Cuenta un antiguo miembro del Ejecutivo de Mariano Rajoy, que prefiere permanecer en el anonimato, cómo en una reunión del Consejo de Ministros Cristóbal Montoro jugueteaba con el iPad y, echando mano de su habitual sorna, soltó un "ay, si yo contara lo que sé de mucha gente…". Un compañero de filas les espetó: "Como vuelvas a decir eso me levanto y me voy" y, ante el estupor de buena parte de los ministros, Rajoy censuró a su titular de Hacienda con "esas cosas no se deben decir". La escena ofrece una pista más que clara de cómo el que fue titular de Hacienda con dos presidentes y quien podía presumir de haber elaborado los Presupuestos del Estado más longevos de la democracia, pudo usar los datos de la Agencia Tributaria como un arma de destrucción masiva tanto contra propios como contra extraños.
Esto explica en muy buena medida que nadie haya salido en defensa del jiennense tras resultar imputado por la supuesta comisión de una serie de delitos de muy mal diagnóstico: prevaricación, tráfico de influencias, cohecho, fraude contra la administración, corrupción en los negocios, falsedad documental y negociaciones prohibidas. Casi nada. El caso está en fase de instrucción y Montoro niega de plano los cargos, asegura que no existe "ningún elemento probatorio" de que favoreciera a empresas gasísticas después de pasar por caja de la consultoría que fundó, Equipo Económico, y anunció medidas legales en defensa de su honor.
Feijóo anima a la justicia a que investigue lo que haya que investigar sin citar por su nombre al exministro
Apenas unas horas después de revelarse la decisión del juez de instrucción número 2 de Tarragona, el miércoles por la noche, el exministro anunciaba su decisión de darse de baja como militante del PP. Parece que el Comité de Derechos y de Garantías ya le había abierto un expediente informativo, dato que no trascendió antes en mitad de cierta confusión respecto incluso a si tenía o no carné del partido. "Mi criterio acerca de la corrupción es muy claro y no cambia con independencia de a quién afecte. Yo no hablaré ni de persecución de los jueces ni de pseudomedios. Lo que haya que investigar, que se investigue", escribió este viernes en X el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, sin mencionar al ex ministro por su nombre y al que dejó caer de inmediato.
El pasado jueves el periodista Carlos Alsina narraba en los micrófonos de Onda Cero una escena con Montoro de su época de ministro en la que vino a intentar extorsionar a los profesionales de la casa y a la empresa con medidas punitivas, como subir el IVA del libro electrónico, si no suavizaban su posición crítica. No es el único profesional de la información que vivió experiencias parecidas en el despacho ministerial. De hecho, los periodistas y el mundo del cine se convirtieron en dos de sus obsesiones. La hemeroteca está llena de alusiones a unos y a otros, incluso desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. Lo cierto es que cabe reconocerle que, al menos él, no hizo distingos entre informadores de medios conservadores o progresistas a la hora de abrir inspecciones fiscales.
'Fuego amigo'
Pero ese silencio en torno a él se entiende mejor en la medida en que entre sus víctimas no faltan sus propios compañeros de partido y de Consejo de Ministros. El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre y el exministro José Manuel Soria le apuntaron como origen de campañas para desacreditarlos.
Rato le acusa de haberle enviado a los agentes de vigilancia aduanera y a los periodistas, en el mismo paquete, el día que registraron su vivienda y lo metieron en un coche policial, una imagen indeleble de la crónica política. Aguirre le sitúa tras la publicación de su declaración de la renta en plena campaña de las elecciones autonómicas de 2015, lo que fue convenientemente utilizado por el PSOE. El exministro de Industria no tiene duda de su autoría en la filtración sobre la existencia de una sociedad en el paraíso fiscal de Jersey por los negocios familiares del canario.
No es mera especulación. De hecho, en la causa que se sigue contra Montoro desde Tarragona por, presuntamente, modificar leyes para beneficiar a un conjunto de empresas gasistas, existen correos entre Montoro y miembros de su equipo sobre la situación fiscal de Aguirre y de Rato. Rato no descarta personarse en la causa. "Me planteo todas las opciones para defender mis derechos", dijo el jueves a la Cadena SER. Aguirre se lo toma con algo más de humor y prefiere poner el acento en el papel del ministro en la subida de impuestos con la que Mariano Rajoy inauguró su primer Gobierno tras prometer en campaña justo todo lo contrario.
Ministro adscrito a las filas del 'sorayismo'
El hecho de que fuera uno de los ministros adscritos a las filas del sorayismo tuvo su impacto en el congreso extraordinario que los populares celebraron en julio de 2018. El Consejo de Ministros del último Ejecutivo de Rajoy estaba partido en dos. De un lado, el grupo nucleado en torno a la entonces plenipotenciaria vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría. Del otro, todos los demás. En la filas de Santamaría 'militaban', entre otros, además de Montoro, la entonces ministra de Empleo, Fátima Báñez; el de Energía, Álvaro Nadal; el de Educación, Íñigo Méndez de Vigo y el de Fomento, Íñigo de la Serna. Ninguno de ellos ha salido en defensa pública de Montoro.
En torno a la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, como cara visible del antisorayismo, se sumaban el titular de Justicia, Rafael Catalá; el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido; la de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina; la de Sanidad, Dolors Montserrat, además de otros exministros: José Manuel Soria, José Manuel García Margallo, José Ignacio Wert y Miguel Arias Cañete, entre otros. Todos ellos hicieron posible que Pablo Casado se impusiera sobre Santamaría en el congreso extraordinario el partido. Luis de Guindos, que fuera ministro de Economía, era de los no alineados.
Las fotos con Marcial Dorado
La actuación de Montoro no fue ajena a la creación de ambos frentes. Porque incluso fuera de su ámbito de actuación, los ojos se giraron hacía el CNI, controlado por Santamaría, tras la publicación en marzo de 2013 en El País de las famosas fotos de Feijóo con el contrabandista Marcial Dorado. Ya tenían entonces 18 años de antigüedad. En el entorno del entonces presidente de la Xunta siempre se sospechó de "fuego amigo" -de ahí que el PP gallego también se inclinara por Casado- y a día de hoy el PSOE sigue usando esas fotos como ariete contra el líder popular. Eso tampoco le impidió a Feijóo incorporar a su equipo a dirigentes que se alinearon en su momento a la vicepresidenta como Cuca Gamarra, Borja Sémper, Elías Bendodo, Javier Arenas o Carmen Fúnez.
Montoro vive las horas bajas del hombre abandonado por todos. Por aquellos con los que formó frente en el Gobierno y por los que se enfrentaron a él, también por la dirección del PP que corrió a poner un 'cordón sanitario' en torno a su persona. Poco le falta para ser "ese señor del que usted me habla".
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