudo gordiano de difícil resolución: cómo salir del barro sin causar otra crisis con países rivales. “Tanto en Exteriores como en Moncloa los que toman las decisiones están lejos del nivel de sofisticación de nuestra diplomacia de los 80 y 90, cuando fueron capaces de poner en pie el proceso euromediterráneo y una relación armónica con los dos grandes socios y vecinos magrebíes a la vez. Ahora, en cambio, hemos logrado que tres socios mediterráneos llamaran consecutivamente a consultas a sus embajadores en Madrid”, señala un diplomático. Y Albares no parece el más indicado para salir del fango.