Último choque en la previa al cierre de la campaña electoral de las europeas, que acontecerán este domingo en España, pero que desde este jueves ya han empezado a abrir las urnas en algunos puntos de la Unión, como Países Bajos, donde la ultraderecha se dispara pero la izquierda resiste. Hoy es turno de otros, como Irlanda.

Máxima expectación fue la vivida en RTVE, la organizadora del debate, por la pluralidad de protagonistas y de frentes en un mismo espacio. Estuvieron ocho de los nueve candidatos. Teresa Ribera (PSOE), Dolors Montserrat (PP), Jordi Cañas (Ciudadanos), Irene Montero (Podemos), Jorge Buxadé (Vox), Diana Riba (Ahora Repúblicas), Oihane Agirregoitia (CEUS) y Estrella Galán. Ante la ausencia de Toni Comín, de Junts, que aún sin la amnistía publicada en el BOE y sin aplicar, no puede pisar suelo nacional sin arriesgarse a ser detenido tras el procés. Le suplió el número tres de la lista, Aleix Sarri, que pasó notablemente desapercibido y no tuvo ritmo.

La competencia estaba prevista entre las candidatas socialista y popular, entre el de Vox y Montserrat, y entre Sumar y Podemos, con miradas a Ribera. Ciudadanos y las candidaturas nacionalistas e independentistas, tuvieron perfil bajo, aunque Cañas destacó en varios momentos. Los pronósticos son malos para la mayoría, aunque solo los naranjas apuntan a perder su representación. Hubo cuatro bloques antes de los minutos de oro: sobre el modelo, retos de Europa y la amnistía [dentro de la protección del Estado de derecho]; la economía, el clima y la agricultura; migración y fronteras; y política exterior y seguridad. La traducción simultánea complicó la comprensión de los candidatos bilingües, y el diálogo con el resto.

En el primer bloque, fue una carta de presentación, poco se apeló a Europa. Los candidatos lanzaron sus principales ejes de campaña que sirvieron para tejer los argumentos posteriores. Ribera planteó un modelo "luminoso" y "progresista" con los socialistas frente a otro en "blanco y negro" con la derecha y la ultraderecha. Montserrat le echó en cara que de la gobernabilidad "a un prófugo de la justicia por siete votos", y también que se critique a la justicia por investigar a Begoña Gómez. "No voy a aceptar lecciones de quien los ataca". Buxadé replicó el discurso predominante de la campaña, igualando a PSOE y PP, que "votan el 90% de las veces juntos". "Nos jugamos más impuestos a los alimentos o barrios seguros", mencionó. Añadió asuntos como el alquiler.

Dura, y para desmarcarse de Galán, que pedía una condena al último ataque de Israel a Gaza, fue Montero, que interpeló a Ribera directamente: "¿lo va a condenar y tachar de genocidio?". No lo consiguió. Tampoco en una segunda repregunta. Ribera insistió en acercar a la popular a los ultras, mientras que Cañas instó a debatir de temas europeos: "esto no va de Sánchez o Feijóo". Se fijó en Ribera Galán, instando a insertar medidas progresistas "reales", de "zurdos", pero "de verdad", y desistir de los choques con figuras como Javier Milei. Se evidenció la falta de experiencia política, a diferencia de Montero. Que instó a recuperar la movilización de antaño, del de No a la guerra. Tuvo el perfil más pacifista, pero sin aportar contrapropuestas concretas para parar las guerras.

La amnistía entraba en escena con un choque entre Buxadé y Sarri. El de Vox acusó a Europa y a Ursula von der Leyen, votada por PP y PSOE, de no haber hecho nada para traer a Puigdemont en cinco años "fugado". Y afirmó que la residencia del de Junts en Waterloo (Bélgica) está pagada con dinero público. Eso revolvió a Sarri, que lo desmintió y le llamó "franquista". Por alusiones, Montserrat recordó a Buxadé que Vox, a través del comisario de Agricultura, de Ley y Justicia, forma parte de la Comisión que critica. Desde el primer momento la sucesión de discursos. de monólogos, ha dejado un ambiente de escaso diálogo o confrontación sustentada. Y los temas nacionales predominaron.

Ya abierto el bloque de la economía y el clima, Montserrat se escudó en que el PP no ha apoyado ninguna medida que afecte a los agricultores nacionales. Igualmente, criticó que Ribera valore que las cuentas vayan "como un cohete". La socialista ha si lo ha reivindicado. "Se acabó elegir", dijo, evocando a los recortes de antaño. Es tiempo de "justicia social", aludió, recordando que España se enfrentó al resto de socios para topar el gas y que gracias a la "revolución verde" y "los precios bajos" que permiten las renovables. Ribera eludió indicar si se subirá el IVA en el futuro. Buxadé, respondiendo a Ribera, le acusó de no fomentar un plan hídrico y culpar al cambio climático de la sequía. Consideró que no hay disposición del Gobierno y sí "agua suficiente". Asimismo, culpó a la Agenda 2030 de perjudicar la producción y el trabajo nacional.

Montero, una de las que mejor perfil tuvo, acusó de "fascistas" a Buxadé y Vox y de odiar la globalización pero de recibir dinero de "la oposición iraní" y varias grandes corporaciones. Defendió que es necesario revolucionar el modelo de producción, y que con la guerra en Europa, en Ucrania, no será posible y conducirá a "recortes". Eso le llevó a un choque con Cañas, que le advirtió de que la guerra genera trabajo en España con la producción de armamento y material de defensa. Y le acusó de doble vara de medir entre Rusia, por falta de condena, e Israel. Y ella de hacer mansplaining por 'explicarle' la realidad bélica europea.

Desde la izquierda se apostó por mejorar los sistemas de producción ligados a la lucha contra el cambio climático. Y Ciudadanos pidió incentivar la energía nuclear. Buxadé lamentó que el Gobierno "derribe centrales térmicas" y dependa energéticamente de países como Marruecos.

Montero y Buxadé protagonizaron el tercer bloque, el de la migración y el más tenso. El de Vox apuntó que "hay correlación entre inmigración ilegal e inseguridad", como lleva enarbolando en este ciclo electoral. Y tanto Galán, exdirectora del CEAR, como la candidata de Podemos, le acusaron de "racismo". Él contratacó desprestigiando a Montero por la ley del solo sí es sí y a Galán por "despilfarrar" la mitad de las subvenciones a la ayuda de refugiados "en sueldos". Ella reivindicó la necesidad de contar con personal para gestionar la acogida. "Hemos acogido a siete millones de personas y no se han roto las costuras europeas, no ha pasado nada. Deje de mentir", espetó a Buxadé.

PP y PSOE reivindicaron el Pacto Migratorio apoyado conjuntamente. Los populares apuestan por combatir a las mafias, y los socialistas por colaborar con los países de origen

El Pacto Migratorio salió a flote con las intervenciones de PP y PSOE, que lo han reivindicado. La popular apoyó la necesidad de dotar de mejores recursos a las fuerzas fronterizas, luchar contra las mafias y fomentar "una integración real". Ribera optó por la "cooperación con los lugares de origen" para que evitar que cuestiones como el cambio climático fomenten los flujos. Y cuestionó la falta de solidaridad del PP con sus gobiernos de Canarias o Andalucía para el reparto migratorio, tras las críticas a la acción de Interior.

Vox, que no lo votó frente a Meloni, que sí, lo reprochó. "Hay vías legales, millones de extranjeros que están legalmente y que están preocupados por la inseguridad. Cuando me insultan, también lo hacen a ellos". Montero insistió en tacharle de "racista" y se enzarzó con Cañas en una discusión por la acogida y los impedimentos que suponen "una falta administrativa". "¿Quieres que venga toda África?", de dijo el liberal, negándose al efecto llamada. Ribera recalcó "el tono xenófobo y racista" de Buxadé, y volviendo al eje de la ultraderecha, afeó a Montserrat por "hacerle el juego a Vox". "España es solidaria, no racista", matizó.

Montero, igualó a socialdemócratas y extremistas por ese pacto, en búsqueda de posibles fugas del PSOE a su espacio. Y acusó a los fondos buitres de ser los verdaderos problemas de los españoles, y no la migración. "No sobran migrantes", indicó. Riba, de Ahora Repúblicas, apuntó que con ese pacto se está poniendo precio a la vida humana: 20.000 euros para evitar una acogida.

La guerra en Ucrania y Gaza monopolizaron el último bloque, el de defensa, diplomacia y seguridad. Agirregoitia definió a la UE como "agente de paz". En una jornada en la que España se sumó a la causa de Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional por genocidio, Galán entendió que es un importante paso, pero insuficiente. Instó a "romper las relaciones diplomáticas con Israel" y, en referencia a Marruecos, pidió evitar que "el olvidado pueblo saharaui desaparezca de la agenda". Montserrat, por su parte, afeó que Sánchez cambie las reglas del juego en el rol exterior mantenido durante décadas. Ribera hizo lo propio, recordándole el papel de Aznar en la guerra de Irak. No hubo respuesta a la alusión al Sáhara Occidental.

Tras considerar Buxadé que Abascal arregló con su foto con Netanyahu el distanciamiento de España con el Gobierno de Israel, se tornó el debate a la invasión de Ucrania. No sin antes Buxadé incidir en que el mayor problema de seguridad para España es la frontera sur. La candidata del PP hiló el papel de Rusia con la amnistía, y denunció las "injerencias" del Kremlin en las democracias europeas. En el caso de España, mediante Puigdemont. Montero renunció a "la sumisión a los intereses bélicos y militares de EE.UU." y a una escalada "nuclear" que pararía la guerra pero no dejaría en la faz de la tierra a quien defendiera las democracias. Fueron Cañas y Ribera quienes más comprometidos se mostraron con el envío de apoyo militar a Kiev.

Las dos horas que se prolongó el debate y la pluralidad de intervinientes, centrados en colocar sus mensajes y dejando como secundario la confrontación directa [ya complicada por la multitud de frentes] hizo que los argumentos tuvieran poco calado. Hoy España cierra su campaña de europeas con la mayoría de encuestas fijando ganador al PP, pero con el PSOE pisándole los talones.