Es la fortaleza de uno y el ‘talón de Aquiles’ de otro. El objetivo del primero es retenerlos, el del segundo atraerlos de nuevo. El voto joven en Euskadi se ha convertido en un botín valioso. De él puede depender quién se imponga en el pulso que marcará las próximas elecciones autonómicas del 21 de abril en Euskadi. Todos los sondeos publicados apuntan en la misma dirección, hacia una disputa apurada entre PNV y EH Bildu, entre el nacionalismo más moderado y el más radical. Los jóvenes entre 18 y 29 años representan cerca del 13% del censo electoral, una bolsa de alrededor de 222.000 papeletas. Se trata de un grupo que no acude en masa a votar, que engrosan más que ninguno la abstención y que quienes lo hacen apuestan, pese a apostar mayoritariamente por formaciones afines a la izquierda, no acreditan una gran fidelidad de foto. Ambas formaciones lo saben, pero hace tiempo que han comenzado a remar hacia ellos. Lo hacen en redes sociales, en los primeros actos prelectorales en marcha y amplificando las propuestas que unos aprueban en el Gobierno y otros cuestionan en la oposición.

El 21-A se libra en clave de relevo generacional. El primer paso lo dio el PNV anunciando que optaba por un candidato a lehendakari más joven que Urkullu. El actual inquilino de Ajuria Enea tiene 62 años, Imanol Pradales, quien aspira a sucederle, cumplirá el día de las elecciones 49 años. En el otro margen del río nacionalista también se ha impuesto el relevo generacional. Su candidato, Pello Otxandiano, tiene 41 años, muchos menos de quien se habló como posible candidato, Arnaldo Otegi, que cuenta con 66.

La ‘fotografía demográfica’ de ambos partidos históricamente ha sido constante. La izquierda abertzale ha atraído más al electorado más joven. El PNV ha ido perdiendo predicamento en ese segmento de la población y viendo cómo envejecía su base electoral. Sin embargo, uno de los factores que lleva a unos a no confiarse y a otros a no renunciar a atraerlos es la debilidad en la lealtad al voto que se ha ido acentuando en los últimos años. Seis de cada diez jóvenes de entre 18 y 29 años afirma no sentirse próximo a ningún partido político, según el Sociómetro de febrero.

Fuentes del PNV aseguran que será uno de los ejes de la próxima campaña, que se trata de un voto importante "y ese flanco no lo vamos a descuidar". Y una de las propuestas a incluir en su programa como atractivo para esos votantes serán las medidas de vivienda, una de las grandes demandas.

Acto organizado por ERNAI, la organización juvenil de Sortu, con la participación de cientos de jóvenes.

EH Bildu ha visto cómo desde la desaparición de ETA y su mutación en la coalición que es ahora, diversos sectores juveniles le han ido abandonando. Nuevas opciones, con las apuestas de izquierda más extremas, como es el caso de Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), críticos con Otegi y que enarbolan banderas con mayor peso como la defensa ‘del proletariado’ o la crítica a las ‘institucionalización de la izquierda abertzale’, ha ganado peso. La izquierda abertzale, históricamente con gran penetración de todos los ámbitos juveniles ha visto cómo perdía el control en entornos como el universitario, el deportivo o incluso en contextos festivos en los que sus organizaciones juveniles eran protagonistas. Ahora sus críticos, han logrado ampliar su base de influencia y apoyos. Los actos que convocan cuentan con cada vez más adeptos.

Pese a ello, las juventudes de Sortu, Ernai, aún logran atraer a miles de jóvenes. Su capacidad de movilización y penetración entre los votantes más jóvenes es significativamente mayor que el PNV. Las jornadas festivas, de reivindicación y 'formación' que promueven sus juventudes, en ocasiones en forma de campamentos, son secundados por miles de simpatizantes.

La abstención, su opción preferente

Pero ni unos ni otros tienen en su mano la atención y el voto de la mayoría de los jóvenes vascos. Un reciente sondeo de EiTB mostraba que la opción con mayor atractivo entre los jóvenes es la indiferencia o la indecisión. El 26% aseguraba no saber a quién votar y un 18% que ni siquiera acudirían a hacerlo. Entre quienes sí lo harían, EH Bildu se imponía: el 20% optaría por su papeleta. Un porcentaje de respaldo juvenil sensiblemente superior al que captaba el PNV, con un 12% de jóvenes convencidos en apoyarle.

Saber movilizarles, captarles y atraerlos es una labor que estos días comienza a aflorar. Discursos en materia de vivienda, -con enfrentamientos incluidos entre PNV y EH Bildu por el recurso a la Ley de Vivienda nacional-, de ayudas a la emancipación o de apoyo a la natalidad son algunos de los atractivos del PNV. El reto es complicado si se tiene en cuenta el último Sociómetro vasco que revelaba que el 81% de los menores de 29 años desconfía de los partidos políticos.

A la hora de que sus mensajes lleguen, las formaciones deberán encontrar las vías de contacto con las nuevas generaciones que están lejos de los mítines y medios de comunicación tradicionales. En principio, la predisposición a escucharles parece mayor entre los simpatizantes afines a Bildu que al PNV. El sondeo del Ejecutivo vasco concluye que los jóvenes próximos a la izquierda abertzale en un 60% de los casos están “muy o bastante” interesados por la política, frente al 47% de los que han votado en ocasiones anteriores al PNV.

El PNV se ha propuesto revertir esa tendencia y alejamiento que arrastra desde hace años del electorado más joven. Además de la sanidad, el partido y su candidato han abordado ya algunos de los temas más sensibles para la juventud como la vivienda, la emancipación, el medio ambiente o la mujer. Precisamente este sábado el PNV, con motivo del 8 de Marzo ha convocado un homenaje para honrar y recordar a las mujeres “que han dejado su huella en el partido y en Euskadi”.  

Vivienda emancipación y natalidad

Desde el Gobierno, el PNV ha insistido de manera especial en los últimos meses en medidas orientadas de manera específica a la población más joven. Una de sus grandes apuestas y la que en más ocasiones ha presentado y ‘vendido’ ha sido su plan de ayuda a la emancipación. La iniciativa ‘Emantzipa’ plantea subvenciones de 300 euros al mes –por un periodo de hasta dos años- a los jóvenes de entre 25 y 29 años que opten por emanciparse del hogar familiar. En el País Vasco la tasa de emancipación se sitúa pasados los 30 años. No es la única ayuda para los jóvenes. Otro plan, ‘Gaztelagun’ (amigo de los jóvenes) concede ayudas para el pago de un porcentaje del alquiler a los jóvenes hasta los 35 años. A todas ellas el PNV siempre recuerda que se suma la importante mejora en las políticas de apoyo a la familia, con hasta 200 euros mensuales por hijo hasta los tres años.

La izquierda abertzale no ha tardado en reaccionar. Lo ha hecho criticando el carácter “mercantilista” de las medidas y reclamando una “verdadera” política de emancipación y de vivienda. Su candidata más joven, Edurne Benito del Valle es el rostro y la voz a la que se ha asignado dirigirse a los jóvenes y contrarrestar la campaña del PNV. Además, Bildu ha criticado que el PNV ataque las políticas de vivienda con su recurso a la ley aprobada en el Congreso de los Diputados y que los jeltzales consideran que invade competencias.

En Sabin Etxea quieren engancharse de nuevo a ese espectro de votantes. Primero, necesitan explorar en sus inquietudes y sus razones por las que están alejados de la política en general y de un perfil institucional como el del PNV en particular. En noviembre el partido presentó su nuevo ‘termómetro’ social. Lo hizo en forma de ‘laboratorio’ con el que volver a conectar con la sociedad. El partido de Ortuzar lo necesita tras el profundo revés sufrido en las dos citas electorales anteriores, las municipales y forales y las generales.

Esta toma de opinión, en forma de seminarios con expertos y colectivos, ha incluido una jornada dedicada específicamente a los jóvenes y en la que el partido se propuso abordar cuestiones como la presencia de los problemas de los jóvenes en la agenda de los partidos, el papel de las formaciones como agentes de participación política para los jóvenes o el peso de las redes sociales en el alejamiento de la juventud de la política. También se trató la necesidad o no de incluir la “educación en política” en las aulas.

Un votante diferente

En la jornada, en la que estuvo presente el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, representantes del partido subrayaron que ellos han tomado iniciativas en favor de la juventud y que no es cierto que les hayan olvidado, “hemos multiplicado por cinco el presupuesto del área de juventud”, recordó la concejala de Bilbao, Itxaso Roteta. El miembro de la dirección del PNV y responsable del ‘Euskadi Think Next’, Xabier Barandiaran, reconoció que quizá “los partidos tratamos de modo deficiente a los jóvenes”. Aseguró que el reto pasa por superar la brecha generacional y de conocimiento, “tenemos dificultades para conocer qué pasa en el mundo de la juventud”, dijo.  

En la sesión intervino Marta Rosique i Saltor, periodista, politóloga y exdiputada en el Congreso de los diputados por ERC. La que fuera la parlamentaria más joven de la Cámara Baja, con sólo 23 años, subrayó que el desapego de los jóvenes es evidente. “Elementos como la pandemia o el uso del móvil son fundamentales. Se ha impuesto cierto individualismo. Lo mío es lo primero y el colectivo viene después, así es como actúa cada vez más los jóvenes. Eso conlleva a que si los problemas se viven desde el individualismo, la reacción para solucionarlos también será más individual que colectiva”.   

Una realidad que también hace que el papel de las instituciones o de los medios de comunicación ya no tenga la misma influencia entre los jóvenes. La realidad y su contraste viene marcada por lo que funciona y les llega a través de las redes sociales: “Eso hace que todo el mundo se crea experto en cualquier cosa tras haber visto vídeos en internet. No se profundiza ni se contrasta ni se lee. Por tanto, la actitud es la de alguien que cuestiona a la política y a los medios, “¿Qué me van a aportar que yo no sepa?”.

La idea de que “todos son iguales” aún es dominante y el desapego lo provoca la incapacidad para conectar con su discurso, por sus vías y con representantes atractivos que aún arrastran las formaciones. Rosique i Soler advierte también que los partidos no cuidan a los jóvenes que deciden dar el paso y participar en política como ‘representantes’ de su generación. Advierte de que en casi todos los casos, los valores, actitud y disposición con la que acceden pronto se ‘mimetizan “con los roles tradicionales y olvidan para qué se metieron en política”.