La Moncloa no quiere que se prolonguen por más tiempo los efectos políticos de la devastadora ola del caso Errejón. Conscientes de que la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y también la ministra de Sanidad y líder de Más Madrid, Mónica García, son las que están soportando un mayor desgaste, el presidente cierra filas de manera "rotunda" y "total" con ambas y dan por buenas sus explicaciones, sin considerar, como apuntaban en los últimos días, que debían depurarse más responsabilidades. Sumar y ella misma, sostienen Pedro Sánchez y su equipo, han actuado con "diligencia", "rapidez" y "contundencia". Y el escándalo, remachan, "no afecta en nada" a la coalición gubernamental.
La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este martes —reunión ordinaria del Gabinete presidida por la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, por la visita oficial de Sánchez a la India— se celebraba apenas unas horas después de la primera comparecencia de Díaz tras el estallido del caso, justo a su regreso de su viaje institucional a Colombia. Ella reconoció que supo en junio de 2023, por Podemos y por Más Madrid, que una mujer había denunciado en redes sociales tocamientos por parte de Íñigo Errejón en un festival en Castellón, pero que la formación que dirige la hoy ministra Mónica García le comunicó que abrió una investigación y después que se cerró el expediente, y que la denunciante acabó por eliminar su tuit. La vicepresidenta relató que sabía que Errejón estaba en terapia, pero que si hubiera conocido esas presuntas agresiones sexuales, jamás habría sido "ni diputado ni portavoz", pero de esa información dispuso la semana pasada, a raíz de la denuncia anónima de la que se hizo eco la periodista Cristina Fallarás en su perfil de Instagram.
Alegría y Sánchez insisten que el compromiso de Díaz y García con la causa feminista es "inequívoco". La ministra subraya que lo ocurrido "no afecta en nada" a la coalición gubernamental
Quedan dudas por resolver, pero la Moncloa entiende que urge cerrar la crisis. Y ese mensaje lo lanzaron tanto la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, como después, desde Bombay, al cierre de su viaje oficial en la India, el propio Pedro Sánchez. El jefe del Ejecutivo subrayó que la respuesta política que ha dado Sumar ha sido "contundente" y el compromiso político de Díaz y García con la causa feminista es "inequívoco". "Y desde el punto de vista de la confianza mía como presidente del Gobierno en Yolanda Díaz como vicepresidenta del Gobierno y en Mónica García como ministra de Sanidad es total", garantizó. Él citó expresamente a las dos miembros de su Ejecutivo, a quien es todavía referente de Sumar y a la líder de Más Madrid.
El apoyo, apuntaló, es "rotundo". Para que no quedara sombra de duda. Y fue muy enfático a la hora de recalcar que Sumar ha actuado con "contundencia", "celeridad" y "prontitud" en cuanto tuvo conocimiento de la gravedad de las acusaciones que pesaban sobre Errejón. Y Díaz, recordó, también hizo bien al ponerse del lado de las víctimas.
Fue la misma línea que siguió Alegría apenas dos horas antes: Sumar "ha respondido con contundencia desde el primer momento", ya que en apenas 48 horas —las que transcurrieron desde el martes pasado, cuando la dirección tuvo conocimiento de la publicación en redes sociales, hasta que Errejón anunció su dimisión— el que era su portavoz parlamentario dejó su acta y sus responsabilidades políticas y orgánicas. Y tanto Díaz como García han dado, dijo, "suficientes explicaciones" en sus respectivas ruedas de prensa del lunes. La primera, la vicepresidenta segunda, por la tarde, y la segunda, la ministra de Sanidad, por la mañana. Sumar, apuntaló Alegría, es un partido "comprometido con la lucha por la igualdad y la violencia machista".
Desde la Moncloa explican que si se ha decidido cerrar filas y cualquier grieta es porque "el tema ya no da más de sí", porque la vertiente política del escándalo se ha liquidado
Para la portavoz, la actuación de Sumar ha sido "diligente, rápida y contundente", y se ha probado la "contundencia cero" de los partidos que conforman el Gobierno frente a los presuntos agresores, y su respeto a la máxima de que "quien la haya hecho que la pague, sea quien sea y se llame como se llame". Ni Alegría ni Sánchez matizaron sus palabras, no las completaron en la línea que ayer hiciera la portavoz del PSOE, Esther Peña, que sí pidió a Sumar abrir "un periodo de reflexión" y "asumir las responsabilidades" necesarias. Eso era, en todo caso, antes de la comparecencia de Díaz en los pasillos del Congreso. No ha habido más ceses ni dimisiones, pero la Moncloa no quiere hacer más sangre y opta por proteger a su socio de coalición. También por poner a resguardo al conjunto del Ejecutivo: en palabras de Alegría, lo sucedido "no afecta en nada" al trabajo de la coalición, porque en este caso además solo hay "un responsable", que es el propio Errejón. Fuentes de la Moncloa explicaban que si se ha decidido cerrar filas y cualquier grieta es porque "el tema ya no da más de sí", porque consideran que la vertiente política del caso Errejón se ha liquidado.
La ministra (como después hizo Sánchez) trasladó de nuevo el "apoyo y respaldo" del Gobierno a las víctimas de violencia sexual y recordó su política de "tolerancia cero" y del "rechazo más absoluto a todos los agresores". Sí concedió que "todavía queda camino por transitar y por hacer", pero evitó toda crítica a Sumar y a Díaz. Alegría insistió en que el "compromiso" de todo el Ejecutivo para consolidar el "proyecto feminista" es "absoluto".
La portavoz contrasta la actitud de los partidos del Ejecutivo, de "tolerancia cero" frente a casos "deleznables" como el de Errejón, con el comportamiento de Feijóo y el PP
Enseguida pasó la portavoz a discriminar entre la respuesta fulminante de los dos partidos del Gobierno y la oposición. La violencia machista "no entiende de ideologías", la diferencia radica en qué políticas "aprueban y deciden unos y otros" y qué "contundencia" aplican unos y otros. A la "diligencia" de Sumar contrapuso la actitud del PP ante las recientes denuncias que afectan a los alcaldes populares de Estepona (Málaga) y Algeciras (Cádiz). El líder de los conservadores, Alberto Núñez Feijóo, se harta ahora, criticó, de "dar lecciones a todo el mundo", pero su partido ha trasladado la responsabilidad de lo ocurrido a la dirección popular en Andalucía y él mismo se ha limitado a decir que no pone la mano en el fuego por nadie.
"Pasen y vean, que esto es el PP y la falta de liderazgo de Feijóo", ironizó Alegría. Sánchez también opuso las actitudes de izquierda y derecha, pero en su caso se retrotrajo a 20 años atrás. "España ha cambiado mucho desde el caso Nevenka. Ahora estamos viendo acusaciones sobre hechos vinculados con acoso de dirigentes del Partido Popular. Vamos a ver si con la respuesta o no contundente que dé el PP ha cambiado también el Partido Popular", añadió, en referencia a las acusaciones de acoso sexual que se han conocido contra el senador y alcalde de Algeciras José Ignacio Landaluce.
Sánchez llama a levantar la mirada y pensar que las siguientes generales serán en 2027 en las que, augura, volverá a ganar la izquierda
Alegría repitió que el Gobierno no se moverá "un ápice" de su propósito de consolidar el proyecto feminista. Y si hoy salen a la luz estos casos "deleznables" y la sociedad los rechaza "de plano" es gracias al "buen trabajo del movimiento feminista que este Gobierno siempre va a respaldar".
El presidente insistió que la responsabilidad de todos los miembros del Ejecutivo es mirar hacia delante, continuar con su agenda de avances sociales de la legislatura. "Eso es lo que vamos a hacer", prometió. Y respecto a cómo puede afectar el escándalo electoralmente a la izquierda, incidió en que hay que poner las luces largas, porque queda mucho para las elecciones generales de 2027 en las que la izquierda, aseguró, se volverá a presentar y volverá a ganar. Lo que no tiene tan claro, dijo sarcástico, es a quién tendrá él enfrente, si a Feijóo o a alguna otra "lideresa". Un dardo hacia el jefe del PP, de nuevo, al mentar la posibilidad de que le robe el puesto la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
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El Ejecutivo se conforma con poco, no vaya a ser que por exigir mayores responsabilidades por este tema deba afrontar situaciones en su propio seno más comprometedoras.